Capítulo 27: ÉL PERMANECE FIEL

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YISLEM

— Hola Yislem es un gusto verte por aquí — me dice Angélica quien está sentada en el sofá de su casa.

Decidí venir a hablar con ella acerca de todo lo que ha pasado, nesesito que me dé algunas palabras tal vez.

— Hola pastora — digo

— oh — sonrie — llámame solo Angélica

— okey — sonrio

— por favor toma asiento — señala el sillón — ¿quieres algo de tomar?

— No gracias, así está bien — respondo mientras tomo asiento — ¿su esposo no esta?

— No, tuvo una salida urgente, se llevó a Adam con él — explica — ¿querías hablar con él?

— no, en realidad quería hablar contigo y es mejor así en privado — digo

— bueno aquí estoy para escucharte

— Bueno. Yo me siento mal

— ¿por qué? — me pregunta

— le fallé a Dios — las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y rodar por mis mejillas.

A pesar de que Dios ya me había perdonado, Yo aún me sentía culpable por todo, por haberle fallado...

— Yislem — Angélica se acerca a mi, se sienta a mi lado y toma mis manos entre las suyas — Dios ya te perdonó.

— Lo sé, solo que yo, aún me siento culpable, siento que mi pasado siempre estará ahí.

— No importa lo que hayas hecho, Él ya te perdonó

— pero...no debe ser tan fácil — digo entre sollozos — es decir ¿cómo Dios puede perdonarme a pesar de todo?
Yo me aleje de él, le fui infiel.
Rechacé su palabra, hice todo mal...

— En su palabra lo dice, en 2° Timoteo 2:13 :

Si fuéremos infieles, él permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo.

A pesar de que nosotros le fallamos y nos alejemos de Dios, Él sigue estando con nosotros.
Somos nosotros quienes nos distanciamos, Él siempre está esperándonos con los brazos abiertos.
Aún cuando nosotros le somos infieles él permanece fiel y nos sigue amando con mucho amor.

Así que no importa si le has fallado, Él ya te perdonó.
Acepta su perdón.

Limpio mis lágrimas y sonrio levemente.
Alzo mi vista hacia arriba y digo:

— Gracias Dios, por permanecer fiel conmigo...
Acepto tu perdón...

Inexplicablemente comienzo a sentir una completa paz en todo mi ser.
Puedo sentir a Dios...

Comenzamos a orar y en un instante a otro podemos sentir la presencia de Dios inundar todo el lugar.

Es algo tan hermoso, un calor recorre por todo mi cuerpo.
Caigo de rodillas al suelo, comienzo a llorar, no son lágrimas de tristeza sino de felicidad.

AL FINAL DEL ABISMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora