Epílogo

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Brago está sentado en el jardín en medio de un ejercicio de concentración muy complicado. Por fin alcanza el centro del planeta y siente su campo gravitatorio. No oye nada a su alrededor. Es como si estuviera de verdad ahí abajo...

—¡Bragooooo! ¡¡BRAGO!!

Entreabre los ojos y ve a Sherry agachada de cuclillas enfrente de él. La atraviesa con la mirada y le gruñe:

—Me has interrumpido en un ejercicio muy difícil. ¡¿Sabes el rato que he pasado para llegar a ese nivel de concentración?!

Oups! Pardonne (1). Es que ha llegado una carta de Juan —le informa mientras le muestra un sobre.

El mamodo se levanta de un salto.

—¿Qué dice? ¿Ya ha acabado con su trabajo? ¿Ya están listos para el combate? A ti aún te queda mucho entrenamiento, pero lo podemos hacer juntos... —Sus palabras se atropellan al salir de su boca.

—Tranquilízate —se ríe Sherry, mientras se incorpora—. Aún no la he abierto. Pensaba que querrías que la leyéramos juntos.

—¡Pues ábrela de una vez! —le ordena ansioso.

Sherry le sonríe con cara de idiota. Abre el sobre y saca una única hoja escrita.

—Tiene la letra de Juan —le informa muy seria.

«No me huele nada bien. Tengo un mal presentimiento», piensa Brago.

Sherry empieza a leer:

—«Queridos Sherry y Brago. Espero que el entrenamiento esté dando sus frutos. Me es muy difícil escribir esta carta, así que voy a ir directo al grano: Lucky se ha ido...» —Sherry se calla y le mira a los ojos.

La respiración de Brago se acelera. El pulso le va a mil por hora.

—¡¿Cómo que se ha ido?! ¿La han derrotado? ¿Está bien? ¡Sigue leyendo! —le ordena con un grito.

—«...pero no os preocupéis, ella está bien». —Brago suelta un suspiro y Sherry continúa—: «Nos encontramos con... » —Sherry se calla y lo mira— Sofis.

—¡¿Sofis?!

—«Según parece, necesitaba a Lucky para un plan que está tramando, y como ella se negó a ayudarlo, la retó a un combate. Le entregamos nuestro libro para evitar quemar el suyo en la lucha. Estos días he estado pensando en lo sucedido y, tal vez, deberíamos haber intentado engañarlo para llevarlo hasta vosotros, pero en ese momento no se nos ocurrió. Brago, muchacho, ese niñato te tiene mucho miedo, aprovéchate y oblígale a liberar a Coco. Sherry, vimos a tu amiga. Yo la vi muy feliz, pero Lucky dijo que está sufriendo mucho al lado de Sofis. Y ella rara vez se equivoca en estas cosas...»

Brago no quiere oír más. Se aleja de Sherry hacia el bosque y echa a correr.

Derriba las ramas y los arbustos que se interponen en su camino. Llega a una pared de piedra y se pone a golpearla con los puños. La piel se le desgarra en los nudillos. La sangre le brota de los dedos. Ni siquiera siente el dolor en las manos porque hay un dolor mucho más fuerte que le parte el alma en dos. Al fin, a base de golpes, abre una grieta en la roca manchada de sangre. Apoya la espalda en la piedra, se deja caer hasta el suelo y se sienta con las piernas dobladas. Se tapa la cara con los brazos y apoya la cabeza en las rodillas. Una lágrima baja por su mejilla. Con la cabeza aún agachada, masculla:

—Desgraciado, lo has convertido en algo personal. Te voy a arrancar la piel a tiras, Sofis.


(1) ¡Uy! Perdona...

The Prettiest StarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora