Capítulo 28

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veintiocho.

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Sangre, miedo, muerte, y una noche eterna.

Luna.

No encuentro las palabras de inmediato, me quedo contemplándolo entumecida de pies a cabeza, procesando lo que me dijo. Pasa un latido.

—¿De qué hablas? —exijo. Sus ojos curiosos me rodean y no puedo escapar de su intensa mirada, esa que es una trampa mortal, que oculta mil verdades y mil mentiras—. ¡Si intentas asustarme no va a funcionar!

No se inmuta. Se mantiene dócil y puedo distinguir la sinceridad en sus facciones. Me detengo. Incapaz de entender su mensaje sublime, porque no importa cuántas vueltas le dé, todo lo que él diga me confundirá siempre. Esa es su manera de causar miedo, el hacerte pensar y dudar hasta el punto de no soportarlo más, su mejor arma.

Más afilada que una daga.

—No intento hacerlo, te estoy diciendo la verdad —manifiesta suavemente.

—¿Protegerme? —Incluso la palabra sonaba ridícula en mis labios—. De ti, según tú. Pero, aquí estas, advirtiéndome del supuesto peligro que supones tú y todo Gurwell si me quedo. ¿Acaso no te das cuenta de lo contradictorio que suena? ¡Solo quieres jugar con mi mente! Eso quieres.

Él se acerca un poco más. Mi corazón se acelera y una cuerda tira. Retrocedo. Él sigue avanzando hasta que me tiene atrapada en la barandilla. No sé en qué momento logró esto, pero me horripila, un solo empujón y veré la luz por última vez.

—Luna, sigues sin ser inteligente —declara. Divertido.

Me irrita.

—Y ahí está otra vez. Lo dices de nuevo —Aprieto mis puños.

No paro de repetirme lo que dijo esa noche: te falta ser más inteligente. Ya es un trauma.

—Porque es así. Muchas veces no sabes lo que haces, y si lo haces es porque alguien más te pide que lo hagas —descubre. Suspiro, anonadada de la facilidad que tiene para leerme, me hace sentir indefensa—. ¿Alguna vez has actuado por ti sola? ¿Pensado por ti sola? ¿Decidido por ti sola? Afírmame que todo lo que harás es porque así lo quieres y no por convencer o complacer a otros, dilo.

La oración muere en mi boca. No hay manera de negar aquello, y disgusta como hierro caliente perforando mi piel. Los ojos me pican, y sé que son lágrimas de coraje e impotencia. Pero no las dejo salir.

Llorar no solucionará nada, nunca lo ha hecho.

—Tú...

—No puedes —corta, suelta una risita—. Porque fuiste moldeada para el gusto de los demás, menos para el tuyo —Las murallas se derrumba ante mí—. Y esa, es la única forma en la que sabes vivir. No sabes decidir por ti misma.

Mi sangre hierve. Veo que quiere llegar a un punto, pero no logro descifrar lo que busca. Quiere herirme, seguramente. Quiere un punto en falso de mí en donde sujetarse y manejarlo a su diversión. Escuece, porque no sé por qué me quiere hacer esto a mí.

Nolan siempre me inquietó. Porque me daba la sensación de que era alguien que jugaba muy bien sus cartas. Calculador. Encantador, pero manipulador. Una fachada, como todos ellos.

Perfectamente Imperfecto © | Libro 1 [GES] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora