Midori+Akai. verde y rojo

Día 1

Cada día publicaré dos drabbles, uno de ellos NSFW. Ese se encuentra bajo el corte :D

Tomados de las manos (cuando Koujaku y Noiz ya viven en Alemania)

—¿Qué rayos haces? —susurró Koujaku al sentir la mano de Noiz tomar la suya en plena zona comercial de Berlín.
—¿Hm? Deja de portarte como una nena penosa, anciano.
—Yo no soy el que está tomando al otro de la mano como una niñita.
—¿Quieres que te suelte? —el rubio le dirigió una sonrisilla maliciosa.
—Claro que no —respondió de inmediato el pelinegro, aunque su rostro estaba casi tan rojo como su kimono.

Noiz sonrió apenas, apretando la mano de Koujaku. Le encantaba molestar al viejo, especialmente en público. Le parecía muy gracioso que a pesar de ser mayor que él siempre terminaba portándose torpe y avergonzado.

Aun así, el japonés nunca lo rechazaba.

Eso hacía a Noiz sentir amado como nunca antes. Sabía que aunque a Koujaku le abochornaban las muestras públicas de afecto, siempre se esforzaba por complacer a Noiz en todo lo que podía.

Eso quería decir que Noiz tendría muchas más oportunidades de hacerlo sonrojar.

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Arrumacos (desnudos)

Koujaku rodeó a Noiz con el brazo, acercándolo a su cuerpo. Sabía que al rubio le irritaba su costumbre de acurrucarse después del sexo, pero no podía evitarlo. Le gustaba mucho sentir el calor de la piel de su amante contra la suya. Se había enamorado sin remedio.

Besó los cabellos dorados del alemán suavemente, y lo jaló más hacia su cuerpo. Luego suspiró, satisfecho.

—¿Otra vez con lo mismo, viejo? —preguntó el ojiverde con fingido hastío. Al inicio, le jodía mucho esa costumbre de Koujaku de invadir su espacio personal, pero con el pasar de las semanas había comenzado a gustarle tenerlo tan cerca. Aunque no pudiera sentir como quería el calor o la textura de la piel tatuada, el aroma a resinas y hierbas que ésta emanaba lo reconfortaba.

No siempre se habían acurrucado así. Al inicio, Noiz siempre se iba de inmediato. Sin embargo, un día se encontraba tan cansado que se quedó dormido en la cama del pelinegro sin quererlo. Cuando despertó, Koujaku lo tenía fuertemente abrazado y no parecía querer dejarlo ir.

Desde entonces, Noiz ya no se iba en cuanto terminaban. Se quedaba, disfrutando de los besos y las caricias que su amante le regalaba en el fulgor post clímax.

Noiz también se había enamorado sin remedio.