Mi cuerpo temblaba discretamente, aquel pabellón lleno de gente era uno de mis problemas y ese ring era otro de ellos incluso más grande que el primero, yo solo quería irme a mi casa, pero siendo honestos aquello no parecía que fuera a suceder. La muchedumbre estaba eufórica, yo les entendía, si yo estuviera bajo a punto de presenciar una pelea, creerme que ya estaría gritando y apostando por el mejor, pero aquella vez, era yo el que estaba arriba siendo observado y juzgado por muchos.
─¡...Emilio...! ─gritó eufórico aquel desconocido que me había presentado no muchos minutos atrás, la música se hizo fuerte, llegando a su clímax, alce la mirada viendo que quien entraba en el cuadrilátero era un hombre de piel bronceada, y pelo largo atado en una coleta, sonreía con toda la prepotencia posible, aquel hombre me sonaba, y demasiado...
Mire unos segundos atrás de mí, Gustabo me mostró sus pulgares hacía arriba dándome fuerzas, Greco me sonreía amigablemente, todos sabían por mi cara de angustia, que no estaba listo y no quería estarlo, pero no iba ha echarme hacía atrás, ¡Me negaba! Yo era Horacio Pérez, ¡Yo me como los problemas!
Mire de nuevo al frente y camine hasta el centro, Emilio me miraba y fue ahí cuando le recordé, aquel hombre... ¡Ese hombre estaba con el viejo la vez que todo inicio! La vez que tuvimos que hacerle aquello al alumno, ¡Ese hombre!
Una campana sonó, seguido de aquel timbre, este me tendió sus manos, choque sus puños con los míos y ambos retrocedimos sin dejar de vernos. Tome y saque lentamente el aire por varías veces tranquilizando mis nervios, de nuevo la campana sonó por tercera vez y fue ahí cuando todo comenzó.
El primero en dar el paso fue Emilio, seguro de sí e intimidarte, un golpe, dos, un bloqueo...
Todo pasaba tan rápido y era tan confuso que no sabría explicar que pasaba, que sentía, que oía... el nerviosismo y angustia desapareció al sonar la tercera campana, todo parecía haberse esfumado dejándome solo la inexplicable ira que sentía, ira que termine pagando con aquel hombre.
Volví un poco al ring al sentir un gran golpe, estaba tendido en el suelo, todo estaba borroso, me incline un poco sujetándome el abdomen, en el blanco cuadrilátero había sangre, que posiblemente sería mía, fruncí el ceño alzando la mirada, el arbitro me hablaba casi a gritos, tras este Emilio algo herido esperaba limpiándose su nariz, la cual sangraba, con su brazo. Me gire un poco adolorido observando a Gustabo y Greco gritándome.
─¡Mátalo Horacio! ─logre escuchar entre el enorme escándalo que había en el lugar, entre el enorme dolor sonreí un poco ante la ocurrencia de mi hermano, alargue la mano hasta las cuerdas levantándome jadeando buscando un poco de oxigeno, el lugar, como si fuera poco se volvió eufórico.
Antes de separarme de las cuerdas noté una mano rozarme la pierna, me gire encontrando al ruso, Conway estaba a un lado de este mirándome, Viktor señalo su propio ojo, seguido de aquello me señalo con la cabeza al hombre.
Me gire dejando de verles caminando al centro del ring, Viktor me dijo que le mirara, que buscará su punto débil.
¡La nariz!
Me grito mi conciencia mientras esquivaba como podía los ataques, hice el amago de intentar golpear su rostro, este se cubrió, aproveche la apertura llevando mi puño completamente cerrado a sus costillas, este desprevenido retrocedió unos pasos, aproveche su aturdimiento para golpear con fuerza su nariz, Emilio cayó sobre las cuerdas sujetándose con dificultad, me observo con una pequeña sonrisa completamente adolorida, como si aquello no se lo hubiera esperado, pero le gustará.
Su nariz estaba rota.
Se separo de las cuerdas caminando hasta mi, los golpes parecían no tener fin, lleve mi antebrazo a su rostro de nuevo, aprovechando su debilidad al máximo, un quejido sonó de este cayendo de rodillas, me coloque detrás del hombre rodeando mi brazo en su cuello ahogándole con fuerza. No tarde demasiado en recibir unos toques en mi brazo.
Se había rendido... ¡Se había...!
Le solté bruscamente dejándolo caer con una enorme sonrisa ─, ¡El ganador es...! ─sentí como tomaban mi muñeca y la alzaban ─¡...Horacio!
La felicidad que sentí en aquel nanosegundo fue abrumadora, ¡Había ganado! Las risas salieron de mis heridos labios, sentí que me alzaban, Greco y Gustabo eran los causantes de aquello, a pesar del dolor no me queje, tan solo disfrute aquello.
Lo demás paso rápido, tanto que no sabría explicar, cuando quise darme cuenta estaba en el vestuario sentado en la banqueta, todo el dolor ya estaba en mi, la adrenalina se marcho, sentía que quería llorar, con un trapo intente limpiar la sangre de mis manos, Gustabo se había ido con el viejo a por mi dinero, Greco ayudaba a Emilio mientras se reía de él.
La chirriante puerta me indico que alguien había entrado, mire de reojo viendo que había el elegante ruso que ya conocía de sobra, me observo de arriba a abajo ─, Viktor ─le salude en un tono bajo concentrado en quitar la sangre de mis dedos. Volkov se sentó en la banqueta a un lado de mi.
─Buena pelea ─felicito en un pequeño murmuro quitando el trapo mojado de mis manos y llevando una mano a mi rodilla, me hizo girarme un poco para que me viera casi al completo ─podría haber racionado antes... pero a fin de cuentas fue buena.
Llevo el trapo a mis costillas suavemente me limpiaba mientras que con la otra mano la tenía en mi espalda observe de reojo cada acción que realizaba, mi cuerpo estaba expectante, en mi estomago rugían miles de leones.
─¿Cumplí sus expectativas? ─le susurré.
Sonrió cínicamente subiendo lentamente a mi pecho ─. Las ha sobrepasado.
La mano de su espalda subió hasta mi nuca, este me obligo a que le mirara, su azulada mirada me examino, llevo el trapo, ahora algo ensangrentado a mis labios, yo le observaba fijamente al ruso.
Me tenía en sus pies, yo lo sabía, y él también.
Dejo el trapo entre mis piernas y lentamente volvió a subir la mano, posiciono su dedo pulgar en mi labio inferior, mientras que su mano en mi nuca era firme, note como nuestra distancia se acortaba lentamente, sentía la tensión entre nosotros.
─Aun que... ─su voz era baja, algo ronca ─sigo afirmando que se le da mejor bailar.
Nuestros labios se rozaban ─, puedo bailarte, solo tienes que... pedirlo.
Estábamos tan cerca que nuestras respiraciones se entremezclaban, todo parecía ir tan bien.
─¡Treinta de los grandes! ─gritó alguien acercándose a la puerta, el chirrido de esta nos confirmo que habían entrado, me aleje rápidamente de Viktor nervioso girándome a ver, Gustabo estaba quieto observándome, en su mano había un fajo de billetes y en la otra una botella alcohólica. Me había pillado. Mierda ─, el chaval que le has partido la cara nos ha invitado a una fiesta mañana, ¿Vamos, no? Hay que celebrar que has ganado.
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Damned. VOLKACIO.
FanfictionTodos alguna vez hemos dicho basta a nuestros malos vicios. Yo lo intente, quería salir de aquella vida. Los santos, lo que parecía ser mi salvación y terminó por ser mi peor tortura. Aquella ciudad sería mi antes y después. Lo sabía. ─¡Joder Gustab...