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Una vez Jisung se encontró más calmado, Minho comenzó a prepararle algo para comer, mientras el menor veía algunos dibujitos animados.

Después de comer, se pusieron a ver una película y Jisung se quedó dormido, así que Lee, lo llevó a su cama. Decidió que lo mejor sería dormir en el cuarto de huéspedes, ya que no quería incomodar a Jisung, pero en mitad de la noche, sintió un peso en su brazo, y una mano pasar por su cintura de repente, ocasionando que por el susto abra los ojos, pero luego se relajó al ver que se trataba del rubio.

En la mañana, se levantó un poco más temprano que Jisung, y le preparó el desayuno, antes de ir a despertarlo.

El ambiente entre ellos cada vez se volvía más cálido, y siempre lograban sacar algún tema de conversación. No podían aburrirse con la presencia del otro.

Más tarde, Jisung se baño y se preparó para ir al hospital, hoy iniciaría la terapia, y tenía la primera sesión.

Estaba nervioso.

Todas las enseñanzas que tuvo desde pequeño, estaban siendo dejadas atrás, y pisoteadas, su vida estaba teniendo muchos cambios,y todo eran tan repentinos que lo asustaban.

No quería acostumbrarse, porque no sabía por cuánto tiempo todo se mantendría así de estable.

Minho lo llevó hasta el consultorio, y aunque insistió para quedarse, y acompañarlo, Jisung no lo dejo.

Sentía que le estaba quitando mucho tiempo, y tampoco le agradaba mucho la idea de terminar acostumbrandose a Minho, a su presencia, a sus cuidados o a su preocupación, no quería crear una dependencia por el peli-rojo, y mucho menos quería aferrarse a algo que posiblemente sea momentáneo.

La puerta del consultorio fue abierta, y por esta entró una mujer.

—Disculpa si te hice esperar mucho—. Verbalizó, antes de sentarse.

—No se preocupe, está bien.

—Bueno, me presentó, soy Gahyeon, pero puedes decirme Yeon—. Ella estiró su mano hacía Jisung, y él la estrechó—. Empecemos con algunas preguntas. Recuerda que cada respuesta, se quedará aquí, no te preocupes, trata de responder con total sinceridad, por favor.

El rubio asintió, y Gahyeon sacó la lapicera que estaba colgada en el bolsillo de su remera.

—¿Cómo es la relación con tus padres?

—Mi mamá murió, nunca pude conocerla. Mi papá conoció a otra mujer, y nos llevamos bien, pero nuestra relación es un poco distante.

—¿Te juntas seguido con tus amistades?

—No tengo amigos...

Ella asintió, y agarró una libreta, para empezar a escribir.

—¿Sientes que has tenido una infancia feliz?

Jisung negó.

—Si en algún momento, tienes un hijo, ¿qué sería lo que nunca harías con él?

—Nunca le pondría estándares que deba cumplir, para sastifacerme.

—¿Cuál es recuerdo que guardas con más cariño?

Jisung se tomó unos minutos para pensar la respuesta.

—Cuando estaba en el hospital, Minho se tomó el tiempo de ir hasta su casa y prepararme algo para comer, me pareció un lindo gesto, así que lo apreció mucho.

—Tu etapa escolar, ¿fue cálida?

—No.

Gahyeon dejó la libre en la mesa, y miró a Jisung.

—¿Crees que tu etapa escolar, no fue cálida por tu culpa o por la de otros?

—Mi culpa.

—¿Tú crees que podrías cambiar algo para que esa etapa sea más calida?

—No sé.

—Reformó la pregunta, ¿tú crees que la razón, que te hace culpable, podría ser cambia?

—Sí.

—¿La razón tenía que ver con tu físico o personalidad?

—Físico—. Sus ojos se cristalizaron.

—¿Quieres hablar de ello?

—¿Qué sentido tiene hacerlo?

—Te hará mejor, y podre ayudarte de una mejor manera.

Jisung suspiró profundo, antes de comenzar a hablar. 

—Era un niño alegre y extrovertido, me gustaba jugar solo, luego conocí el mundo de los cómics, y comencé a aislarme un poco, me encerré en mi propio mundo sin darle importancia al exterior.  Entonces empecé a engordar, y todo se volvió difícil, porque los niños que nunca me prestaron atención, comenzaron a molestarme, y no fue sólo por un tiempo, duró más de siete años.

Su voz se quebró.

—Crecí la mayor parte de mi infancia recibiendo críticas, golpes o burlas por mi físico. Los niños o niñas ni siquiera se me acercaban, nadie quería jugar conmigo, y a pesar de que yo trataba de caerle bien, nada funcionaba, y aunque me dolía, yo seguía en mi mundo, sin intentar cambiar nada, hasta que llegue a los 16, y comencé a hacerlo ejercicio, pero nunca era suficiente, los años pasaban y yo seguía viéndome gordo, incluso ahora me veo gordo—. Verbalizó entre sollozos, con sus lágrimas cayendo sin freno.

—Volveré hacerte la pregunta, ¿tú crees tu etapa escolar no fue cálida, por tu culpa o por la de otros?

—Mía.

—¿Por qué?

—Porque yo era gordo, yo estaba mal, no ellos.

—¿No crees que la culpa es de ellos por creer que tienen el derecho a molestarte  por tu peso?

Jisung la miró, un poco atónito por la pregunta.

—Para poder entrar a los estándares de belleza, tienes que ser flaco, porque eso es sinónimo de belleza para algunos, y lo gordo esta asociado a lo malo. Pero, ninguno de los dos extremos es bueno, no todas las personas flacas son saludables y no todas las personas gordas tienen problemas de salud, en palabras simples, en nuestra sociedad siempre es un estreno o el otro, lindo o feo, negro o blanco, mal o bien, cuando todos nos olvidamos de los grises.  Tú no tienes la culpa del bullying que hayas recibido, eras un niño, no sabías como mantener una alimentación saludable o como cuidarte, no pensabas en eso. El problema esta en la crianza de esos niños que se creían con el derecho de maltratarte por algo tan secundario como el físico, y en nuestra sociedad que nos mete en la cabeza miles de estándares que debemos cumplir.

Gahyeon hizo una pausa para tomar un poco de agua, y continuar.

—¿Escuchaste la frase, que dice que la belleza duele?— Jisung asintió—. Esa frase, se refiere a que a todos nos pones estándares, para poder alcanzar esa belleza tan deseada, y poco a poco, esa belleza se va volviendo más exigente, hasta el punto de doler, porque en el camino te pierdes tú, te lastimas y al final, esa belleza saca otro escalón para que logres alcanzarla, y nunca llegas, porque siempre se van agregando más escalones, por eso, se dice que la belleza es subjetiva, porque depende de los ojos de quien la miré.

Jisung estaba llorando, pero se sentía un poco más aliavado, quizás, ya era hora de buscar su propia belleza, y no cumplir la de otros.

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