Capítulo 18

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este capítulo contiene temas que pueden llegar a ser de incomodidad para algunos, se recomienda leer con discreción.

bueno, se les dijo. 

dieciocho.

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Una noche de locura.


Seis meses después.

¿Cuándo fue la última vez que llamé a mamá?

¿Cuándo fue la última vez que visité el cementerio y fui a llevarle flores?

¿Cuándo fue la última vez que lo vi?

No lo sé. El tiempo pasa tan rápido en un parpadeo que me ofusca.

Pero, de lo que si soy consciente y segura, es que cuando caes por amor, las demás caídas y deslices no se comparan con nada.

Creí que era amor... creí que podía serlo.

Me sumergí en esa espesa oscuridad.

Fui ingenua.

Yo caí.

Y ahora... ahora no sé cómo levantarme.

¿Qué hago?

¿A quién acudo?

Porque él... él ya no está.

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Luna.

Seis meses antes.

Reunión de chicas. Pijamada en la cueva.

Nunca había tenido la oportunidad de convivir con un grupo amplio de tantas mujeres. Todas tan distintas, éramos un contraste compatible, si, y aunque sonara extraño e inextricable, nosotras lográbamos conectar. Nosotras, las chicas Hera, estábamos aprendiendo a congeniar en equipo. Y era distinto, por lo menos para mí. Se sentía bien, liberador, al no solo ser Dae y yo. Estaba avanzando un paso que me costaba dar sola, y ese era socializar.

Porque me asustaba, me afligía convivir con otros que no fueran parte de mi círculo social, que en sí, no era tan grande. Aún estoy aprendiendo a sobrellevar la ausencia de mi mejor amigo, pero estoy dando todo de mí para manejarlo y avanzar. Porque está bien seguir y no depender de nadie.

Quería entrar en confianza con ellas, lo estaba logrando. Solo... solo no debía retroceder. Esto ya era un gran avance para mí.

—Y me invitó a la residencia en donde vive —terminé de explicar—. Pero, no sé, tengo miedo. ¿Y si me planificó una emboscada?, ¿y si lo planearon para matarme?

Eran alrededor de las doce de la madrugada. Como era costumbre, las chicas y yo estábamos en la cueva, afuera llovía fuertemente, el viento azotaba las copas de los arboles con tal ímpetu que aturdía. Parecía que las piedras que sostenían la cueva se descolocarían y quedaríamos atrapadas allí eternamente.

—Seré sincera —comentó Bae—. Viniendo de Manu es muy raro. Nada más que decir.

Rose estaba especialmente callada desde entonces.

Perfectamente Imperfecto © | Libro 1 [GES] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora