Hydra Malfoy (Fred Weasley)

XX: MEJILLA POR GIRATIEMPO

El pelirrojo continua peinando el cabello rubio de su novia, mientras ella mantiene la cabeza sobre sus piernas. Los párpados cubren el azul de sus ojos y el poco sol que queda en el cielo le da directo en el rostro, iluminando su expresión cansada.

—Creo que deberías dormir un poco más. Los exámenes te han tenido muy estresada últimamente.

Hydra suspira con cansancio y niega lentamente con la cabeza.

—No son los exámenes, es Cindy. No puedo dormirme sin más en el cuarto, tengo miedo de que me haga algo mientras estoy desprevenida.

—¿La crees capaz? Digo es tu amiga después de todo, solo fue una pequeña discusión.

—No lo fue. De verdad me ofendió y ni siquiera ha tratado de disculparse.

Fred hace un sonido de duda.

—Bueno, después de cómo reaccionaste yo también tendría miedo de disculparme contigo.

Malfoy abre los ojos de golpe y se levanta de un tirón. El pelirrojo cierra sus ojos con fuerza, solo esperando el golpe del huracán que sabe que provocó.

—¿Estas diciendo que exageré?

Weasley niega.

—Por supuesto que no, solo creo que ella no quería ofenderte.

—¡Oh, claro que eso crees! Porque tu también piensas lo peor de mí familia -se pone de pie de manera airada-, no sé cómo pude pensar que estarías de mi lado.

«¡Detente!» exclama Fred, al tiempo en que se levanta y la abraza por la espalda, impidiendo su huida.

—Yo siempre estoy de tu lado -susurra en su oído-. Por eso quiero que arregles las cosas con Cindy. Ninguna de ustedes es feliz cuando están alejadas, parecen lobos solitarios; cada una en una esquina diferente. Todo lo han notado.

Hydra pone sus manos sobre las del chico, que se encuentran en su vientre. Suspirando, cede y se recarga en el pecho a su espalda mientras cierra sus ojos, rememorando la discusión con la castaña.

—¿De verdad no me dirás qué es el gran regalo de tu abuelo? -preguntó ofendida.

La indignación fue clara en la voz de Cindy, lo que solo provocó la risa de su amiga.

—¡Te lo dije, una tontería! No es nada importante. Un viejo baúl con joyas de la abuela y esas cosas.

La castaña frunce el ceño con incredulidad.

—¿De verdad esperas que me crea que te dejó un baúl con tantas medidas de seguridad para unas simples joyas?

Hydra inhaló con fingida indignación.

—¡De simples no tienen nada! Que son muy valiosas, económica y sentimentalmente.

Cindy levantó una ceja.

—Tu abuelo no quería a tu abuela ni un poco, esa no me la creo.

No era su intención en lo absoluto, pero su comentario inició una pequeña llama de ira en el interior de la rubia.

—¿Es que acaso tu vivías con ellos, o cómo es que sabes cuánto se querían o no?

Por un momento su amiga se congeló al percibir el toque de molestia escondido en su pregunta.

—Son los rumores que corren, Hydra. No inventaría nada acerca de tu familia, lo sabes.

—Por supuesto que no lo harías, pero por lo visto difundir las habladurías falsas no te causa ningún inconveniente, ¿cierto? -su voz se crispaba conforme avanzaba.