Día 10

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Con orejas animales

—Definitivamente no usaré esto en la calle —declaró Koujaku con los brazos cruzados y un tono severo en la voz.
—Pero lo compré para ti, abuelo, para que vaya con la mía —replicó el joven rubio con una sutil sonrisa malvada en el rostro. Luego, fingió una mirada de inocente súplica.
—No, no, no… no vas a manipularme con esa mirada.

Noiz hizo un gesto aún más dulce, casi casi pareciendo un chico inocente.

—¡Qué no! —el pelinegro lo miró acusadoramente.
—Si la usas, haré lo que quieras, Kooou..jaaa…kuuu-saaan… —jugó un poco con las largas orejas de conejo que tenía la sudadera con gorro que llevaba puesta, en un gesto que intentaba ser sensual y a la vez inocente.
—Joder, Noiz, no uses tu tonito de colegiala conmigo. Y deja de mirarme así.
—Vamos, viejo… —pegó su cuerpo al de su amante—. Sólo esta vez. Seré un conejito bueno.

El pelinegro se sonrojó ligeramente con el comentario, pero su rostro no cambió de expresión. Aún lucía terriblemente molesto.

—Puta madre, está bien. Pero más te vale compensarme después.

Noiz dejó escapar una risilla triunfal mientras subía la capucha de la sudadera del pelinegro. Acomodó las orejas de gato, para que lucieran perfectas, y levantó una ceja con un gesto arrogante que no sorprendió al estilista. Ya estaba acostumbrándose a que el chico siempre terminaba manipulándolo. El rubio le robó un beso, consciente de lo fácil que le era convencer a su amante de hacer lo que quisiera. Al final, él también salía ganando cuando compensaba a Koujaku por cumplirle sus caprichos.

Oh, si… sería un conejito muy bueno esa noche.

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Perrito  (no, no como en cahorrito)

Noiz jaló con fuerza los cabellos largos de Koujaku para obligarlo a seguir su ritmo. El pelinegro no estaba acostumbrado a ceder el control, pero el más joven estaba decidido a domarlo a como diera lugar.

No había sido sencillo convencer a Koujaku de invertir los papeles, y Noiz tuvo que señalar lo obvio: no era una chica, tenía pene, y necesitaba usarlo. Evidentemente, no era que el pelinegro no lo supiera, pero sus ideas sobre lo que era ser un hombre eran muy fijas, y al inicio había tenido dificultades en siquiera imaginarse tomando el papel pasivo.

Con todo y sus ideas de anciano, Koujaku había cedido a la petición de su amante. Noiz no era inexperto, por supuesto, pero nunca lo había hecho con otra persona a quien amara, por lo que había ido con infinita paciencia las dos veces anteriores. Pero ya estaba desesperándose, pues el pelinegro no parecía terminar de entender algo: cuando los papeles se invertían así, él no tenía el control. Las riendas estaban en manos de Noiz.

El rubio enredó alrededor de su mano la larga melena de Koujaku para tener más agarre, y jaló de nuevo hacia él para marcar el ritmo. Un gemido salió de los labios del pelinegro, seguido de otro, y otro más.

Los fuertes tirones obligaban a Koujaku a seguir la guía del ojiverde, y lentamente encontró que las estocadas se volvían más satisfactorias si dejaba de resistirse. Se apoyó un poco más en sus manos, pues sus rodillas comenzaban a temblar debido a la estimulación.

Súbitamente, una intensa corriente lo recorrió y dejó escapar una exclamación, en parte por la sorpresa, y en parte por lo placentero que había sido.

—¿Ha? Es ahí… —manifestó el rubio con un dejo de diversión en la voz. El pelinegro no tuvo tiempo de responder, pues su amante volvió a jalar sus cabellos, al tiempo que dirigía los siguientes golpes al mismo punto. La cadencia marcada por Noiz, el roce en su interior y sus propios gemidos ruidosos hicieron que los pensamientos de Koujaku se desvanecieran de pronto, quedando a merced de su amante.

Una sonrisa arrogante se dibujó en los labios del rubio al ver que, al menos de momento, había domado a su adorado pelinegro. La siguiente vez se resistiría menos.

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Notas:

Me niego a hacer cualquier cosa que me recuerde a los furries, así que opté por gorritos con orejas :3

Koujaku pasivo. <3

Midori+Akai. verde y rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora