XXI: OBSEQUIOS Y RECONCILIACIONES

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—¿Necesita algo, señorita Malfoy?

El cansancio del hombre se hace presente en su voz, pero no elimina la sorpresa en ella.

Sin embargo, la victoria aún está presente dentro de la rubia, se pasea entre su boca con un sabor a gloria tan magnífico que provoca una sonrisa fija en su rostro, una que nada podrá borrar en semanas.

—Nada en realidad, vengo a hacerle un favor a usted.

Las heridas del mayor resaltan cuando eleva sus cejas con escepticismo.

—¿Un favor para mí?

Malfoy asiente repetidamente.

—Por supuesto. Lo habría hecho antes, pero hasta hoy llegó la lechuza con mi encargo.

El profesor sonríe aún en espera de que la sorpresa sea revelada, pero esta vez un poco más divertido con la situación. Es decir, ¿No era que ella lo odiaba? ¿Qué favor podría hacerle a él?

—Tiene toda mi atención, Señorita Malfoy.

—Hydra, porfavor. Después de todo, no será más mi maestro.

Por un momento la menor puede ver melancolía cruzar por la cara de su maestro, pero se recompone tan rápido que no podría asegurarlo.

—Bueno, supuse que la noticia se divulgaría rápido, sólo esperaba poder irme antes de ello. Las despedidas no son lo mío -se encoge de hombros con resignación.

—Me parece que la sinceridad no es lo suyo -bromea-. Las despedidas son fáciles cuando no se oculta nada tras de ellas.

Lupin asiente en comprensión.

—Me parece que se ha enterado de más de lo que creía, Señorita...

—Hydra, porfavor -lo interrumpe.

Malfoy camina por el salón hasta quedar frente al hombre y su equipaje.

Remus siempre se ha considerado como un hombre con confianza en sí mismo, pues tiene plena consciencia de su capacidad intelectual, además de ser una persona que sabe socializar con otros. Su personalidad tan marcada lo llevó a hacerse de un lugar pequeño en el mundo mágico aún pese a su condición, y pocas veces alguien ha logrado hacerlo sentir indefenso o fuera de lugar, normalmente es el mismo quien se encarga de ello. Esa es la razón por la que se siente tan desorientado justo ahora, pues una niña de dieciséis años con una sonrisa ladina ha logrado impregnar en el un sentimiento de ignorancia y desventaja tan grande como nunca lo había sentido antes.

—Oh, quite esa cara de perro asustado, lo sé desde mucho antes de su incidente en el bosque -le resta importancia agitando una mano en el aire.

El mayor eleva una ceja.

—¿En verdad?

—Por supuesto -afirma con entusiasmo-. No me malentienda, no soy una erudita ni mucho menos. Pero su aspecto, su estado de salud cada cierto tiempo, y su absurdo miedo a la luna me dieron un indicio -se encoje de hombros-. Además, vi a Snape preparando matalobos, esa fue mi confirmación -agrega con simpleza.

Contrario a lo que Malfoy esperaba, Lupin sonrió.

—¿Desde cuándo lo sabe?

Hydra se encoge de hombros.

—¿Octubre, noviembre? No lo sé, antes de navidad.

Remus asiente mientras mantiene su sonrisa, luciendo un tanto complacido.

—¿Qué? -cuestiona Malfoy.

—Es solo que me da gusto cuando acierto en algo. Desde un principio supe que usted tenía potencial.

Hydra Malfoy (Fred Weasley) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora