26.EL REGALO DE GRECO.26

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Tensión, de aquella manera podría decir exactamente cómo estaba todo, en una completa y jodida tensión, que arañaba tu espalda arrastrándote hasta lo más profundo de tu ser. Gustabo había decidido no tomarme la palabra, tampoco me miraba, y yo tampoco es que lo buscara, había una gran brecha entre nosotros, una gran y profunda brecha llamada; «Mentira»

Sentí como alguien me daba un codazo, parpadeé varias veces, haciendo que de nuevo la música fuera escuchada por mi, no era muy alta, pero lo suficiente como para tener que acercarte demás para escuchar lo que el contrario diría —, ¿Vas a quedarte como un muerto viviente en mi cumpleaños? —se quejó Greco, me digne a mirarle, ahora un tanto apenado.

—Me quede divagando en los pensamientos —reconocí volviendo a mirar al lugar, buscando algo, u alguien, aún que mi búsqueda fue en vano, y lo que buscaba, no se encontraba tan accesible a la vista.

—Sea a quien sea que buscas, puedo asegurarte que aquí abajo no están —el barbudo tomo mi brazo arrastrándome —, tenemos un reservado arriba, no nos mezclamos con ellos —explicó señalando a las personas de manera despectiva que, tan solo disfrutaban.

—¿Habéis alquilado un reservado? —pregunte con cierta ilusión, jamas había ido a uno, aún que todos me habían descrito que era algo que te hacía ver inalcanzable.

—Hemos —me corrigió pasando entre dos guardias que custodiaban la subida de unas escaleras, comenzamos a subir, fue ahí que antes de llegar a la planta me soltó rápidamente el brazo, como si fuera fuego y terminamos por subir, confirmando algo que me habían asegurado, llevaba tan solo unos segundos, y me sentía como un semi/dios millonario, podía soñar todo lo materialista del mundo, pero era la primera vez que tenía que bajar la cabeza para ver quien estaba bajo mia, y no subirla para ver quien estaba en el balcón observándome con superioridad, sin pisotones, ni empujones.

Tome la decisión de dejar de observar a las personas que disfrutaban, para girarme a observar aquel reservado, no era el más grande, habían un enorme sofá de cuero negro, y en medio de aquella sala una barra, por los laterales había una pequeña barra donde una coctelera estaba allí. Conway y Gustabo, hablaban, me fije, que también estaban Emilio y Pablito, junto la coctelera, parecían estar discutiendo. Suspire, tan solo quería irme a casa.

—Habían dos reservados —apareció a un lado greco, desde aquí arriba la música no era excesivamente alta, se podía mantener una conversación —, uno era este y el otro era enorme, y más insonorizado —me explico —, iba a tomar el grande, pero me recomendaron que eligiera este, ¿Tu sabes utilizar el tubo, no?

Fruncí el ceño un poco, con una media sonrisa —¿Quien te recomendó que eligieras este?

—Yo —dijo obvia otra voz, giré mi rostro lentamente, observando al ruso, este camino hacia Greco, colocando su brazo sobre los hombros de este —No pude evitar decirle que esté sin duda se adaptaría a usted, Horacio.

—¿No planearán de verdad que baile? —pregunte cruzándome de brazos, observando a cada uno, no podía ocultar la media sonrisa que se asomaba, dentro de aquella frustración y tensión, pude sonreír unos segundos de manera tranquila.

—Obvio, ¿No lo harás? —dijo Greco con una genuina sonrisa.

—Por supuesto que no.

—¿No lo hará ni por nuestro cumpleañero Greco? —movió a quien tenía agarrado sin dejar de observarme, parecía ser él quien prefería que aquello sucediese.

—Mis servicios son demasiado caros, ¿No habréis pensado de verdad que lo haré gratis? —Viktor se separó de Greco, y se miraron a los ojos durante unos segundos —¿Qué? —pregunte confundido observándoles con más atención.

Ambos amigos se acercaron a mi, Greco se posicionó delante —, siempre he querido saber como se mueve Horacio, algo rápido —me pidió amablemente, mientras sentía como me quitaban la chaqueta, giré mi rostro viendo al causante, aquel ruso.

—Estoy seguro que no le ha comprado un regalo a Greco —afirmó, haciendo que cerrase los ojos con fuerza, no le había comprado nada en lo absoluto, en mi defensa diré que ni siquiera sabía nada —, esperable —dijo adivinando mis pensamientos, dejó la chaqueta en uno de los sofás sin dejar de verme —que menos que regalarle a su amigo, lo que le pide.

—Veo que estás muy volcado en hacer realidad lo que tu amigo quiere.

—Soy un buen amigo, que quiere que diga —Greco tiro de mi brazo haciéndome caminar hasta la barra, a este punto de la noche, todos parecían haber estado escuchando la conversación, por como observaban cada uno de mis gestos, llevaba tanto sin tocar una de estas, que sutilmente las manos me temblaban, y no estaba muy seguro de si por no hacerlo bien, o era por quien me miraba.

Desaparecida, pero aquí estoy, el próximo capítulo se vendrá con fuerza. Comentad y lo traeré.

27.LA TRAICIÓN DE HORACIO.27

Damned. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora