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Los días de inmensa oscuridad me aturdieron, encadenado a una pared en aquella oscuridad de plata me hacían sentirme levemente intimidado, quería irme de allí, pero unos pares de ojos azulados no me quitaron la vista nunca, me vigilaba de vez en cuando, observaba mi sufrimiento con indiferencia, le imploraba diciendo que era alguien inocente, los dos sabíamos del calibre de aquella mentira.
─¿Es consciente que usted es el que pierde, cierto? ─murmura su voz fría lanzando el pan duro a la bandeja de plata.
Deshidratado, hambriento, así me hallaba desde hacía días.
─Jodete... ─susurre sin fuerza, estaba colgando de aquella pared, mis pies al sexto día dejaron de sujetarme.
─Yo no me jodo ─alce el rostro levemente, veía borroso, una sonrisa suya me dio escalofríos ─El que se jode es usted, qué se muera no nos importa en absoluto.
─Claro... ─susurre con voz ronca sonriendo, deje caer de nuevo mi cabeza observando el suelo, bajo de mi un charco de sangre.
Unos pasos resonaron, una mano pálida toco mi mentón jalandolo, se veía un sonriente ruso inclinado mirándome como si fuera un juego ─, ¿De verdad se cree tan importante? ─preguntó con burla sin dejar de verme a los ojos.
Cerré los ojos unos segundos intentando obtener mis pocas fuerzas ─, no me lo creo ─le sonreí levemente, sin fuerza ─, ¿Sabe por qué? ─le susurré haciéndole un gesto con la mano encadenada sobre mi cabeza, este se acerco un poco ─. Por que lo soy ─una ronca risa sonó de este separándose de mí y dejando de sostenerme el mentón, lo alce para observarle ─, ¿Te causa gracia una realidad?
─Me causa gracia su chiste.
─¿Qué es un chiste? ¿Por qué si no me tendrían aquí? Si no fuera útil me habrían matado, ¿Para que tener un cuerpo en un lugar si no es para hacer algo? ─me reí levemente, una risa que rasgó mi garganta, tosí de inmediato, sentí un sabor metálico en mi boca, con pocas fuerzas escupi la sangre y le volví a observar con mis labios ensangrentados ─, no soy imbécil... estaba en este mundo de mierda, he estado en esta situación muchas más veces de las que creen, este es uno de los más lujosos de los que estuve. Le daría un... siete de diez, siendo generosos —me encogí de hombros lentamente volviendo a cerrar los ojos.
Escuche su risa, parecía haberle gustado aquella respuesta más no quise verle de nuevo. Entonces se agacho y vi de reojo como abría los grilletes de mis tobillos, la sorpresa levemente me invadió, el hombre sin siquiera verme se levantó, y alzó un poco sus brazos hacia mi mano, sentí una mano fría en mi muñeca, alce la mirada viendo como desencadenaba los grilletes de estas, al ser liberada, deje caer sobre el hombro del ruso mi brazo mientras éste continuaba con la otra, parecía no haberle importado, una segunda fue liberada y todo mi cuerpo se sujetó por aquel ruso, le abrazaba débilmente con la fe de no caer, el desconocido giró su rostro haciendo que nuestras narices rozaban, mi cuerpo parecía temblar involuntariamente, pero aquella paz y contacto no duró; este dio varios pasos hacia atrás quitando mis brazos de sus hombros, caí con brusquedad al suelo, a sus pies irónicamente, con dificultad me apoye en mis codos observandole, se veía tan magistral desde donde le veía.
Una pequeña sonrisa cínica se asomo, y para colmo aquello me hacía observarle embelesado, se acuclillo cerca de mi, los mechones grisáceos cayeron sobre su rostro ─, no me gusta darle la razón a las... ─me observó unos segundos buscando las palabras ─...personas, pero es correcto, usted es util ─llevó lentamente la mano en mi dirección con su dedo índice alzo mi mentón ─, es útil, pero no confiable ─su otra mano quito un mechón de mi cara, su rodilla estaba sobre el cemento, aquello me tenía paralizado, solo miraba los ojos del hombre como si un hechizo me hubiera lanzado ─¿Puedo confiar en usted? ─alzó un poco su mentón con altanería pero permitiendo ver aquellos oscuros ojos azules.
─No soy confiable ─le asegure en un susurro.
─No le pregunto si es confiable, le pregunté si puedo confiar yo en usted.
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Damned. VOLKACIO.
FanficTodos alguna vez hemos dicho basta a nuestros malos vicios. Yo lo intente, quería salir de aquella vida. Los santos, lo que parecía ser mi salvación y terminó por ser mi peor tortura. Aquella ciudad sería mi antes y después. Lo sabía. ─¡Joder Gustab...