1 .METIENDO LA PATA. 1

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✨Comentad para el próximo capítulo. ✨

Antes de comenzar esta historia llena de mentiras, sangre, muerte y traición comenzaré por el principio, por el dia en el que Gustabo García escucho algo que no debía, metió su nariz en una cueva llena de lobos y terminaron arrastrando a la oscura guarida de estos.

La noche estaba sobre la caótica ciudad de Los Santos, la música de ambiente y los gritos eran la atmósfera característica de aquel antro.

—Whisky, rápido ─exigió un hombre de pelos canosos, se mostraba con el ceño completamente fruncido, al parecer aquella noche no estaba de humor, el de la cabellera rubia miró con desagrado la exigencia de aquel hombre, que a su parecer no iba a permitirle haberle hablado de aquella manera. Dispuesto a recriminarle donde podía meterse sus absurdas órdenes, su mirada cayó en su hermano de otra madre, en el centro de aquel antro, bailando a unos pocos metros del suelo sujeto de aquella barra, todos le miraban, contemplaban los movimientos del chico.

Gustabo le prometió después de aquel suceso que cambiarían de vida, apretó con fuerza su mandíbula y comenzó a preparar aquella bebida exigida minutos atrás, su trabajo de camarero lo odiaba tanto como tener que ser un simple civil sin un apéndice de poder, pero aquello quería Horacio, aquello al menos era lo que deseaba e iba a cumplirlo aún que eso le dejara ser pisoteado.

Con pocas ganas, y la furia aun siendo controlada dejó el baso frente el que lo había pedido, sin un agradecimiento, ni una mirada tan siquiera, Gustabo optó por apartarse un poco, la furia apenas controlada y aumentando era descargada en lavar la vajilla de manera un tanto agresiva, creando un estruendo que en algunas ocasiones podría ser molesto. De sus manos el bote de jabón se deslizó de sus manos haciendo que se precipitara al suelo, se agachó para tomarlo.

—¿Quiéres desacerté del picoleto? —preguntó una voz amortiguada por una mascarilla negra, Gustabo se detuvo, estaba siendo oculto por la barra. La conversación por obviedad era muy privada, ya no solo por lo obvio, los murmuros lo confirmaban aún más. Sabía que no podía levantarse por que aquello solo daría a entender lo obvio, que había escuchado casi al completo de aquella conversación.

—Quiero que te deshagas del él, que todos sepan de qué mafia a sido asesinado, quiero que te deshagas de...

—¡Garcia levántate de ahí y continúa limpiando! —gritó la voz del compañero de barra del hombre.

Lentamente y soltando muchas maldiciones en su transición, se levantó dándole la espalda a los sujetos, no estaba aterrado de lo escuchado anteriormente, él había hecho y participado en cosas similares, pero sabía una cosa con exactitud, no iba a salir impune de aquello, y eso no le hacía ni pizca de gracia.

Unos lo llaman casualidad, otros destino, pero yo lo llamo tener una jodida mala suerte con lo sucedido, y como nuestro segundo protagonista ya sabía, de aquello no salió para nada impune.

La madrugada ya estaba presente, y el bar iba disminuyendo en clientela, algo normal de un martes.

—He terminado antes —dijo el chico de la cresta posándose en medio del camino de su hermano —, ¿Te queda mu...?

—Tengo que salir un momento a sacar la basura —dijo el rubio, Horacio observó que tras él habían tres personas mirándole de mala manera.

—¿Qué has hecho ahora? —le susurro disimuladamente el chico, Gustabo negó con la cabeza con una falsa sonrisa, que Horacio con gusto le creyó.

—Iré solo a tirar la basura.

Gustabo y sus dotes de la mentira y manipulación era lo que siempre le había caracterizado y le había dado un punto a su favor rotundamente. Pero aquello no funcionaría esta vez, no completamente...

—¿Quereís algo? —preguntó Gustabo girándose una vez había lanzado la bolsa al gran contenedor, tres hombres le observaban amenazantes, tal vez intentando intimidarle.

—¿Nunca te han dicho que la curiosidad mato al gato, mariconetti? —preguntó una grave voz, este supo de quien se trataba, era de aquel maleducado cliente el cual planeaba deshacerse de un policía.

—No se de que me hablas, te habrás confundido.

—No nos tomes por tontos joto —hablo una voz tras el señor, un hombre de piel morena y pelo negro. Con acento un tanto mexicano.

—Mira yo solo estaba trabajando, —tomó una pausa cruzándose de brazos —. Este gato no morirá por la curiosidad por que a mi a quien maten no me importa una mierda —hablo claro el chico —, no voy a decir nada, así que dejarme trabajar y rehacer mi jodida vida en paz.

—Emilio deshazte de este jodido charlatán —la neutra voz, sombría, del hombre, hizo que el sujeto se acercara a Gustabo, este se quedaba completamente quieto, observando expectante, parecía estar divirtiéndose levemente de aquello, aún que sabía que muy bien eso no estaba yendo.

Antes de que todo se saliera de control y terminara mal parado el rubio, un disparo resonó en el callejón, la bala había impactado en el cubo a unos pocos centímetros de Emilio y Gustabo. Todos los sujetos observaron hacia la puerta, encontrando un hombre de cresta, ropas coloridas y cortas, mostrando gran parte de su cuerpo. Completamente apoyando al umbral de la puerta con el arma en su mano izquierda. Parecía completamente cansado.

—¿Qué has hecho ahora Gustabo? —repitió su pregunta pero ahora de un peor humor.

—¿Esto es una jodida broma? —dijo colérico en un murmuró el hombre.

—Mirar me disculpo por mi hermano, de vez de cuando es un poco maleducado, pero es buen tío —dijo desinteresado el chico —, vamos a misa todos los domingos —sonrió, se estaba burlando del grupo.

Con una simple mirada las armas fueron alzadas en dirección del chico, Horacio pestañeo unos segundos como si estuviera confundido, se alejó del umbral dando unos pasos hacia delante, dejando que la puerta se cerrara.

—Estaba siendo educado —dijo pensativo el chico, miro a su hermano unos segundos —, pero veo que no se puede.

Gustabo tomó una tapa de un bote de basura con fuerza al hombre de la colega, Horacio disparó a la sujeto de la mascarilla negra, quedando solo el hombre y los dos hermanos.

Este sonrió con toda la confianza apuntando al rubio, Horacio le apunto, Gustabo dejó caer la tapa alzando levemente las manos —. No dispares por que me llevo conmigo a la putita esta —aseguró con una sonrisa casi endemoniada, se posó tras el rubio, colocando el cañón del arma en su sien.

—¿Pero que mierda quiere de nosotros? —exclamó Horacio. Estaba frustrado.

—No quería nada mariconetti —afirmó desinteresado —, pero ha oído demasiado, y su precio es la jodida vida, tuya y suya.

—¿Por que no hacemos algo, viejo? —dijo una voz calmada, sonreía.

—¿Por qué oiría una petición tuya? —hablo con arrogancia, aquel hombre creía tener el juego completamente ganado —, no estas en posición de negociar, putita.

—Por que si yo se lo pido, él te disparará sin importar una mierda si voy detrás —hablo una vez más el rubio, con una confianza desmesurada por todo su cuerpo.

—¿Acaso es tu perrito? ¿Lo que ordenas lo haces? ¡Siéntate! ¡Da una vuelta!  —se burló de la situación, del chico de la cresta.

—Los dos somos unos perros, así que como buenos perros te propongo que nosotros nos cargamos a ese policía, y tú nos dejas una vez lo hagamos —la propuesta dejó sorprendido a todos los de allí. Pero aquello no hizo que se doblegara el canoso hombre —. Tenemos cierta experiencia con liquidaciones, ¿Cierto Horacio? —Gustabo observó a su hermano, el cual  se mostraba molesto —, todos ganamos, viejo.

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¿Que os está pareciendo?
Uwu.

Damned. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora