Capítulo 10: Viaje al Círculo Polar Ártico

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Juan es biólogo ecólogo, pero trabaja como periodista. Se dedica a ir a ecosistemas dañados por el paso del hombre y escribir artículos y libros al respecto. Germán siempre lo acompaña para ilustrarlos con sus fotografías.

Su siguiente destino es el Círculo Polar Ártico. Quieren escribir un artículo sobre los efectos que causa el cambio climático en los casquetes polares, así que se han desplazado hasta Groenlandia.

Viajan en avión hasta la capital, Nuuk. Allí ya tienen contratada una entrevista con un grupo de científicos que estudian la situación de la fauna en el Polo Norte.

Al llegar, un coche los está esperando para llevarlos al centro de la ciudad.

—Bienvenidos a Groenlandia. Aquí hace un frío de mil demonios. Abrigaos bien porque en el coche no va a subir ni un poco la temperatura —les informa Jesús Ortega. Llevan varias capas de ropa, bufanda, guantes y gafas protectoras y, aun así, siguen notando el frío.

Jesús Ortega también es español. Juan y él eran compañeros de la facultad en biológicas. Cuando Juan se enteró de que habían cogido a su amigo para investigar en Groenlandia, no se pensó dos veces contactar con él y pedirle que le contara cuál era la situación en el polo.

—Hoy pasaremos la noche en un hotel de Nuuk, mañana ya os llevaré al centro de investigación ­—dice Ortega.

El hotel es pequeño, pero muy bonito. Dentro, la temperatura es muy agradable.

Les sirven la cena en el comedor del hotel: Sopa suaasat, hákari, kiviak... mucha carne, mucho pescado, pocas verduras. Lucky come con mucho apetito y Ortega se queda mirándola sorprendido.

—Sí que tiene saque tu compañera —le dice riendo a Juan—. Aún no me has explicado por qué te has traído a una cría a esta expedición. No es lugar para niños.

—Buena suerte, nano. Yo le llevo haciendo la misma pregunta todo el viaje en avión y aún no me ha respondido —añade Germán.

—Es largo de contar. Digamos que está a mi cargo y no la puedo dejar sola.

—No será un ligue, ¿verdad? —pregunta Ortega escudriñándole con los ojos casi cerrados.

—¿Eh? ¡No! ¡Claro que no! ¡Es una niña! ¿Qué clase de pervertido crees que soy? —responde Juan muy molesto.

—Vale, vale, no te alteres que solo era una pregunta. Además, tampoco es tan niña —se defiende Ortega.

—Nano, es que vaya preguntita. ¡Que es Juan! ¿En serio lo ves capaz de estar con una cría? —lo reprende Germán.

Lucky los mira en silencio sin entender muy bien a qué viene tanto alboroto. Pero decide no preguntar. Es la primera vez que ve a Juan tan alterado y no quiere molestarlo más.

Al acabar de cenar, Lucky se va a su habitación. Es pequeña, pero acogedora. Tiene una cama en el centro y un pequeño escritorio pegado a la ventana. Se sienta sobre él para contemplar el paisaje. Desde ahí puede ver que la ciudad es preciosa. Le gustaría ir a pasear, pero Juan le ha dicho que hace demasiado frío para salir, así que se resigna y se queda mirando desde dentro.

Llaman a la puerta, abre y al otro lado encuentra a su compañero.

—¿Puedo hablar contigo un momento? —le pregunta.

—Sí, claro, pasa —le dice Lucky.

A falta de otro sitio, se sientan ambos en el borde de la cama. Lucky puede sentir que Juan está nervioso. Su compañero intenta encontrar las palabras adecuadas y se toma su tiempo para a hablar.

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