XIX: UN PRESENTE

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El anocher cayó hace unas horas, eliminando todo rastro de luz que entraba por el balcón de su cuarto, sin embargo, este hecho no fue notorio para Hydra, pues se encuentra absorta observando el baúl frente a sus ojos. De madera blanca, con acabados precisos, molduras de plata y un diseño que deja en claro que tiene un valor de antigüedad. Como candado tiene una placa de plata sin gravado y en el lugar donde deberían de ir los broches que sellen su contenido se encuentran dos brújulas, que para cualquiera le resultarían un agregado sin ningún sentido.

Es decir, no es la primer vez que lo ve, pero sí la primera en que podrá abrirlo y ver su contenido. Vamos a ver, que no es un simple baúl, es su herencia. La herencia directa que le dejó su abuelo, al menos.

Abraxas Malfoy no era conocido por ser un hombre amoroso, o amable siquiera. Las personas asociaban su nombre al porte, la elegancia, la astucia y el poder. Abraxas imponía donde fuera que se parara, y es por eso que pocos comprendieron el profundo amor que siempre demostró hacia su nieta. Las personas cercanas a la familia asumieron que su gran afecto se debía a la condición de mujer de la pequeña, sin embargo, jamás se vio una devoción tan grande con ninguna mujer como la que le brindó a la rubia.

Narcissa creyó que se debía al gran parecido que tenía la menor con su padre, pero Lucius siempre supo la verdad: era la primer mujer que provenía de él. No es que fuera su hija directamente, pero es la primer primogénita en la línea familiar. Curiosamente, los Malfoy siempre fueron una familia de un primogénito varón, lo cual fue sumamente conveniente para preservar su apellido y su fortuna, pero eso cambió con la llegada de Hydra. La primer Malfoy por nacimiento.

La relación sanguínea directa llevó a Abraxas a un tenerle un amor tan grande que decidió dejar un obsequio para la menor. En su lecho de muerte pidió que lo dejaran sólo y llamó a la niña de once años a unirsele en la cama, y cuando estuvo lo suficientemente cerca de él fue momento de despedirse.

-Mi dulce princesa, ¿sabes lo que está pasando? -preguntó con esfuerzo, mientras peinaba su cabello.

Con un nudo en la garganta, la menor asintió.

-Dilo, porfavor. Necesito saber que lo entiendes.

-Estas muriendo -susurró.

El hombre asintió con pesar.

-Así es, estoy muriendo -con la fuerza que le quedaba, abrazó a la niña contra su cuerpo-. Me temo que esta será la última vez en que estemos juntos, mi amor.

La menor escondió su rostro en el pecho de su abuelo, devolviendo el abrazo con fuerza.

-Pero yo no quiero que te mueras, abuelo -su voz se rompía conforme hablaba, pero su padre le pidió ser fuerte y eso es justo lo que Hydra haría.

-¡Que más quisiera yo, que quedarme a cuidar de mi hijo y mis nietos para siempre! Pero no está en mi poder decidirlo.

Las lágrimas empezaron a correr por las mejillas de la rubia, terminando en la túnica de dormir del mayor, pero el sudor que la empapó con anterioridad las cubrió a la perfección.

-Me temo, querida, que lo único que puedo hacer es dejarles la mejor arma y defensa que he podido construir a lo largo de mi vida. De esa manera, será como si yo continuara aquí cuidando de ustedes.

La menor negó con la cabeza, aún aferrada a su abuelo.

-No entiendo -sollozó.

Abraxas sonrió con ternura.

-¿Ves ese baúl en los pies de la cama? -cuestionó, señalando el objeto- Pues es tuyo, es mi regalo para ti. Ya le expliqué a tu padre como funciona, y tu lo usarás cuando lo creas necesario.

Hydra Malfoy (Fred Weasley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora