Capitulo 7

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Una vez en su habitación Phoebe se desvistió con ayuda de la doncella, se refrescó un poco y se puso el camisón. Hacía un día muy caluroso y ya no iba a salir de la habitación en lo que quedaba de día, así que ¿qué necesidad había de estar acalorada e incómoda con tanto ropaje y el corsé?. Una vez fresca y cómoda se recostó sobre la cama y cogió el libro que estaba leyendo para continuar por donde lo había dejado el día anterior, pero pronto se dio cuenta de que su cabeza estaba en otro sitio y no podía concentrarse en la lectura, y es que no podía dejar de pensar en lord Dudley. Phoebe se sentía atraída por él ¿Pero qué joven no se sentiría atraída por un caballero tan atractivo? Aunque tenía que reconocer que no era solo su físico lo que le atraía, había algo más, sin embargo, Phoebe decidió que era una tontería pensar tanto en lord Dudley o intentar analizar lo que había pasado en la biblioteca. Estaba segura de que era un conquistador profesional que no recordaría ni su nombre, así que se lo quito de la cabeza y se concentró en la lectura. Pero Phoebe estaba muy equivocada...

Tras despedir a las visitas, Trevor decidió ir a su despacho a poner al día su libro de cuentas, no obstante una vez en su despacho se sirvió una copa de coñac y no pudo evitar pensar en la señorita Thompson. Aquella joven parecía tener un don especial para pillarlo en los momentos menos apropiados, que lo pillaran canturreando y bailando distraídamente había sido bastante bochornoso y más cuando vio que las tres se estaban aguantando la risa. Bueno, lo cierto es que la señorita Thompson no pudo evitar soltar una risita.

Para Trevor que estaba acostumbrado a las risitas estudiadas, forzadas o falsas, fue algo muy refrescante y le encantó oír esa risa tan natural, aunque hubiera sido a su costa. También tenía que reconocer que le había parecido muy agradable e interesante. No esperaba que tuviera esos gustos literarios tan poco comunes entre las jóvenes, más dadas a leer novelas románticonas.

Sin embargo, lo que realmente no acababa de entender, ni sacarse de la cabeza, era pensar en ¿qué demonios había sido eso que le pasó en la biblioteca? Vale que era una joven natural, agradable, interesante, suponía inteligente y un físico bastante aceptable, pensó ¿pero estar a punto de besarla en la biblioteca, cuando podían verlos desde el jardín?. Por el amor de Dios, si hasta había sentido un cosquilleo por el cuerpo al rozarle ligeramente los dedos, ni que fuera un joven imberbe y virgen. Él era un hombre experimentado, acostumbrado a lidiar con verdaderas devora hombres y una joven debutante había estado a punto de que se saltase una de sus reglas. Y fue mientras pensaba en la señorita Thompson, en la biblioteca, cuando calló en la cuenta que al final no se había llevado El origen de las especies, cosa que solucionaría al día siguiente.

—Con su permiso milord, acaba de llegar una nota urgente de Lord Spencer —dijo Higgins entrando en el despacho y sacando a Trevor de sus pensamientos.

—Pasa, pasa, traidor. Muchas gracias por avisarme de que había visitas, recuérdame que te suba el sueldo por tu eficacia.

—No hay de que milord, ha sido todo un placer y no se preocupe por mi sueldo, para mí no hay mayor pago que ver reconocidos mis esfuerzos.

—De eso no me cabe duda. Venga, dame la nota de una vez y ves a hacer algo útil —mencionó arrancándole la misiva de las manos.

—Como usted ordene milord. Por cierto milord —contesto Higgins girándose, cuando ya salía.

—¿Qué quieres ahora?

—Quería comentarle que quizás debería usted recomendarle a lord Spencer que cambie de perfume, el que usa de jazmín no resulta demasiado varonil.

—¡Por el amor de Dios, Higgins! ¿Ahora también te dedicas a ir olisqueando mi correspondencia? Lárgate de una vez, que cada día me tienes más contento.

ARRIESGARSE A AMAR  ( Borrador Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora