SIR. JORGENBJORGEN.

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Elsa.

Corrimos hacia dónde provenían los gritos de Kathleen. Llegamos a la habitación donde Enar está quedándose y míranos a Kathleen jugando con Sir. Jorgenbjorgen.

Aún lo tiene.

-¡Mira tía Elsa! ¿No está lindo? -me miró levantando al muñeco.

-¿Qué haces buscando entre mis cosas? -preguntó Enar molesto, pero tratando de no explotar. Tenía sus manos hechas puño.

-Vi que lo dejaste en tu mesa de noche y pensé que no lo ocupabas y lo tomé -respondió ella.

-Kathleen, no puedes tomar las cosas ajenas -regañé-, no tenías motivo para entrar a la habitación.

-¡Pero no tomé nada más! -exclamó Kathleen.

-¡No tenías derecho a tomar mis cosas! —explotó Enar-, he tratado de comportarme lo más respetuoso posible con ustedes, pero lo único que hacen es invadir mi privacidad —gruñó molesto.

El silencio dominó en la habitación. Ningún sirviente, ni Anna o Kristoff estaba cerca, tan solo nosotros en la habitación.

—Suéltalo, ahora —ordenó.

—No lo haré, es tierno y muy suave —Kathleen abrazó con fuerza el muñeco.

—¡Hazlo ahora! —gritó enfurecido.

—¡No! —gritó Kathleen.

—Muy bien, basta los dos —intervine—, Kathleen entrégale el muñeco a Eidan —miré a mi sobrina.

—Tía... —comenzó a hacer un puchero.

—No debes meterte con las cosas de los demás. Dale su muñeco —pedí mirándola.

—¡No es justo! —volvió a gritar Kathleen.

—Suficiente —Enar intervino tomando con fuerza el muñeco y sentándose en la cama—. Fuera de mi habitación, ahora.

—No puedes correrme, todos vivimos aquí, yo puedo estar aquí —Kathleen se cruzó de brazos.

—Lárgate, no quiero tener aquí a una mocosa sin educación —Enar respiraba con pesadez del enojo que cargaba.

—¡Eres un monstruo! —Kathleen salió de la habitación soltando algunas lágrimas.

Suspiré, pudo ser peor, pero definitivamente la crianza de hijos no es un tema que se tome a la ligera.

—Mañana mismo me largo de aquí —murmuró Enar molesto— No soporto seguir en este lugar.

—Esa es la definición de tener hermanos pequeños —caminé hacía él y me senté a su lado—, no te pido que aguantes todo esto pero tan solo debes ser algo paciente... Mis sobrinas son muy hiperactivas y estás en tu derecho de molestarte, pero esto es nuevo para todos, eso te incluye a ti...

—Jamás he tenido trato con niños pequeños... Siempre me ha encantado mi privacidad —suspiró mirando al muñeco— nunca nadie alguien se había metido en mis cosas... —apretó los labios—, mierda, soy un imbécil —tapó su rostro con sus manos.

—¿Por qué lo dices? —cuestioné.

—Porque me comporté como un maldito malagradecido... Me aceptaron y han intentado ser una familia para mí incluso cuando no lo soy... Solo han hecho tratado de hacerme sentir como en casa y me han soportado —murmuró respondiendo.

—Todos cometemos errores, lo mejor que puedes hacer es reconocerlos y aprender de ellos —comenté— ¿Que harás al respecto?

—Irme... En un principio sonaba la mejor opción pero creo que tomo decisiones muy precipitadas... —comenzó a mover su pierna.

DOS MUNDOS II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora