XXV. TRATAME MAL

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La biblioteca cada vez perdía más su privacia con tantos nuevos alumnos en el castillo, por lo que la rubia tomó la decisión de estudiar en el lago negro; siendo sinceros ese tampoco es un lugar tan privado, pues lo había convertido en su lugar para charlas de temas (o personas) controversiales, pero es lo mejor con lo que cuenta por el momento.

Durante días nadie la molestó mientras leía libros prohibidos sentada sobre el césped, fue por ello que cuando lanzaron un pequeño bolso tintineante a su lado no pudo evitar brincar en su asiento por la sorpresa.

—Arreglalo.

Era una orden, no una petición.

El enojo empezaba a dar vueltas en su estómago, pero todo se detuvo cuando volteó para descubrir al responsable del lanzamiento.

Nadie creería que se lastimó más ella misma que el chico con su tono de voz tan tajante, pero así fue. Algo la traicionó, pero no podría contestar si fueron sus ojos, su mente o su corazón. Lo único que Hydra puede asegurar con certeza es que el mundo dejó de girar cuando se topó de frente con un pelirrojo de cabello largo y profundos ojos cafés. No debería estar ahí, ni tampoco volver a hablarle. Supuso que serían enemigos de nuevo, o que al menos se evitarían por el resto de sus vidas. Por un breve momento una chispa brotó en su interior, liberando algo parecido a la alegría. Sin embargo, todo se terminó tan rápido como una sonrisa burlona se dibujaba en el rostro pecoso frente a ella, una que supo inmediatamente no le pertenecía al pelirrojo en quien pensaba.

—¿Acaso esperabas a alguien más, Malfoy?

La rubia sacude su cabeza ligeramente y cubrió su expresión con neutralidad.

—Esperaba un tiempo de paz, pero en esta escuela eso parece ser imposible -responde tajante.

El chico bufa con mofa.

—Cómo digas -le resta importancia y se cruza de brazos con aire altanero-. Necesito que arregles eso.

Con una señal de su cabeza apuntó al bolso tirado a su lado. Hydra levanta una ceja cuestionando.

—¿Qué es eso exactamente?

—Algo que no te incumbe. Solo haz que deje de explotar en la boca de las personas.

Fue turno de Malfoy para reír.

—¿Pretendes que arregle algo sin saber lo que es? Tu sí que eres brillante.

George torció el gesto y separó sus brazos. Miró al cielo como pensando en qué decisión era la correcta y, una vez que se dio cuenta que no tenía otra solución, empezó a contarle con frustración.

—Es un caramelo de fiebre, debería subir tu temperatura lo suficiente para faltar a clases. Pero no cumplirá su propósito si sigue explotando cuando toca la saliva de los clientes.

Hydra chasquea los labios con fingida decepción, pues la sonrisa burlona no desaparece de su cara.

—Sí, suena a un problema grave.

—Lo es, pero tu vas a resolverlo.

—¿Yo? -carcajea- ¿Porqué te ayudaría yo? Eres una molestia en mi vida para ser sinceros.

Una sonrisa ladina se formó en la pálida piel del chico.

—Porque si no lo haces le diré a todos que salías con mi hermano.

La diversión salió del cuerpo de Malfoy.

—Eso se terminó.

—Eso lo sabemos tu y yo, pero tus padres no creo que piensen lo mismo.

Hydra Malfoy (Fred Weasley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora