37.Un respiro.

6 0 0
                                    

William.

Han pasado tres días desde nuestra escapada a Roma, tuve que viajar a una de las ciudades de Paris por trabajo, así que tengo exactamente cuarenta y tres horas y veinte minutos de no ver a mi pequeño gnomo.

Es increíble la capacidad que le das a una persona en tu vida cuando esta se convierte en lo indispensable para ti.

Así me siento acerca de Riley.

 La extraño como el sol a la luna, me siento tan vulnerable al pensar en ella a cada minuto, lo nuevo siempre da miedo, es fácil subir hasta las alturas, lo difícil es tener el valor de cerrar los ojos y saltar.

Voy en las ultimas horas de mi vuelo, la azafata me informa que estamos por llegar.

Siento una presión en mi pecho que es desconocida para mi, tal vez estoy nervioso por volver a verla después de estos días.

Bajo del avión, llego hasta el auto que me llevara a mi hogar....me llevara hacia Riley.

Después de cruzar el horrible trafico, llego...no me toma ni dos minutos estar subiendo en el elevador, me siento tan fuera de lugar al sentirme tan emocionado por verla, es algo ilógico o así lo vería mi viejo yo.

Las puertas se abren dejándome salir y caminar a el destino que mas e esperado, toco una vez..dos..tres..cuatro...nadie abre!

Subo a la azotea, pero no hay nadie, es extraño, ella ama su soledad...y si salió con Melissa?

Tomo mi teléfono llamo a Riley..no contesta...llamo a Melissa y me dice que no a visto a Riley el día de hoy... Sigo con los chicos pero sus respuestas son negativas, me comienzo a preocupar, como es posible que nadie ni siquiera yo sabe donde esta mi novia.

No me cabe todavía en la cabeza de como a desaparecido sin que nadie la vea.

Dando por hecho de no encontrarla, camino a mi departamento, no sin pensar en algún lugar donde pudo a verse metido.

Meto las llaves y abro la puerta, camino por el recibidor dejando mis cosas en el salón, camino directo a mi habitación pero antes algo llama mi atención, mi pequeña terraza esta encendida como si fuera Hollywood.

La miro!

Ella me mira!

Le sonrió!

Ella me sonríe!

Ahí esta! Mi chica esta en mi casa con un ramo de flores en la mano y con una sonrisa que calma mi alma.

Camino hacia ella dejando de perder el tiempo, la tomo en mis brazos, no se si con mucha fuerza, creo que le traqueó la espalda, pero no se aparta.

Me separo de ella tomándola de sus hombros y mirándola un poco como el grinch.

-No me vuelvas a hacer esto, por favor! promételo!- demando un poco enojado, casi me muero de la preocupación.

-No te gusto mi sorpresa?- da un paso hacia atrás y me mira con los ojos brillosos.

-Claro que me gusto.- digo tratando de que no malinterprete mi enojo.- Es solo que....me preocupe, te busque en tu apartamento, en la azotea, llame a los chicos y nadie sabia de ti...sabes lo que es no verte por dos días y cinco horas y llegar aquí y que nadie sepa de ti.

-Y-yo...lo siento, es que quería recibirte....

-No te preocupes...no quiero que te sientas mal, me a  cantado toda esta...sorpresa, pero por favor nunca desaparezcas así.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 05, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

 La Azotea De Las Flores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora