Hydra Malfoy (Fred Weasley)

XVIII: SI EL MUNDO SE ACABA

Hydra suspira frustrada.

—Pues lo siento, pero la oclumancia no es lo mío. Llevamos meses tratando y no lo logro, es inútil.

Snape la mira con duda, pero manteniendo su común rostro impasible.

—No lo entiendo, Señorita Malfoy. Creí que usted no era alguien que se rendía tan fácilmente.

La rubia niega con la cabeza.

—No me estoy rindiendo, solo quiero tomar otra rama de estudio.

El mayor arquea sus cejas en cuestionamiento.

—Me temo que sigo sin entenderla.

Hydra sonrie de la mejor manera que puede, esa que logra encantar a cualquiera y que su madre dice que si no tiene cuidado la hará parecer vulgar, por lo que se asegura de que siga pareciendo un poco inocente.

—Si la oclumancia no es lo mío, quizás su contrario sí lo sea.

Snape cruza las manos sobre su escritorio y curvea ligeramente sus labios.

—¿Está usted diciendo que quiere aprender legeremancia?

La sonrisa del gato de Chesire parecería muy pequeña si la compraran con la que porta Malfoy en este momento.

Fue una idea muy bien pensada. Varias noches antes estuvo considerando el peligro que sería dejar que su profesor siguiera entrando en su mente para que ella practicara el bloquearlo. Después de todo, nunca logró hacerlo por mucho tiempo por lo que él consiguió constantemente ver recuerdos de la menor. No había sido un problema hasta entonces, pues no tenía mucho que ocultar realmente, pero eso acababa de cambiar.

Si Snape entra nuevamente en su cabeza, más pronto que tarde descubrirá sus pequeñas escapadas con cierto pelirrojo, y aunque ella le tiene una gran confianza, es lo suficientemente astuta para saber que en cuanto tenga un mínima sospecha se lo contará a sus padres, lo que haría que esté vigilada tanto en la escuela como al volver a casa, además del seguro regaño y repudio de todos los que la rodean por socializar con un traidor a la sangre.

—Exactamente. Me parece que sería una habilidad mucho más útil.

—La oclumancia mantiene tu mente segura, la legeremancia vulnera la mente ajena. Creo que, en todo caso, sería mejor aprender ambas, ¿no lo cree usted así?

—Seguramente sería lo mejor, pero está comprobado que proteger mi mente me ha resultado imposible. Sin embargo, si aprendo a vulnerar la mente de otros, será mucho más fácil proteger la mía. Como mi padre dice "la mejor defensa es un buen ataque".

Snape se da la vuelta en su lugar fingiendo que lo está considerando, porque si la rubia lo viera de frente notaria la expresión de profundo orgullo que porta el hombre.

—¿Está consciente de que la legeremancia es una de las prácticas más complicadas de la magia? No existen muchos legeremantes conocidos.

—Estoy dispuesta a hacer que esa lista crezca, entonces.

Snape aprieta sus manos con satisfacción y enfrenta de nuevo a la menor, quien aún mantiene una expresión confiada y firme.

—Muy bien, entonces tómese la tarde libre para investigar la teoría a fondo, nos veremos la próxima ocasión para empezar a practicar.

Hydra siente con antusiasmo y se levanta de su asiento. Se despide cortamente del maestro y sale al pasillo con el mejor humor que le es posible tener, o al menos eso pensaba.

Mientras recorre el pasillo una lechuza que reconoce perfectamente le entrega un pequeño mensaje en un trozo de pergamino mal cortado.

Siempre tan detallista, Weasley.