Al llegar a la mansión, las damas se digirieron hacia sus respectivas alcobas, mientras que Trevor fue a ver si veía a Arthur para informarle de que ya estaban de vuelta y que estarían en sus habitaciones descansando un rato.
Una vez en su habitación, Phoebe cerró la puerta, apoyó su espalda en esta, cogió la margarita que Trevor le había puesto en el pelo y tras llevársela a la nariz y aspirar su dulce fragancia empezó a acariciarse los labios con ella mientras rememoraba las palabras y los labios de Trevor. Aquellos labios que habían rozado los suyos de una manera tan dulce y sutil, provocándole aquel delicioso hormigueo en ellos. Luego pensó en cuando finalizó el beso y se separó para observarla con aquella penetrante mirada que parecía estar pidiendo permiso para avanzar. Permiso que Phoebe concedió sin palabras y que hizo que Trevor la besara apasionadamente, desencadenando que Phoebe sintiera aquella sensación que jamás antes había sentido, pese a que esta no había sido la primera vez que la habían besado. Y es que los besos de Trevor no tenían nada que ver con los besos robados de jóvenes inexpertos y curiosos, ni con los besos compartidos con algún joven de Smalltown cuando fue algo mayor, pues aunque aquellos besos le habían resultado emocionantes y agradables esta era la primera vez que había sentido como su piel se erizaba de pies a cabeza, haciendo que se olvidara de donde estaba y deseara que aquel beso fuera interminable.
Tras deleitarse un rato recordando aquel momento, Phoebe fue a buscar un libro que había llevado, y tras darle un ligero beso a la margarita la puso entres sus hojas, mientras se preguntaba si para Trevor también había sido un momento especial o simplemente un beso más.
Por supuesto, Phoebe no fue la única en aprovechar aquel momento de soledad en la alcoba para pensar en lo ocurrido, pues tras ir en busca de Arthur e informarle de que ya habían vuelto, Trevor disfruto de una copa y una ligera charla con este y varios de los invitados que estaban en la sala con él y decidió retirarse a su habitación, alegando que él también quería descansar un poco antes de la cena, aunque la verdad era que lo quería era estar solo para analizar lo vivido aquel día.
Una vez en sus habitaciones, Trevor se despojó de la chaqueta y el incómodo pañuelo, se remangó las mangas de la camisa y se desabrochó varios botones para refrescarse un poco antes de servirse una copa, de la licorera que habían dejado en su salía personal, y sentarse en el alféizar de la ventana a reflexionar mientras se deleitaba con el paisaje y la suave brisa.
Trevor empezó a pensar en la conversación que había tenido con Phoebe sobre Londres y Smalltown. Durante aquella conversación habían estado hablando de los pros y contras de ambos lugares y de las preferencias de Phoebe a la hora de elegir uno de los dos lugares como su residencia habitual en un futuro. Bueno, eso era de lo que habían estado hablando literalmente, aunque la realidad es que Trevor se pasó la mayor parte de la conversación hablando con doble sentido y ahora se preguntaba si ella también lo había estado haciendo o tan solo había estado hablando de lugares.
La verdad es que a Trevor le encantaban ese tipo de conversaciones con doble sentido, y más cuando su interlocutora le seguía el juego, pero en esta ocasión esperaba haber sido el único que hablaba con doble sentido y usando metáforas, pues durante gran parte de la conversación él había estado hablando más de tipos de hombres que de lugares, metáfora en la que por supuesto él era Londres y poseía todos los atractivos de la ciudad.
En un principio él había estado prácticamente seguro de que Phoebe no había captado el verdadero significado que él quería darle a las palabras, conclusión a la que llegó cuando ella dijo que pese a que la ciudad le atraía mucho, solo le gustaba para una corta temporada o una aventura pasajera. La verdad es que no veía a Phoebe como una mujer dada a las aventuras amatorias, de ahí que al escucharla decir eso diera por hecho que ella hablaba literalmente de la ciudad, pero tras besarla y descubrir que ella no era una primeriza en el arte de besar ya no estaba tan seguro.
No obstante, lo que le preocupaba a Trevor no era haber descubierto que Phoebe tenía experiencia besando, él también la tenía y no era tan hipócrita como para juzgar a nadie cuando él era el primero que había disfrutado de los favores de más de una dama sin necesidad de pasar primero por la vicaría. Aunque, por su reacción en otras situaciones, no creía que fuera muy experimentada más allá de los besos, era impensable que una mujer de su edad, tan atractiva y con tantas cualidades, no hubiera sido pretendida por más de un caballero de Smalltown. Eso sin contar con que la verdad era que no solo no le preocupaba, sino todo lo contrario, ya que le había encantado descubrir lo bien que besaba Phoebe y como esta había respondido tan apasionadamente como él a los besos. Además, al contrario que la mayoría de los caballeros, él pensaba que en las cosas del amor lo importante no era ser el primero, lo realmente importante era ser el último. Lo que él le preocupaba realmente era la posibilidad de que Phoebe se estuviera refiriendo a él (y no a la ciudad) cuando comentó que pese a gustarle mucho, solo le interesaba para una temporadita o una aventura. Eso era lo que realmente le preocupaba, pues era difícil saber si ella también estaba jugando a hablar con doble sentido y no le hacía ninguna gracia que ahora que había conocido a una mujer que empezaba a interesarle de verdad, esta solo viera en él un entretenido pasatiempo temporal. Eso sin contar con la posibilidad de que cuando hablaba de Smalltown también estuviera insinuando que allí la esperaba un aburrido pretendiente con el que se planteaba una relación estable.
De todas formas, por más que analizó esa conversación, y todo lo demás, no sacó nada en claro y para lo único que le sirvió fue para calentarse la cabeza. A fin de cuentas, la realidad es que apenas empezaban a conocerse y, aunque había disfrutado de todos los momentos compartidos y cada vez le gustaba más, sabía que en realidad era una desconocida a la que tendría que seguir conociendo, así que decidió que lo mejor era dejar de pensar tanto y echarse un rato mientras llegaba la hora de cambiarse y pasar a recoger a su madre para bajar a reunirse con los demás invitados.
En cuanto Trevor se tumbó en la cama, y dejo de analizarlo todo, empezaron a hacerle efecto las secuelas de haber dormido poco la noche anterior y las copas que se había tomado, provocando que se quedara profundamente dormido.
Por suerte, al ver que se estaba haciendo tarde y su señor seguía sin requerir sus servicios, el ayuda de cámara de Trevor decidió entrar en la recámara por si su señor se había quedado dormido y lo despertó, pero aún así cuando Trevor pasó a buscar a su madre esta ya se estaba impacientando por su tardanza.
—Sí que has tardado, estaba a punto de ir a buscarte. Ya deben estar todos en la sala.
—Discúlpeme madre, me quede dormido y no me di cuenta de la hora —contestó Trevor, mientras le ofrecía el brazo a su madre.
Tal como decía Grace, cuando llegaron a la sala, donde se reunían antes de pasar al gran salón, se dieron cuenta de que ya estaban todos allí hablando en pequeños grupos.
Phoebe y Clarisse habían sido de las primeras en bajar y en ese momento estaban charlando con los Allen y con Jessel justo enfrente de la entrada, así que Trevor la vio nada más entrar sin necesidad de buscarla por el resto de la sala. En cuanto la vio no pudo evitar clavar su mirada en ella mientras admiraba su precioso vestido y pensaba que aquella mujer estaba más guapa cada vez que la veía.
La mirada de Trevor fue tan intensa que Phoebe pareció sentirla, pues en ese momento se giró y se lo quedó mirando fijamente mientras le dedicaba una ligera sonrisa a la que Trevor correspondió con los ojos sonrientes y un leve movimiento de cabeza, pero de repente la mirada de Phoebe se desvió para dirigirse a algo que había tras él y su expresión cambió por completo.
Al ver el brusco cambió en su cara, Trevor se giró intrigado para mirar qué, o quién, había provocado esa reacción y se quedó de piedra a ver de quién se trataba, mientras se preguntaba que demonios hacía allí Camille.
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ARRIESGARSE A AMAR ( Borrador Sin Corregir)
Roman d'amourAVISO IMPORTANTE: ESTA HISTORIA NO ES EROTICA (AUNQUE AL PRINCIPIO PUEDA PARECERLO) SOLO TIENE DOS ESCENAS SEXUALES POR EXIGENCIA DE LA TRAMA Y NO SE UTILIZA LENGUAJE MALSONANTE. Esta es la historia de Trevor y Phoebe, dos personas en apariencia...