Capítulo 26- "Apuestas"

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Zadkiel

Cuando Madie fue raptada por su hermano, Kate comenzó a molestarme como ya era su costumbre.

—Zadkieeee— dijo jugando con las manos.

—Dime, mi querida anciana— respondí con una sonrisa burlona.

Ella rodó los ojos pero igual que yo, puso una sonrisa —Me agrada mucho esta chica, por favor no lo vayas a arruinar—

—Exactamente lo que tu hermana dijo— añadió mi madre.

—¿Qué he hecho para que digan esas cosas?— les respondí divertido.

—Nada— dijo Kate con una mueca —Y ese es el punto—

—Y con eso quieres decir que...— intenté entender lo que estaba diciendo.

Kate volteo a ver a mi padre mientras me señalaba —Te dije que no lo iba a entender, ahora págame—

Mi papá de mala gana sacó un billete de gran cantidad de su cartera y se lo dió a mi hermana.

—Lo que te quiero decir es que...— comenzó a explicar Kate, pero Erik la interrumpió agarrando su mano.

—NOOO, no le digas, yo quiero apostar también— dijo muy sonriente sosteniendo la mano de Kate, lo que me hizo alzar una ceja.

Erik se giró a mirarme y cuando vio mi rostro soltó rápidamente a mi hermana y se aclaró la garganta —Bueno yo digo que apostemos sobre cuanto tarda en entenderlo—

—Hecho— dijo rápidamente Kate —Pero primero, ¿de cuánto estamos hablando?—

—Yo digo que 50— mencionó mi padre, aparentemente ya entrando también a la apuesta.

—No, mejor 100— propuso Kate.

—Yo 10— dijo Adrien. El pequeño manipulador también se aprovechaba de mi.

—¿Y 75?— preguntó Erik.

Y así comenzaron a discutir sobre cuánto apostarían, yo me estaba divirtiendo mucho escuchando su pelea a pesar de que se beneficiarían a costa mía.

Mi madre había estado callada todo ese tiempo y simplemente los observaba, yo creí que en algún punto detendría su absurda riña, pero en lugar de eso vi como agarró un pan que estaba sobre la mesa y lo partió en tres pedazos para después meterle un pedazo a cada uno en la boca, logrando que se callaran.

—Bueno niños, si ya dejaron de discutir quiero proponerles algo— dijo sonriendo.

—¿Mamá tú también?— pregunté un poco ofendido.

—Shh querido no interrumpas— dijo y no tuve más remedio que obedecer —Como les estaba diciendo quiero unirme a la apuesta, pero les propongo que en lugar de apostar dinero, apostemos castigos— terminó con una sonrisa maligna.

—Me gusta como piensas Martha— mencionó Kate rodeándola con un brazo.

—¿Entonces?— preguntó mi madre pareciendo jefa de una mafia o algo.

—Yo entro pero, ¿Qué clase de castigos?— preguntó mi padre.

—No tiene emoción si los decidimos desde ahora gruñón— mencionó mi madre agarrando la mejilla de mi padre —Los castigos los tiene que decidir el que gana— 

—Yo acepto, y digo que tardará 2 semanas en entender— dijo Erik.

—Zadkie es un poco lento, yo digo que será un mes— soltó Kate negando con la cabeza.

—Lo es pero... esta vez diré que tardara solo 1 semana— dijo mi padre muy sonriente.

Mi madre me observó por un momento mientras los otros tres esperaban su apuesta.

—Tardará solo 2 días en entender— dijo ella con tranquilidad.

—Mamá lo siento pero tengo que decirte que ya perdiste— mencionó riendo Kate.

—Ya veremos— contestó con esa malvada sonrisa.

Seguimos hablando un rato más sobre tonterías, anécdotas y cosas sin sentido, hacía mucho tiempo que no me sentía como en ese momento... que no me sentía feliz.

En algún momento la música comenzó y mis padres se levantaron a bailar, el pequeño Adrien salto de los brazos de Kate para ir con ellos a la pista de baile, lo seguí con la mirada viendo como hacía movimientos extraños que me provocaba risa.

—¿Quieres bailar bebé?—preguntó Erik y pensé que estaba jugando conmigo como siempre pero me sorprendió un poco cuando vi que mi hermana se levantó de su asiento llevándoselo con ella.

Me quedé sentado solo en la mesa, comencé a buscar a Madie entre todos pero no la pude ver, había mucha gente en la pista de baile y eso dificultaba mucho encontrarla.

Me levanté dispuesto a hallarla, pasando entre las alegres personas que bailaban y reían, en ocasiones era empujado o zarandeado pero traté de avanzar rápido.

Un poco lejos de mi divisé una cabellera pelirroja así que me encamine hacia ahí.

Cuando estaba a punto de tocar su hombro fui empujado nuevamente, solté un grito que hizo que esa persona se girara, dejándome ver a una mujer muy parecida a Madeleine pero más adulta.

Sus facciones eran finas al igual que las de Madie y su cabello un poco más corto, pero lo que más destacaba eran sus ojos color verde brillante.

—¿Estás bien?— preguntó con esa esencia maternal que percibía en mi madre.

—Si claro, gracias— respondí sonriéndole.

—Parece que no eres muy buen bailarín eh— dijo sonriendo también.

—De hecho soy muy bueno, solo fue un pequeño tropiezo— bromeé acercándome a ella.

—Pues eso tendré que verlo, ¿Bailamos?— me preguntó tranquila.

—Sería un honor— dije ofreciéndole mi mano, ella la tomó y nos acercamos más a la pista.

Comenzamos a bailar al ritmo de la música —Soy Zadkiel Jonhson, por cierto— me presenté con la mujer.

—Mi nombre es Jade Fersi— contestó alegre.

Como lo supuse, la adorable mujer era madre de Madie, me pareció una persona muy agradable y pude notar que desprendía mucha energía. 

—Puedo ver de dónde sacó Madeleine su belleza—  le dije.

—Muchas gracias chico adulador, ¿Alguna razón para querer caerme bien?—  preguntó divertida.

—Emmm y-yo— comencé a ponerme nervioso.

—Tranquilo chico, ya sé que tú y Madeleine andan en algo— me sonrió con diversión.

—Nosotros no...—

—Lisa ya me lo contó todo, no trates de negarlo Zadsito—

—Bueno si, pero le decía en serio que veo mucho de Madie en usted, excepto por sus ojos son...— comencé pero me interrumpió.

—Verdes, lo se, solo Marcus heredó mi color de ojos, los de mi niña son los ojos de... de su padre— dijo con una mueca.

Como vi que el tema le incomodaba decidí hablar de otra cosa —¿Puede decirme algún miedo gracioso de Madie? ella no deja de molestarme con mi miedo a las arañas— sonreí al pensar en su sonrisa.

—¿Crees que traicionaría así a mi propia hija?— preguntó alzando una ceja y me sonroje por la vergüenza.

—N-no yo solo...— dije pero ella comenzó a reír.

—Pues claro que lo haré, pero debes prometer no decirle que yo te lo dije— le sonreí asintiendo, escuché atentamente lo que me decía haciendo que mi sonrisa se hiciera más y más grande.

Otra oportunidad para el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora