Midori+Akai. verde y rojo

Día 8

De compras

La calle principal de lo que había sido Platinum Jail estaba atestada de personas que buscaban conseguir las mejores ofertas de la temporada.

Desde que Toue había perdido el control de Midorijima, la influencia de la isla principal de Japón había caído con fuerza sobre los habitantes, y se veía ahora una extraña mezcla entre las costumbres locales que luchaban por renacer, y las influencias extranjeras que permeaban la cultura japonesa desde hacía tiempo.

Koujaku notó que, a pesar de su usual inexpresividad, Noiz parecía desorientado entre tantas personas. Estaba casi colgado de su brazo con firmeza y se mantenía muy pegado a su cuerpo, como si temiera que la masa de gente de pronto lo arrastrara lejos.

—¿Estás bien? —preguntó el pelinegro con un tono que luchaba por sonar indiferente, pues sabía que a Noiz le molestaba mucho mostrarse vulnerable.
—Claro que sí, viejo —respondió el muchacho, muy serio. Odiaba las masas de gente, pero odiaba más que el anciano pensara que era un niñito miedoso—. Vamos a apresurarnos, ¿quieres?
—Tú fuiste el de la idea de venir aquí a comprar los regalos.
—Tú dijiste que había que llevar regalos.
—Podríamos haberlos comprado en Aoyagi. O podría haber venido solo.
—No me jodas. No iba a dejar que mi novio viniera aquí solo en estas fechas…

El japonés asintió con una sonrisa. Había pasado poco más de un año desde que habían comenzado a salir oficialmente, y aún no se acostumbraba a ser el “novio” de un chico. Aún así, lo amaba tanto que había decidido aceptar públicamente su relación, y eso le valió perder algunas clientas y una que otra escenita de sus fans. Aún había algunas que intentaban invitarlo a salir, y Noiz siempre se ponía sumamente celoso cuando eso pasaba. Por eso, cuando se trataba de momentos importantes, como ese, siempre se aseguraba de que todo mundo supiera que estaba con Koujaku, y que no dejaría que nadie intentara interponerse. Al pelinegro le causaba ternura esa actitud posesiva y un tanto infantil, pero al mismo tiempo, se sentía halagado.

—¿Ya decidiste que le llevemos a Aoba? —preguntó Noiz en voz baja.
—No… pero podríamos llevarle uno de esos a Ren —señaló un pequeño suetercito con orejas de conejo que estaba en la vidriera de una tienda de accesorios para Allmates.
—Mh… Aoba sigue apegado a ese modelo viejo, ¿no?
—Quiere mucho a Ren.
—¿Y también vendrá ese tipo? ¿Mink?
—Sí.

Noiz observó a Koujaku, pero no pudo detectar ninguna de las antiguas señales de dolor que mostraba cuando hablaba de Aoba y Mink. La mirada que Koujaku le regresó era una de puro amor.

Noiz escondió su sonrojado rostro en el brazo de su novio, mientras ambos continuaron caminando, en busca de los regalos de Navidad. Pero, para él, no había mejor regalo que saber que Koujaku lo amaba y que se alegraba de que Aoba fuese feliz con alguien más.

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Sexo por Skype (Morí de la risa escribiendo esto. Como siempre, contenido explícito.)

—Déjame ver. No tiene caso hacerlo si no veo nada.
—No soy un actor porno… —respondió Koujaku, abochornado—. No puedo estar cuidando la cámara.

El rubio se deshizo en carcajadas. Le encantaba que el viejo, a pesar de su pose de galán conquistador, era en realidad un adorable torpe que se avergonzaba con cualquier cosa.

—Por favor, Koujaku —le dijo burlonamente—. No es la primera vez que lo hacemos.
—Cállate.
—Déjame verte.

El pelinegro juntó las cejas en señal de enojo, aunque realmente intentaba ocultar que tan avergonzado estaba. No lograba acostumbrarse a ser observado por Noiz, especialmente cuando el rubio no hacía más que eso: observar.

—Si no quieres, no tenemos que hacerlo —agregó el rubio.
—No es eso.
—¿Entonces?
—¿Por qué soy el único que está desnudo? —inquirió el pelinegro con irritación.
—Porque quiero verte y concentrarme en ti. Además, aquí es la una de la tarde, y estoy en la oficina.

Pasaron unos segundos, en los que las mejillas de Koujaku se enrojecieron aún más.

Noiz se había ido a Alemania para arreglar sus asuntos hacía seis meses, y parecía que todo iba bien con sus padres. Claro, no les había contado sobre él todavía, pero ya estaba arreglando todo para poder llevárselo a Europa. Era extraño pensar en dejar su país, pero no le importaba con tal de estar con Noiz.

—La próxima vez buscaré un mejor horario, lo prometo —el rubio le sonrió encantadoramente, como sólo hacía para él.
—Más te vale…
—Hazlo. Y asegúrate de separar bien las piernas, porque quiero ver todo.

El pelinegro dejó escapar un gruñido. Noiz había comenzado lentamente a comportarse más confiado y adulto, cosa que a Koujaku no le molestaba, pero de la nada había comenzado a darle órdenes, como seguramente hacía con sus empleados. Koujaku odiaba eso, y al mismo tiempo, no podía resistirse a aquella mirada esmeralda que lo miraba con un toque de despotismo.

Sin apartar la mirada de los ojos verdes del otro lado de la pantalla, el pelinegro separó más las piernas, y continuó acariciándose tal como sabía que a Noiz le gustaba. Pronto su respiración se hizo irregular, y pequeños gemidos dejaron sus labios. Cerró los ojos, disfrutando las descargas que corrían por su cuerpo cada vez que los dedos en su interior se retorcían. No podía creer que sólo eso le causara tanto placer.

Claro, no era solo eso. El saber que Noiz lo miraba incrementaba la sensación. Tuvo que apretar las sábanas con fuerza para asegurarse de no llevar su otra mano a su parte frontal, tal como Noiz le había ordenado.

—Así… sigue así…
—Cállate… pervertido…

Noiz dejó escapar una risilla burlona. Sólo un poco más, y finalmente podría ver eso en vivo.

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Notas:

ahjksdsd no siempre las cosas quedan a entera satisfacción del escritor. En fin.

Todas las relaciones cambian con el tiempo. Uno de mis headcanons es que cuando Noiz se va a Alemania y comienza a adquirir responsabilidades y madurar, la relación que tiene con Koujaku va cambiando en consecuencia. En el Reconnect y los dramas, vemos a un Noiz más dominante, y a un Koujaku más torpe y dulce. Siempre he pensado que eso se mantendría en la relación entre ambos.