El invierno en aquella casa no se notaba tan latente, la calefacción de aquel lugar me llegaba a transportar a un caluroso verano de Los Santos, eso era un gran punto a su favor si nos ponemos a pensar adecuadamente. Aunque la reconfortante calefacción no me salvaba del frío estetoscopio que estaba en mi espalda haciéndome sentir un gran escalofrío ─inspira... ─murmuró la voz pensativa del doctor muerte, lentamente hice lo que me pidió ─...expira... ─Claudio asintió quitándose estetoscopio y dejandoselo colgando en el cuello, me miró unos segundos para después centrarse en la ficha que estaba en la mesa, escribió algo en esta ─Bonito tatuaje ─halago para, seguido de aquello dejar de escribir y de nuevo mirarme ─, veo que es reciente, ¿Cuando lo hiciste? ─me pregunto de manera amable examinándome con aquella azulada, y ardiente mirada, me observaba con sumo detenimiento.
─Ayer en la fiesta ─le sonreí con ilusión, Claudio asintió para girarse a la estantería y agarrar una crema, leyó el bote para luego venir hacía mi, posandome en mi espalda, note su respiración chocar con mi desnudo torso.
─Supongo que aun no lo habras cuidado ─afirmó, en aquel instante sentí su mano y aquella helada crema, me arquee levemente ante la impresión de la fría crema, este me detuvo posando una mano en mi hombro ─me gusta ─dijo en tono bajo esparciendo lentamente la crema, como si estuviera acariciándolo delicadamente.
—Es bonito, eh... nos costó mucho elegirlo —sin saber por qué, me arrepentí de haberle dicho aquel plural.
—¿Quién lo eligió contigo? —preguntó para darle una última pasada y quitar ambas manos de mi cuerpo.
«Viktor»
Fue lo que mi cabeza gritó repetidas veces, como si de un animal enjaulado tratase.
—Ah, eso no importa —le quite importancia girándome a verle, aún que la cercanía era demasiada, tanta que la sorpresa estaba en mi, hice el amago de alejarme para darle su espacio, mas su mano se posó en mi mejilla deteniéndome casi de inmediato.
—De todas maneras es tan precioso como tú —alago una vez más acariciando con su dedo pulgar mi rostro lentamente. Trague grueso observándole, su mirada no se alejaba de la mía —Horacio —me llamo en un susurro —¿Seguro que estas bien aquí? —fue una pregunta que no tenía nada que ver con lo que hablábamos, pero era fácil de entender a lo que se estaba refiriendo.
—Claro que sí, ¿Por que no estarlo Claudio?
—Por que un día estás bailando tan alegremente, otro desapareces por semanas, de repente reapareces y te vuelves parte de una mafia —todo aquello era dicho en un tono bajo, no me replicaba, parecía estar preocupado.
Así era Claudio, un chico que me cuidaba más que yo mismo me cuidaba, alguien tranquilo y paciente con mi persona. Claudio era sin dudas un hombre milagroso. Alguien que quería y apreciaba.
—Está todo bien —aseguré con sinceridad —, estoy perfectamente, mírame.
Fue mal ejemplo, pues aún estaba algo maullado de aquella pelea, pero ambos entendimos a lo que me "refería".
—¿Seguro? —susurro posando la otra mano en mi otra mejilla acercándome más a él, asentí un par de veces —, vale... —note como se acercó y sus labios rozaron con los míos, por inconsciencia me alejé, este confundido separó un poco las manos de mis mejillas, aún sintiendo el roce de sus palmas —, eh... perdona —se disculpo aún más confundido de lo que estaba con su ceño levemente fruncido alejando su rostro del mío, examinándome.
No solo éramos buenos amigos, aquello lo reconocía, había teñido encuentros con la mayoría de médicos y algún que otro agente de policía esporádicamente, aún que mi persona favorita siempre fue Claudio, al punto de quererlo y respetarlo. Alguien que no solo podíamos disfrutar, si no confiar en el otro.
—Me duele el labio —me excusé.
Sin saber por que, aquella mentira salió sola de mis labios, por que aquello yo sabía perfectamente que no me dolía, sencillamente me había tirado hacia atrás.
—¿Quieres que te recete algo? —me preguntó en un tono tranquilo, negué con la cabeza, este tan solo asintió dando unos pasos hacia atrás, le sonreí nervioso agarrando la camiseta, para segundos después ponérmela con su atenta mirada.
—Muchas gracias Claudio por la ayuda y... eso —me sentía un poco incómodo, pero aquello era normal viniendo de esa situación, pero extraño viniendo de nuestra relación. Todo se había complicado en tan solo un gesto casi cotidiano de ambos.
Camine hasta la puerta, pero su voz me interrumpió antes de abrirla —, ¿Te gusta Viktor?
La sorpresa me fue asfixiante, girándome de medio lado a observarle, Claudio estaba sentado sobre su mesa con dolor en su rostro, como si aquella pregunta hecha hacia mi persona le hubiera quemado infinitamente —¿Qué? ¿Qué pregunta ha sido esa?
—Te gusta —ahora afirmó en un tono más seguro pero decaído.
—¡Eso no es cierto! —exclamé ansioso dando unos pasos al doctor.
Si que era cierto. Pero jamás lo admitiría.
—Claro que lo es —me señaló con su mano —, ¿Desde cuando te has alejado tanto de mi? Yo pensaba que te habías alejado de mi por algo que te había hecho, y algo así. Pero le miras con los mismos ojos que me mirabas a mi.
Fue ahí cuando pude oír todo el dolor que podía sentir aquel hombre, que alguna vez quise hasta la saciedad.
—Claudio... —siendo honestos no sabía que decirle, solo tiraba el extremo de mi camisa arrugándola nervioso.
—Tu y yo sabemos que me gustas, pero tú nunca me dijiste lo mismo, tampoco nuca has actuado así de nervioso por una pregunta de este estilo... —el doctor dejo de mirarme, observando sus piernas, entendí que estábamos distanciándonos, y que el daño que le hacía me generaba una tristeza inigualable.
—Claudio perdóname —le pedí caminando hasta este para darle un abrazo —, solo estoy confundido, pasó mucho tiempo aquí y no he tenido oportunidad de salir y ver el mundo tranquilo. Siento si te he hecho sentir así y...
Sus brazos me acariciaban la espalda apoyando su frente en mi hombro, seguía sentado —, no quiero que nada de esto nos aleje —me pidió tirando de mi camisa para alejarme y mirarme —, si te preocupa algo, sea lo que sea, quiero saberlo, no pienses si me dolerá o no —su mirada era lastimosa, mientras que sus palabras eran determinadas, asentí lentamente observándole.
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Damned. VOLKACIO.
FanfictionTodos alguna vez hemos dicho basta a nuestros malos vicios. Yo lo intente, quería salir de aquella vida. Los santos, lo que parecía ser mi salvación y terminó por ser mi peor tortura. Aquella ciudad sería mi antes y después. Lo sabía. ─¡Joder Gustab...