Capítulo 15: El cetro

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Después de la tormenta entre Lucky y Brago, llegó la calma y todos pasaron tranquilos el resto de día. Al día siguiente, a eso del mediodía, un mensajero llama a la puerta.

—Señorita Sherry, han entregado su encargo de la joyería —le informa Albert al llevarle un paquete.

Sherry lo abre y exclama:

C'est parfait! (1)

Sale corriendo de la mansión al encuentro de los mamodos, que entrenan en el jardín.

—Mira, Brago —le dice mostrando lo que le acaba de entregar Albert.

—¿Qué demonios se supone que es eso? ¿Un bastón? —le responde el mamodo de mala gana.

—Para querer ser un rey, no tienes mucha idea. Es un cetro. Lo he diseñado yo misma. Voy a usarlo para luchar.

La chica les muestra la pieza. Está hecha en oro y plata y tiene una gema verde del tamaño de un puño en la parte superior.

—La gema se desengancha del cetro y va unida a una cuerda de plata que está guardada en el interior del bastón. Así puedo lanzarla para golpear a nuestros enemigos, o puedo usar la soga para atrapar algo que esté lejos.

—Bah —dice Brago con desgana.

—Pues a mí me parece un artilugio de lo más interesante —le responde Lucky—. ¿Me muestras cómo funciona?

Sherry se gira y deja a Brago a su espalda refunfuñando porque les ha interrumpido en su entrenamiento, después de lo que le ha costado que Lucky accediera a pasar la mañana haciendo ejercicios de lucha y meditación.

—Voy a golpear ese arbusto de ahí —dice decidida.

Echa el brazo hacia atrás y luego de nuevo hacia delante con fuerza. La gema sale disparada, pero con tan mala suerte que falla y golpea el árbol que Sherry tiene a su izquierda. De ahí rebota e impacta con otro árbol, del que también rebota y aterriza en la nuca de Brago.

—¡Eh! —grita enfadado.

Oops! Désolè, Brago (2). Aún tengo que aprender a usarlo bien.

Lucky se acerca corriendo hacia el chico

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Lucky se acerca corriendo hacia el chico.

—¿Estás bien? —le pregunta mientras intenta contener las carcajadas.

—¿De qué te ríes? Me ha hecho daño —se queja enfadado.

—Vamos, con la cabeza tan dura que tienes, ni lo habrás notado —le refuta la mamodo entre risas.

—¡Eso es una estupidez, Sherry! ¡Acabarás partiéndote la crisma si lo usas! —la reprende Brago.

—Esperad aquí —les pide Lucky antes de correr hacia la casa.

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