4. Sirena

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- Eso es imposible – dijo Jiang Cheng, dejando caer su tarro vacío en la barra – Nadie, Wei Wuxian, nadie es capaz de resistirse a los cantos de las sirenas –

- Eso es porque son débiles – respondió el cazador – Las sirenas solo se comen a los humanos que logran arrastrar al fondo del océano, ¿no es así, capitán? –

Nie Mingjue se encogió de hombros y miró a los hombres de su tripulación. La mayoría ya estaban tirados o acostados en las mesas de lo borrachos que estaban. De pie solo seguían su contramaestre y el cazador que habían contratado para lograr pasar por las aguas peligrosas.

- Dice la leyenda que no hay hombre que se resista al canto de una sirena – dijo, tomando una de las muchas botellas a medio vaciar – Nunca he visto una... pero dudo que pueda atraerme siquiera la imagen o la silueta de alguna mujer del mar –

- ¿Ves? – preguntó Cheng – Eres un cazador, pero admites que jamás has visto a una sirena... ¿entonces por qué crees solo los débiles son llevados al fondo del mar? –

- Porque yo he visto un sireno –

Mingjue y Cheng voltearon a ver a Wuxian, con la boca abierta y las cejas arribas.

- ¿Un sireno? – preguntó Mingjue – Las sirenas son mujeres... no existen hombres mitad pez –

- Jiang Cheng comenzó a reír mientras señalaba a Wei Wuxian – ¡Un hombre desnudo... viste a un hombre desnudo y pensaste que era un sireno! – sus carcajadas comenzaban a pegársele a Mingjue quien casi había sido descubierto.

- ¡Era un sireno! – se puso de pie de forma violenta - ¡Tenía cola de pescado y torso humano! –

- ¿Qué hizo? ¿Te cantó? – se burló Cheng, sirviéndose animadamente más alcohol.

- Jiang Cheng, ya no es gracioso –

- ¿Era un hombre o solo una mujer...? Ya sabes... - Mingjue pasó sus manos por su pecho plano – Cazador, yo no juzgo... he estado en tantos lugares... -

- Capitán, esto es un asunto serio –

Mingjue le pasó una botella a Wei Wuxian y lo tomó del hombro – Claro que es un asunto serio, sino ¿cómo lograría pasar mi tripulación por una bahía llena de hombres pez desnudos? –

Jiang Cheng y Nie Mingjue comenzaron a reír... y Wei Wuxian se resignó para reír un rato con ellos. Después de todo... era mejor idea no hacerles saber que un sireno si te llevaba a las profundidades... pero de su propio cuerpo.

***************

Nie Mingjue caminaba sin un rumbo fijo. Había pasado tantos años navegando sin tener realmente un motivo. Él y su tripulación eran buscados por una gran cantidad de reinos e imperios, pero nunca se quedaban demasiado tiempo en un lugar como para dejar rastro, y no dejaban sobrevivientes cuando eran perseguidos.

Aun así, con todas las riquezas que podía desear para él y para su hermano, había algo que faltaba en su vida. Compañía, un hogar. Tenía claro que no tomaría una esposa, las mujeres no eran de su agrado en el sentido romántico. Valoraba su trabajo, Jiang Yanli era una cocinera rápida y astuta, Wen Qing era la mejor médica que había y Luo Qingyang era la maestra de armas más temible.

Pero no deseaba una compañía... femenina.

- Wei Wuxian es un hablador... ¿por qué debería creerle cuando afirma que hay hombres tan bellos como las sirenas –

Y ese era el secreto, después de todo, las sirenas usaban la tentación en los hombres para beneficiarse de ellos, así que si uno no gustaba de las mujeres... ¿no debería existir la forma perfecta de la tentación y el deseo pata quien gustaba de los hombres?

Y, por supuesto, Lan Xichen era una tentación. Perseguía a Reino Impuro, el barco comandado por el capitán Mingjue, desde que lo había salvado en su primer naufragio.

Un Mingjue de unos quince años había terminado cerca de la costa, no respiraba y Xichen, siendo tan ingenuo y joven, lo había arrastrado a la orilla para salvarlo. Desde ese día había buscado al capitán donde quiera que tocara puerto.

Y escucharlo ahora, hablando de los hombres y el amor... bueno, él era un tritón. Pero daba lo mismo. Si no era ahora, sería nunca.

Se sentó cerca de las rocas y miró fijamente a Mingjue, su canto lo acercaría inmediatamente, pero no deseaba hechizarle, así que solo bastaría con que lo viera. Y así fue.

Mingjue se detuvo de golpe al ver la aleta celeste y turquesa, de escamas brillantes. Allí donde comenzaba su piel, dejando atrás su aleta, había piel pálida... marcas azules recorriendo la piel como un patrón de olas.

Y espalda fuerte y ancha, hombros marcados con firmeza y luego, tentando, tentando, un rostro que le sonreía con timidez.

- Creo que es demasiado ron – aventó la botella casi vacía a algún lado, para después cerrar los ojos con fuerza y volverlos a abrir – Mingjue, no es buena idea burlarte de Wei Wuxian nunca más... estás teniendo alucinaciones –

- ¿Qué es alucinación? – preguntó Xichen, provocando un respingo en Mingjue – Suena... algo divertido... - le sonrió.

- Es... ver algo que no es real – respondió Mingjue, mirando hacia los lados en la playa para acercarse al hombre mitad pez.

- Oh... una fantasía... -

- Sí, parecido – Mingjue sabía que no debía acercarse, después de todo, alucinación o no, era peligroso acercarse a una criatura desconocida sin su espada en mano.

- Bueno... yo no soy una alucinación... - Lan Xichen estaba tratando de aguantar su vergüenza y conservar su cara. ¿Cómo acercarse al pirata que admiras sin morir de pena? – Puedes tocarme si quieres... - la cara de Mingjue se cubrió de un rojo intenso y luego le siguió la cara de Xichen - ¡No en ese sentido! Me refiero... mi cabello, mis manos o... mi aleta... ¡¿Por qué los piratas son tan malpensados?! –

- Porque las mujeres que son... como tú... son iguales a nosotros – respondió Mingjue – Tú... -

- Yo... -

- ¿Qué eres? ¿Un sireno? – Xingchen comenzó a reír de nuevo y Mingjue volteó enojado a un lado – Un tritón... somos muy raros, mi hermano y yo somos los únicos vivos hasta ahora –

Mingjue seguía pensando en la botella de ron que había tirado. Sin miedo, convencido de que era un sueño, se acercó a Xichen, quien trataba de aguantar sus nervios, y tocó despacio la mejilla... A decir verdad, la pico con su dedo índice.

- Oh –

- Oh –

- ¿Eres tú quien nos ha estado siguiendo? – Lan Xichen se sonrojó completo, incluso su aleta se tornó de un azul oscuro – Siempre nos sigue una aleta turquesa y brillante... ¿eras tú? –

Lan Xichen se había sentido intrépido, pero después de ser descubierto no le quedó de otra más que saltar al mar y quedarse por debajo de Reino Impuro.

Nie Mingjue dejaba caer ocasionalmente algunas frutas mar y, por qué no, algunas joyas y piezas de oro.

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Miren, no sé de donde vino esto, pero esta mañana me han puesto la segunda dosis de la vacuna y traigo un poco de fiebre... tal vez sea yo la que esté alucinando...


NieLanTober 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora