Día 12

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Buajajaja todo este capítulo es candente aunque corto, así que disfrútenlo.

Cachondeando

Los dos cuerpos vestidos se enredaban el uno en otro en el sofá, mientras los sonidos del noticiero de medio día inundaban la sala del departamento de Koujaku. Hacía poco más de una semana que habían comenzado a vivir juntos, y tenían bastantes dificultades manteniendo sus manos quietas ahora que tenían acceso permanente al otro.

Los gemidos de Noiz comenzaban a llenar el espacio, erráticos y provocativos, mientras la boca experta de Koujaku jugaba con la suave piel detrás de su oreja.

—Si te pones tan caliente con sólo eso, vas a perder la apuesta.
—Pues no me pongas así, anciano —jadeó el muchacho mientras su mano bajó para acariciar la entrepierna contraria por sobre las ropas.

La apuesta.

Había comenzado como cualquiera de sus estúpidas conversaciones que giraban alrededor de que tan anciano era Koujaku y de que tan inmaduro era Noiz, y repentinamente, ya estaban retándose para ver quién era más nena y se venía primero.

Noiz no tenía idea de cómo habían llegado a eso, y estaba un poco arrepentido de haber retado al viejo. Iba a perder. Estaba seguro que iba a perder.

Otro gemido se escapó de sus labios. Si podía sentir la deliciosa succión en la piel de su hombro, seguro dejaría una marca visible, pero a esas alturas ya se había resignado a que tendría que encargarse solo de la limpieza de la casa por una semana entera.

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Fingering/handjob

—Kou… jaku….

Aquella voz suplicante hizo que la mano del pelinegro se moviera con más velocidad sobre el miembro del rubio, mientras su otra mano atendía con esmero la delicada y tibia entrada. Noiz estaba tendido bocarriba en la cama, apretando con fuerza las sábanas entre sus manos, y la pátina de sudor que cubría su piel la hacía brillar ligeramente.

Koujaku sonrió apenas. Verlo así lo enloquecía al punto de tener dificultades para controlarse, pero quería dedicarle más tiempo al placer del chico. Le parecía interesante verlo perder la vergüenza y su estúpida expresión arrogante, y sobre todo, le ayudaba a no pensar en que Aoba estaba cada vez más alejado de él, todo debido a su obsesión por encontrar a Mink. Maldita la hora en que habían conocido a ese imbécil…

Sabía que Aoba no se enteraría de lo que ocurría entre el mocoso y él desde hacía un par de meses. Sin embargo, sentía una perversa satisfacción al imaginar que cara pondría si llegase a saberlo. ¿Se enojaría? ¿Le sorprendería? ¿Le reprocharía?

De pronto, cayó en cuenta de que el mocoso lo había llamado por su nombre. Se detuvo de golpe, consternado, y observó que el chico lo miraba levemente confundido.

Lo había llamado por su nombre, y él se sentía feliz por ello.

Levantó una ceja, reasumiendo su tarea.

Se sentía feliz de que Noiz lo llamara por su nombre. Eso… eso no tenía sentido.

Midori+Akai. verde y rojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora