XIV. ENFRENTAMIENTOS

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El ataque llegó a ella tan repentinamente que no pudo hacer nada para evitarlo.

Cuando el profesor Lupin la detuvo en el pasillo y la interrogó sobre su razón para no volver a clase el día de la práctica con el boggart, Hydra no encontró ninguna razón creíble para salir ilesa del problema.

—Estaba cerrado, profesor -dijo, con la expresión más inocente que pudo hacer-. Tuve que buscar a Filch para que abriera el tocador, y para cuando lo logré ya había terminado la clase.

El castaño la miró con un rostro que dejaba en claro que conocía todas las excusas posibles, y que no sería fácil engañarlo. Sin embargo, no la cuestionó, simplemente le siguió el juego, pero no la dejó ganar.

—No se preocupe, Señorita -sonrió amable-. Lo buena noticia es que justo hora estoy desocupado, por lo que puede realizar la práctica sin problemas. No me gustaría que perdiera el tema.

Una sonrisa rígida apareció en su cara, parecida a la de Narcissa cuando fingía que estaba de acuerdo con la opinión de algún mago importante, pero que ella consideraba inferior claramente; una expresión que está constantemente presente en ella.

—Me encantaría, pero tengo tareas pendientes.

—Oh, no se preocupe, no nos tomará mucho tiempo. Porfavor -levantó su mano derecha, indicando que siga el corredor.

Así fue como terminó aquí, en el salón de artes oscuras, frente a un armario listo para liberar su mayor miedo en segundos.

Se mantiene firme frente a la jaula de madera que contiene a la criatura, mientras trata de hallar una salida a toda prisa del inconveniente, pero no tiene éxito. El profesor la observa a distancia, esperando una señal para darle inicio al espectáculo.

—¿Está lista, Señorita Malfoy? -cuestiona, con una sonrisa amable.

—¿Es usted una clase de sádico? -pregunta de vuelta, tratando de desviar el asunto.

El hombre eleva una ceja en duda, y su rostro adquiere un ligero toque de diversión.

—No que yo sepa, Señorita. ¿Puedo preguntar qué fue lo que de dio esa impresión?

—No encuentro otro motivo para tener tanta insistencia en ver a alguien sufrir al enfrentar su mayor miedo, la única explicación es que usted disfrute el dolor ajeno.

Una pequeña risa rebotó entre las paredes del salón.

—No pretendo hacer sufrir a mis estudiantes, sino más bien enseñarles a no congelarse ante el miedo, a defenderse. Si eso me permite también demostrar un hechizo y la defensa contra una criatura mágica en el proceso, entonces me parece una lección excelente, que no debe ser pasada por alto.

La rubia hace un sonido de entendimiento.

—Lo siento, puede ser que las cicatrices en el rostro y el miedo a la noche me dieron una impresión equivocada -el gesto del castaño se crispó-. Quizás sea solo masoquismo, o tal vez...

—Señorita Malfoy -la interrumpe, con voz fuerte, pero no agresiva-, atacarme no le servirá de nada. Ninguno saldrá de aquí hasta que usted haya realizado la práctica.

Los brazos cruzados del profesor dejan muy en claro que su postura no va a cambiar.

Un suspiro de rendición sale de los labios de Malfoy, para después voltear su cuerpo para enfrentar a su maestro. Espalda recta, manos en puños y barbilla elevada al hablar.

—Bien, pero tengo una condición -el castaño levanta las cejas en sorpresa-. Sólo hay dos escenarios que pueden salir de ahí de ahí, pero ninguno de ellos puede salir de esta habitación. Debe prometer que guardará el secreto como si fuera suyo.

Hydra Malfoy (Fred Weasley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora