29.Letras del corazón.

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William.

La mire escribiendo en su cuaderno, llevábamos un par de horas en la azotea, escribíamos poemas.

Deseo #9. Compartir poemas con alguien.

Y aquí estaba yo, explotándome la cabeza, pensando que escribir, yo solo la miraba para buscar inspiración ya que mi hoja estaba en blanco.

-Concéntrate y deja de mirarme.-dijo sin despegar sus ojos del cuaderno.

-No es justo yo nunca e escrito un poema.-dije haciendo un puchero.

se veía tan linda, tan seria concentrada en escribir, mientras mordía el lápiz.

-Solo escribe lo que sientes, es fácil.

-Si, tal vez para ti, pero yo estoy en blanco.

-No es para tanto,  solo di algo, además solo lo escuchare yo, no es como si fueras a decirlo enfrente de una multitud.

-Tu me das mas miedo, eres muy buena en todo y yo quedo como idiota.

-No eres tan idiota marciano.

-Se supone que eso tenia que consolarme, por fin en algo que no eres buena- dije riéndome de su cara de seria fallida.

Trate de concentrarme.... minutos después tenia maso menos algo...

-Termine.-dijo con burla-te puedo esperar si quieres.

-No gracias, ya termine, engreída.

-tu primero o yo?

-Tu, esta es tu lista.

-A qui va¡, se llama: Hablar del mar.

Hablar de ti, siempre fue fácil,

venías a mí con tus olas a cambiarme los sueños,

a estrujarme el alma para alargar los días,

todo azul, todo dueño, todo agua en todas partes,

un bloque interminable de peces y corales.

Conocer tus caminos fue simple,

para hallarte bastaba ir al borde de la casa,

y allí te encontrabas, en cada esquina,

cada punto cotidiano.

te encontré en la orilla, cuando mi corazón te clamaba.

sin previo aviso me di cuenta que mi cosa favorita,

era hablar del mar. 

-Bueno con eso, ahora sonare como un idiota- dije sin parar de burlarme de mi mismo.

-No digas tontearías, quiero escuchar lo que sientes.

-Esta bien, si insistes, a qui va, no te rías.

-Jamás lo aria, no soy un mostro.

-Eso espero, no hables, voy a comenzar- dije mirándola con nerviosismo, pero mire sus ojos y sus mejillas rosadas, hacer esto y que ella lo escuchara me tenia carcomiendo las entrañas, lo escribí para ella, prácticamente, me estoy declarando a ella, no se como lo tomara.

Respire, me levante con la hoja en la mano y empecé a leer...

                "Amor"

Amar es este tímido silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir el calor de tu saludo.

Amar es aguardarte
como si fueras parte del ocaso,
ni antes ni después, para que estemos solos
entre los juegos y los cuentos
sobre la tierra seca.

Amar es percibir, cuando te ausentas,
tu perfume en el aire que respiro,
y contemplar la estrella en que te alejas
cuando cierro la puerta de la noche.

Alce mi vista cuando termine, ella tenia lagrimas en los ojos, bueno no quería hacerla llorar, me encamine hasta su lado, ella se levanto del sillón y me miro.

-Eso fue hermoso- se limpiaba las lagrimas, a esta chica cualquier cosa la conmueve.

-Para ti.

-Gracias.- dicho eso me abrazo tan fuerte.

-Ven aquí.- la tome de la cintura y nos sentamos en el sillón, ella en mis piernas y yo chineándola como si de un bebe se tratara.

-Que estamos haciendo?- pregunto después de unos minutos.

-Estar sentados.- conteste con sarcasmo.

-Lo se, me refiero a que estamos haciendo con esto.- dijo señalándose y después a mi, difícil pregunta.

-No lo se, acaso tu lo sabes?

-Tampoco, solo prometamos algo si?

-Depende.- me codeo riendo.

-Prometamos que no, nos aremos daño!-eso no tenia que prometerlo.

-Lo prometo.-dije acariciando su cabello.

-También lo prometo.-dijo dando un gran suspiro.-William, vamos a ver una película.

- Wow que sorpresa, si sabes mi nombre, Vamos.- dije riéndome.

-Pero con una condición, que sea de Disney.- lo que me faltaba.

-Pero yo quiero ver una de miedo.

-Y si hacemos piedra, papel o tijera.

-De igual forma ganare, mi pequeña.

-Cuando me dices esas cosa, me siento como la fría de los dos.- dijo riendo.

-Sera por que si lo eres- dije levantándome del sillón y llevándola conmigo a mi departamento.

Hicimos ese juego de niños de Riley y adivinen quien gano, si, yo lo hice, veríamos una película de miedo, Riley seguía con su puchero de niña caprichosa, pero no sedería, yo había ganado.

Acomode todo en la sala de cine de mi apartamento, palomitas con sal, pero para Riley eso no era suficiente, fue a su alacena y trajo medio supermercado, todo tipo de dulces y papitas.

Eso era demasiada comida basura para mi, mis ojos ardían con solo mirar.

Puse la película, escogí el conjuro, comenzando y ya tenia a Riley metida casi en mi cuello, no podía aguantar la risa, cada vez que pasaba algo en la película ella daba un brinco, gritaba, se tapaba la cara con las manos  y si me reía de ella me pegaba con la almohada, créanme ni siquiera pude ver de que se trataba la película me entretuve riéndome de ella y abrazándola para que no tuviera miedo.

Me debatí si quitar la película o no, al final lo hice y puse Rapunzel y solo así dejo de asfixiarme con sus brazos, se sentó a comer su comida basura, sonreía y cantaba todas las canciones, se recostó en mi pecho, no me quedo de otra que ver la película, no estaba mal, al terminar la mire y me di cuenta que había hablado como estúpido en toda la película mientras ella dormía.

La alce y la lleve a mi habitación posándola sobre mi cama. quite sus tenis y la tape con la manta, se veía tan linda, deposite un beso en su mejilla.

Sali de ahí y me dirigí a mi despacho, tome mi laptop para pasar las fotos que había tomado en las aventuras con Riley, me reí viendo los videos, uno en particular donde Riley se caía del caballo, otro donde ambos bailábamos pegados bajo la lluvia, mire fotos de los dos en la torre Eiffel, mire su hermosa sonrisa, seguí pasando y llegue a un video que hace mucho tiempo no veía, era un video de mi madre corriendo detrás de mi, tirando una pelota, yo tenia siete años, mi padre reía mientras grababa y yo le tiraba agua a mi madre haciendo que se carcajeara.

Cuando termino, no me di cuenta en que momento, pero estaba llorando, puse mis manos en mi cara y llore, como si fuera un niño.

Estaba tan arto de obligarme a ser fuerte, disque por que los hombres no lloran, quien dice eso, por que no podemos llorar, las cosas duelen igualmente, hace mucho que mis padres se fueron, hace mucho que ya no recuerdo sus caras, ni sus voces.

Hubiera deseado ser yo quien muriera ahí, no fue justo que ellos se fueran y yo no, si yo también iba en ese coche, todos dicen que la vida me dio otra oportunidad, pero para que, si viví toda mi vida completamente solo.



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