Capítulo 7: En otro mundo.

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Mosqueruela, Teruel. Enero de dos mil uno.

Lucky se despierta aturdida encima de un montón de nieve junto a una pared de piedra. El suelo también es de guijarros. Se levanta y mira al cielo. Aún se siente algo mareada. Está amaneciendo.

—Si el sol está ahí, eso es el este —dice en voz baja.

«Recuerda que mientras dure la batalla un conjuro caerá sobre el mundo de los humanos y todos los idiomas se volverán uno, tanto los humanos como los de los mamodos. Así os podréis entender sin problemas».

Las palabras de Umi vuelven a su mente. El conjuro permite que todo el mundo, ya sean mamodos o humanos, entienda a su interlocutor, le hable en el idioma que le hable. No es que sea un traductor, sino que el cerebro registra las palabras y encuentra el significado. Sin embargo, los recuerdos de esas conversaciones se almacenan en el idioma de cada uno.

Una voz le habla directamente al corazón:

«Ve al sur. Ve al mar»

«¿Es el libro el que me habla?», piensa Lucky.

Ve a una humana que camina por la calle desierta.

—Disculpe, ¿dónde estoy? —le pregunta atontada.

—En la calle de la iglesia, ¿no ves lo bonica y grande que es?

—Pero, ¿de dónde? ¿Cómo se llama este sitio?

—¿Este pueblo, dices? Mosqueruela. ¿De dónde has salido? Porque tú del pueblo no eres.

—Buenos días, Estrella —la saluda otra humana que acaba de pasar.

—Buenos días, Pilar —le responde.

—¿Estrella? —le pregunta extrañada.

—Sí, me llamo así. Igual es un nombre poco común en otras partes, pero aquí en el pueblo somos tantas Estrellas que podríamos formar una constelación —se ríe—. Es que aquí tenemos como patrona a la Virgen de la Estrella, ¿sabes?

—No, no lo sabía —le responde mientras se frota los brazos desnudos. En una situación normal, los mamodos pueden soportar bien el frío y el calor. Pero a causa del viaje, el descenso de temperatura ha sido muy brusco y repentino. Mira extrañada a la humana. No tiene ni idea de qué le habla. Umi se debió olvidar eso de patrona y virgen en sus clases, porque no le suena de nada.

—¿De dónde has salido tú? —le vuelve a preguntar—. Vas a coger una neumonía como vayas así vestida en pleno invierno.

—Vengo de lejos y tengo que ir al sur, al mar —le informa.

—¿Al sur, chiquilla? Si vas al este, la playa está más cerca.

—No, tengo que ir al sur.

Umi le dijo que buscara una biblioteca para encontrar información sobre el lugar al que llegara y que consultara un mapa. Hizo mucho hincapié en lo del mapa.

—¿Me puede indicar donde está la biblioteca? —le pregunta.

—¿La biblioteca? No abre hasta la tarde. Pero, niña, cúbrete esos brazos, que te vas a congelar.

—Necesito ver un mapa.

—No tienes nada de abrigo, ¿verdad? —Lucky niega con la cabeza—. Mira, vamos a preguntar al párroco don Joaquín si tiene un mapa, un atlas o algo; y así de paso buscamos entre la ropa de las donaciones a ver si hay algo de abrigo.

Caminan por las calles empedradas. La mamodo aún está un poco mareada, pero el aire frío despeja su mente. Estrella habla de la gente del pueblo, de las calles... pero Lucky no le presta atención. Por fin llegan a la casa del párroco, llama a la puerta y el cura les abre poco después.

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