IV. ¿GRACIAS?

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El comedor está lleno de estudiantes. Mientras algunos festejan que Gryffindor ganó el juego de quidditch, otros se dedican a quejarse de que Slytherin perdió después de mucho tiempo un partido, y otros tantos hablan de lo buena que fue la decisión de incluir a Potter en el equipo de su casa.

Hydra tiene una expresión de frustración, lo que le sirve como fachada perfecta para que los demás crean que le molesta haber perdido el juego, aunque en realidad no es así en absoluto. A ella no le interesa en lo más mínimo si gana o pierde, solo se esforzó para entrar al equipo con el fin de enorgullecer a su padre, pero el deporte no la incita por si mismo a ser practicado. Es decir, le gusta el quidditch como a todos los magos, pero solo de vista; volar en su escoba tratando de golpear pelotas que bien podrían destrozarle el cráneo en un mal tiro no es su actividad favorita, pero Lucius está emocionado por ella, y eso es suficiente.

Narcissa está más emocionada por sus notas, que fueron más que sobresalientes, lo que en gran parte es gracias al profesor Snape, que le ha tenido toda la paciencia del mundo al explicarle los temas que no entendía, no sólo de su materia, sino de todas. Snape es un hombre sumamente culto en casi todos los aspectos y le recuerda demasiado a su padre, por lo que pasar unas horas por la tarde estudiando con él le resulta reconfortante cuando se siente lejos de casa.

Un beso inesperado en su mejilla le provoca una expresión más suave a la rubia.

-No te amargues el día por un partido, ganaremos el siguiente -asegura Jeremy.

-Los Gryffindor no tienen ningún poder sobre mis emociones, Jerry.

"Pero tu sí", quiso decir, pero sintió que estaba un poco fuera de lugar, así que prefiere sonreír ligeramente, como si el momento no le representara mucha importancia.

Jeremy sonríe, ella le gusta. Mejor que sea así, a decir verdad, pues sus padres ya le han comentado que haría una excelente pareja con la joven Malfoy, repitiendo en varias ocasiones su belleza, inteligencia, y su grato lugar en la lista de los sagrados veintiocho. Es decir, su propia familia es importante, los Proctor son una conocida familia de sangre pura, pero no están incluidos en esa lista elitista, aunque sólo fue por un conflicto de uno de sus ancestros con el creador de tal listado.

-¡Troll en las mazmorras! ¡Troll en las mazmorras! -grita errático el profesor Quirrell, entrando ruidosamente en el comedor- Pensé que... Que deberían... Saber...

Con un ruido sordo, se desploma hacia el suelo. Se desmayó.

Vaya, él sí que es bueno para las tragedias.

Todo se descontrola en un segundo. Los alumnos se levantan de sus asientos y se voltean a ver en pánico. Hydra, sin embargo, solo toma la mano de su amiga a su lado para evitar que haga lo mismo que el resto y la mira asustada.

-¡Mantengan el orden! -exige Dumbledor- Prefectos, lleven a sus compañeros a sus salas comunes.

Hydra no puede soltar palabra, su mente va a mil kilometros por hora: la sala común de Slytherin está cerca de las mazmorras, no podemos ir allí. Con ese pensamiento libera su mano del agarre que Jeremy trató de hacer y en su lugar le entrega la mano de Cindy, ella tiene algo más importante que hacer.

Se levanta a buscar a su hermano entre los alumnos que ya van en dirección a la salida del comedor, entonces se topa con un pelirrojo alto tapandole el paso, y si no hubiera estado tan frenética, quizás habría notado que es la primera vez que solo se encuentra con uno de los gemelos.

-El camino es por allá, Malfoy -le señala, y por algún motivo trata de conducirla a la salida. Ella se zafa inmediatamente de su agarré, no por el asco que normalmente sentiría, sino por lo que en realidad le importa en ese instante.

Hydra Malfoy (Fred Weasley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora