NUEVO HOGAR.

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Enar/Eidan

—¿Entiendes qué si no contestas tu castigo será mucho peor? Si cooperas tal vez la reina y el consejo consideren rebajar el castigo a trabajos. 

—Lo entiendo perfectamente, pe-pero lamento que no tengo nada de información para ustedes... —respondí— les dije todo lo que sé, yo no soy de aquí, no conozco Arendelle más que el nombre por mapa y tampoco conozco las Islas del Sur... Menos a un príncipe Hans —expliqué. 

—¿Estás diciendo que apareciste de la nada? —dijo el señor frente a mí en tono burlón. 

—¿Me creerán si les digo que sí? —arrugué mi rostro apenado. ¿Cómo le explico que por jugar con una esfera de Norte es cómo acabé aquí? 

—Es imposible —bufó el seño y miró a la reina. 

La reina tan solo observaba y analizaba la situación, pocas veces preguntaba algo. 

—¿Por qué atacaste a las personas? —preguntó la reina—, dices no ser una amenaza pero atacaste a personas en el puerto de Arendelle ¿Cómo te justificas? 

—Es-estaba asustado... Nunca fue mi intención lastimar a las personas, o-odio hacerlo..., normalmente cuando estoy asustado o bastante alterado tiendo a descontrolar mis poderes, juro que no quería lastimarlas —respondí mirándola con nerviosismo—, he tenido mucho entrenamiento para no salirme de control...

—Quisiera sentir compasión por ti, de verdad, pero tengo un reino que proteger al igual que a mi familia, me temo que debo tomar medidas estrictas contigo —puntualizó—, no habrá más juicios, lamento que seas tan joven para esto, Eidan te condeno a pena de muerte. 

—¿¡Qué!? ¡Espere! ¡Necesita creerme! —reclamé y sentí como los guardias jalaban de mí— ¡Majestad! ¡Majestad tiene que creerme! 

De pronto, el silencio se hizo en el salón. 

—Reina Anna, su majestad Elsa de Arendelle ha llegado —anunció un señor que estaba a lado de la reina. 

Cuando entró, rápidamente supe que era aquella mujer del retrato que vi en la entrada. Tenía puesto un atuendo blanco y anaranjado, caminó hasta ponerse a lado de la reina. 

Ambas comenzaron a murmurar distintas cosas, pareciera que la hermana mayor reclamaba por algo a la reina. Creí que los guardias se detendrían pero me equivoqué, insistieron en llevarme fuera del castillo, yo trataba de dar resistencia a los guardias pero eran tres y uno amenazaba mi garganta. 

Supongo que este es mi final. 

—¡Alto! —se escuchó la voz de la reina—, espero que sepas lo que haces —murmuró no a tan bajo volumen, muchos escucharon lo que le dijo a su hermana. 

—¿Qué? ¿Tienes miedo? —comenzó a burlarse el guardia que tenía amenazada mi garganta con una navaja. 

Miré discretamente hacia el pequeño recorrido que hice forcejeando con los guardias, el piso estaba congelado, debajo de mí el piso también comenzaba a congelarse. 

—Creo que es o-obvio... —respondí con miedo. 

Los guardias se hicieron a un lado mientras mantenía mi cabeza abajo, escuché unos tacones acercarse a mí. 

—Tranquilo —murmuró la mujer frente a mí. 

Elsa. 

—Tranquilo —murmuré estando enfrente de él. 

Mantenía su cabeza abajo, era obvio que estaba asustado, el piso estaba cubierto de hielo. Me hinqué y puse mi mano sobre su hombro. 

—Levanta la cabeza, no pasa nada —dije murmurando. Noté como con un gran temblor en el cuerpo levantaba lentamente su cabeza. 

DOS MUNDOS II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora