Capítulo 34- "Pánico"

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13 de Mayo 2020

Madeleine

—¿Ya encontraste asistente?— preguntó Lisa sentándose a mi lado en el sofá.

—No— respondí haciendo un puchero —Y estoy demasiado llena de trabajo sin ayuda—

Era mitad de semana, pero yo ya quería que terminara mi agonía, mi mente no podía lidiar con el exceso de trabajo y con el miedo por el acosador que envió el extraño paquete. Decidí contarle solo a Lisa sobre eso que recibí aquel viernes, ella —al igual que Marcus— se preocupó demasiado y me pidió que llamara a la policía, pero también decliné su oferta.

—¿Nadie se ha postulado? — mencionó llenándose la boca de palomitas.

—Ese no es el problema, han asistido a entrevistas, pero nadie cumple con lo que quiero— dije comiendo también.

—Es que nadie va a ser como Cleo, tienes que abrir tu mente un poco más Mad— dijo con una mueca —A ver, déjame pensar en alguien que tenga tiempo libre para ayudarte—

Moví mi mano para que continuara, pero se quedó pensando un momento.

—¿Y mi prima Estela?—

—No, Estela no, es un poco torpe— hice un mohín —¿Recuerdas cuando en tu fiesta de 19 años derramó soda sobre mi, destruyó tu pastel, incendió el adorno de la entrada y le tiró el peluquín a tu tío Fred sobre la fuente?—

—Yo dije que pensaría en personas libres, más no útiles— se encogió de hombros —¿Y Mónica?, la que solía ayudarle a mi abuela en el asilo—

—Muy habladora—

—Mmmm ¿Y Blair?, la chica que conocimos en esa fiesta de...—

—Demasiado intensa—

—¿Y Rick?, el chico con el que salí para poder ir a aquel concierto—

—Muy serio—

—Madeleine no puedo ayudarte si no abres tu mente a las posibilidades— se estresó Lisa.

Suspiré frustrada.

Mis estándares tal vez si estaban un poquito arriba por tener a Cleo como referencia, pero Lisa tenía razón y nadie iba a ser jamás como ella.

—Es que no quiero elegir a cualquiera— me crucé de brazos —Supongo que tendré que esperar—

—Supongo que si Mad, pero tranquila que para cuando menos lo esperes tu asistente ya estará salvándote de trabajar—

—No es que no quiera trabajar— me reí estirándome —Pero es demasiado para mi solita—

—Osa osa mentirosa, mejor admite que eres una floja que odia tener que ir por su propio café— mencionó haciéndome soltar una carcajada.

—El café a domicilio también es una ventaja— sonreí levantando mis cejas.

Seguimos mirando la televisión un rato más mientras nos terminábamos las palomitas juntas, desde que Noah se había mudado pasábamos mucho más tiempo en la televisión.

—Oye recuérdame, ¿A que hora querías que me fuera? — preguntó mirando su reloj.

—A las 7, Zad llegará como 7:30— respondí y ella asintió levantándose del sofá.

—Pues ya son las 6— dijo y me levanté de golpe, tenía que bañarme y arreglar un poco el desastre que era mi aspecto.

Corrí a mi habitación para buscar mi ropa, comencé a sacar y aventar todo a la cama.

¿Falda? No, muy incomoda para solo pasar el rato aquí. ¿Vestido? No, demasiado formal. ¿Leggins? NO, ni pensarlo. ¿Pantalón? No, tenía demasiado calor.

—MAD, ¿AÚN QUEDA HELADO EN LA NEVERA? — escuche a Lisa en la cocina, le iba a responder que sí, pero volvió a gritar —OLVIDALO YA LO ENCONTRÉ—

¿Short, blusa negra y mis botas? Si, perfecto. Cuando por fin encontré el outfit ideal me dispuse a ir al baño para tomar una ducha, estaba ya en ropa interior, pero la imagen del delicioso helado cruzó mi mente, así que mi nueva misión era ir con Lisa por una cucharada rápida.

Llegué a su lado y la maldita ya iba por la mitad del envase, me incliné sobre el respaldo de sofá y abrí mi boca para que Lisa entendiera que quería un poco.

Mi mejor amiga tomó una cucharada y me ofreció, estaba a punto de pedir una más antes de irme cuando tocaron a la puerta.

Solté un chillido —Ay no, ¿y si es Zadkiel? — comencé a entrar en pánico, di varias vueltas y terminé agachándome para estar detrás del sofá.

– ¿si sabes que no te podría ver con la puerta cerrada? Además ni siquiera sabes si es él— rodó los ojos y se levantó para abrir la puerta.

Corrí al baño y solo asomé un poco mi cabeza.

Lisa abrió la puerta y me escondí completamente.

—Mad no hay nadie— dijo y escuché que cerró la puerta —Pero dejaron algo—

Me puse mi bata rápidamente saliendo de mi escondite y me acerqué a ella. Tenía en las manos una caja un poco grande, la puso sobre la barra de la cocina para inspeccionarla mejor.

—¿Tiene remitente o algo? — pregunté.

—Parece que no, solo tiene tu nombre escrito aquí— señalo la parte de arriba de la caja y leyó —Madeleine Laia Fersi Brunnet...—

Lisa puso una mueca —Nunca me gustó tu segundo apellido— mencionó arrugando la nariz.

—Lisa eso no es importante ahora, yo no pedí nada, no esperaba ningún paquete— dije con voz temblorosa.

—Esto es muy raro.... Lo abriré— dijo muy decidida.

Comenzó a quitar las cintas que mantenían cerrada la caja y cuando la tapa se abrió un poco, un olor extraño me hizo dar varios pasos hacia atrás. Lisa solo se tapo la nariz con la mano, pero se quedó en su lugar.

—¿Qué hay? — pregunté impaciente. Lisa no me contestó mientras abría por completo la caja.

—Mierda— masculló y mi curiosidad me hizo acercarme de nuevo.

De inmediato lamenté hacerlo, dentro había una muñeca de trapo separada por la mitad, tenía el cabello rojo y los ojos azules. Muchos gusanos pequeños salían de ambas partes de la muñeca, era asqueroso y aterrador.

—Hay un sobre aquí— dijo Lisa con cautela, tomó el sobre y rompió el sello. Sacó algo, pero yo estaba enfocada en la muñeca, en cómo los gusanos se retorcían y movían alrededor. En el hecho de que tuviera mi color de cabello y ojos.

—Amm, Mad— Lisa me toco el hombro y me entregó la hoja que había dentro del sobre.

Me congele y un jadeo salió de mi garganta. "Pronto serás tú y no la muñeca", estaba escrito.

Otra oportunidad para el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora