23.MICHELLE.23

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—¡Son las tres de la mañana! —exclamé siendo arrastrado por los pasillos de la mansión aún en pijama y altas horas de la noche, sin duda lo único que deseaba era volver a mi cama aun que fuera lo ultimo que hiciera — ¿Dónde coño me llevas? —el ruso seguía sosteniendo mi muñeca con fuerza llevándome sin piedad de mis innumerables quejas, fuera de la habitación aún se podía notar la brisa, un tanto helada, de la noche.

—¿No le ha dicho su hermano que venían a visitarnos por el asunto de... esa nota? —preguntó obvio sin siquiera mirarme, se detuvo en seco haciendo que chocara contra este, gruñí cansado dejando mi frente apoyada en su espalda, Viktor ni siquiera se movió tal vez esperando a que lo hiciera yo.

—¿Y por que a las tres de la mañana Viktor? —le pregunté, casi imploré, como si él pudiera cambiar aquello mágicamente, que tal vez podría, pero que estaba seguro que jamás lo haría —¿Qué pinto yo en esta historia?

Escuche un suspiro suyo soltando mi muñeca y dando un paso hacia delante, haciendo que dejara de apoyarme en este, se giró un poco, observándome con aquella imponente mirada, que en algunas ocasiones, me hacía sentir jodidamente nervioso —, ¿Qué pinta usted? —preguntó con un poco de gracia quitandose la chaqueta de su traje sin siquiera apartar la mirada de mi —, voy a fingir que no he oido esa estupidez, ¿De acuerdo? —podría notar el humor de sus palabras, se giró al completo y camino hasta mi, sin preguntarme siquiera lo que diría, puso la chaqueta sobre mis hombros, me miro por unos largos segundos, debatiéndose algo internamente, hasta que al fin las palmas de sus manos estaban sobre mis mejillas como si aquella acción que había intentado reprimir simplemente le había ganado a él mismo —¿Aún le duele? —su mirada estaba en mi nariz, con su dedo pulgar la rozó lo que causó una gran mueca de dolor.

—¡Claro que si joder! —exclamé mirándole de mala manera agarrando su muñeca, este aún mantenía sus manos sobre mi.

Su mirada pasó por mis ojos, bajo lentamente hasta mi nariz y luego volvió a subir a mirarme —, está dando muchos problemas, ¿Lo sabe, cierto? —miro mis labios sin siquiera ocultarlo, por inercia mire los suyos.

—Vik... —mi voz se callo ante el ruido de unas grandes puertas siendo abiertas.

—¿¡Tanto has tardado!? ¡Joder Horacio! —exclamó alguien, Viktor quitó sus manos de mi casi como si fuera fuego y le estuviera quemando, se giró para mirar a la voz ocultándome de quien hablaba.

—Si me hubieras avisado —le recordé cínicamente posando las manos en las mangas de la grande chaqueta, de espalda me era un tanto ajustada, mientras que de mangas me sobraba bastante tela, me coloqué junto a Viktor observando a Gustabo, este igual que yo estaba en pijama pero al menos estaba peinado.

Gustabo me miro unos segundos seguido de hacerme el gesto de que entrará, decidí, con suma pereza entrar a la sala encontrándome con una mujer pelirroja sentada frente a Conway en un amplio y lo que parecía ser cómodo sofá , ambos fumaban mirándose fijamente, podía notar la gran tensión del ambiente que hasta a mi me ahogaba.

—¿Enserio nos ha reunido a todos a esta hora? —preguntó con desinterés y mal humor la mujer desconocida, tiro la ceñida a un gran cenicero, se giró a verme enarcando una ceja, de nuevo miro a Conway —, dime de una puta vez que pasa.

Viktor me dio un leve empujón indicándome que me sentara, caminé lento hasta el sofá donde Conway se encontraba, el viejo saco del porta folios una imagen posándola en la mesa, mi mirada fue a esta, en ella se podía ver como hablaba con la pelirroja desconocida de la cafetería, mi mirada fue a Viktor, sabiendo que había sido él quien la había tomado.

—Creemos que Julia continúa viva Michelle —hablo seriamente, la mujer, ahora llamada Muchelle bajo la mirada a la imagen y luego la subió enarcando una ceja.

—¿Me has llamado para esto, enserio? —preguntó cómo si Conway fuera un demente y ella una persona muy razonable, entendí que aquello daría a una larga e intensa charla —, ya hemos pasado por estas especulaciones más veces, de hecho esta es la cuarta vez que se te pasa por la cabeza —se inclinó a la mesita agarrando la foto y mirándola —¿Ves una pelirroja de ojos azules y ya crees que está viva? —apagó el cigarro que yacía en sus dedos en la imagen sin dejar de mirar al viejo —, Julia esta muerta Jack, déjala descansar en paz de una vez a mi hermana.

Hermana... aquella mujer era la cuñada de Conway, se parecía bastante a su hermana debo de admitir, supe que con esa única palabra aquella mujer estaría más presente, y por lo tanto, una nueva persona molesta a la que soportar, por que siendo honestos, tenía la misma personalidad de mierda que el viejo.

Conway tomó su muñeca con fuerza mirándola con fiereza, podía notar su determinación mezclada con la confusión del momento, parecía que se aferraba aquella idea como un clavo ardiente —Eso creía yo, gilipollas —dijo brusco apartando la mano de la mujer de un manotazo, señaló el rostro de la mujer retratada a traición —, esta mujer es mi esposa, o al menos tengo mis putas sospechas —aseguró con determinación —, no perdemos nada buscándola Michelle, ¿No te parece demasiada coincidencia? Tiene los mismos putos rasgos de ella y se llama Julia, ¿Necesitamos un letrero luminoso que diga «Sigo viva»?

La mujer estaba callada, tanteando las fichas puestas en su tablero, agarre los extremos de la chaqueta no perteneciente a mi persona tapándome a un más, observé a Gustabo, estaba junto aquella mujer mirando con suma concentración la imagen de la mesa, parecía estar divagando en sus pensamientos —Gustabo —le llame en un tono bajo intentando no romper la atmósfera, un tanto tensa que se tenían aquellos, pero mi hermano no reaccionó a mi llamado, me incline apoyando mi mano en la mesa, giré de su chaqueta en un pequeño movimiento, Gustabo se giró a verme, en su mirada se notaba la confusión, fruncí mi ceño al verle —¿Qué pa...?

—Si tanto insistes la buscaremos, y cuando te choques con la realidad entenderás —hablo de nuevo la mujer, note como tiraron de la chaqueta volviendo a sentar bien, supuse quien habría sido la persona, por lo que ni siquiera me tome la molestia de mirar al responsable, estaba ocupado observando a mi hermano analizando aquel rostro —, cuando te des una buena hostia con la verdad dejarás de joderme con el tema de Julia —el silencio tenso se hizo presente, incómodadome casi al completo —, a mi también me duele Jack —aseguró intentando romper la incomodidad —, perdí a mi hermana, a mis sobrinos, vi como mi cuñado empezaba a perder el juicio y la paciencia, claro que me duele, pero simplemente debemos vivir con ello.

Conway se levantó —, cuando la encontremos te darás cuenta que no soy un lunático.

(...)

Jack eres un lunático atrás.

Comentad y habrá otro.

Avance:

Hoy no hay avance, para dejaros con la intriga.

Damned. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora