Capítulo 18: La reunión

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Juan revisa la última versión del artículo ya terminado cuando Lucky se asoma a la puerta de su despacho. Le comenta que siente el rastro mágico de un mamodo. Está lejos, pero su magia es inusual y piensa que podría ser peligroso. Juan resopla porque lo último que le apetece es ir a luchar, pero entiende que un mamodo peligroso no debe andar por el mundo humano y deciden ir a buscarlo.

Se montan en el coche y, tras conducir un par de horas, llegan al pueblo donde Lucky siente el rastro. La mamodo camina delante hasta que una niña pequeña se abalanza sobre ella y le abraza las piernas. A Lucky le llega por la cintura. Tiene el pelo turquesa agrupado en mechones que recuerdan a la corola de una flor. Viste un peto verde de pantalón corto con una enorme margarita como hebilla del cinturón. Levanta la cara con las mejillas repletas de lágrimas y mira suplicante a la chica, que siente una terrible tristeza al verla.

—Ayúdame —le suplica con hilo de voz—. El dueño de mi libro me utiliza para hacer cosas malas.

Juan y Lucky no pueden creer lo que oyen. La chica se agacha y la abraza con fuerza mientras le asegura que junto a ella estará a salvo. En ese momento, aparece un hombre al final de la calle que les grita que se alejen de la niña, que es suya.

—¡Déjala en paz! —chilla Lucky mientras se pone en pie—. ¡No puedes obligarla a luchar si ella no quiere! ¡Devuélvele el libro y lárgate! —le ordena furiosa.

—¡¿Que no quiere?! —El humano suelta una carcajada—. Ella quiere tanto como yo, ¿verdad, Hana?

La niña se pone a temblar de nuevo y Lucky la pone detrás de ella para protegerla. El hombre sonríe, abre el libro y grita:

—¡Ippaiku!

—Por mucho que lances conjuros, si ella no quiere luchar, no ataca...

—¡Lucky! ¡Cuidado! ¡Burakatto! —la interrumpe Juan alarmado.

Lucky se gira justo a tiempo para saltar y huir de la niña, que se ha transformado en un monstruo lleno de espinas. Sus ojos ya no son dulces, sino diabólicos y le sonríe llena de maldad.

—Te echaba de menos, Carlos. ¿Por qué has tardado tanto en decir el conjuro? —Su voz no es la misma, es áspera y demoníaca.

Lucky está tan sorprendida que no puede actuar. La niña vuelve a atacar y una enredadera sale del suelo abriéndose paso a través de la acera. La chica salta, pero la planta la atrapa. Juan lanza un Kaboshi y las estrellas la liberan con su fuego.

—Lucky, tenemos que atacarles —le advierte su compañero.

—¡No! Algo muy raro está pasando. No parece la misma. Me ha pedido ayuda y yo se...

—¡Lucky, salta! —le grita Juan.

La chica a duras penas puede esquivar la enredadera que intenta atraparla de nuevo. Está desconcertada. Hasta hace un momento, era una niña temblorosa que reclamaba su ayuda. No entiende que haya cambiado tanto tras usar su libro.

—¡Hana! ¡A por el humano! —le ordena su compañero.

Juan se pone alerta e intenta huir, pero las plantas son muy rápidas y lo atrapan en seguida. Lucky va a su encuentro, rompe las raíces con las uñas y libera a su compañero. Conjuran el Gigano y las alas crecen en la espalda de Lucky, que echa a volar llevándose a Juan con ella. Mientras se elevan, Carlos tiene tiempo de lanzar un Gigano Shokuniku y una enorme carnívora aparece dispuesta a devorarlos. Con un Kuroba la detienen y logran alejarse tras lanzarle un Kaboshi. Lucky deja a su compañero en un lugar seguro. Juan reúne energía suficiente para un nuevo Gigano Burakatto y los rayos dan tanto a Hana como a Carlos, que deja de poder decir conjuros. Lucky le lanza un Midoba a Juan y un Kaboshi al libro de su oponente que hace que se envuelva en llamas. Están tan concentrados en la lucha que no oyen las sirenas de policía que se acercan.

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