Capitulo dieciséis. La sala de espera

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Temor...

Ese sentimiento que nos congela, que nos aferra a la zona segura de nuestras vidas, algo en lo que no debemos dejar que el miedo se convierta.

Eric había sentido eso desde que recibió la llamada de su madre, se sentía aterrado, se sentía culpable, y estaba seguro de que si la hermosa chica que lo estaba volviendo loco no se hubiera acercado, el probablemente se habría quebrado.

Pensaba en lo linda que fue Cordelia con el, en cuando se acercó y estuvo dispuesta a escucharlo Eric se sintió más tranquilo, se sentía afortunado de salir con ella, desearía decir que son más que eso, pero el tiempo y las circunstancias no le habían dado oportunidad de pedírselo.

Y ese beso, Dios, ese beso, de todos los que se habían dado, había sido su favorito, no solo porque ella lo había comenzado, si no, porque lo había hecho sentir seguro, lo había envuelto de una manera en la que solo se sentía en casa.

La quería, él la quería, y eso lo estaba matando, lo mataba saber que tenía a la chica más hermosa e increíble a su lado, y él no tuviera el suficiente valor de preguntar si podían ser algo más.

Pero no quería arruinarlo, quería que ella se sintiera cómoda, no quería ir demasiado rápido, pero no podía entender, como todo lo que alguna vez pensó de una relación se había quebrado con solo unas semanas de conocerse.

Ahora después de ese beso, sabía que lo quería esperar más, no quería esperar a perderla por ir lento, o a que alguien más la conquistara...

Cordelia salió de clase, había llamado a su madre para avisarle que acompañaría a Eric, ahora bajaba las escaleras rogando porque todo saliera bien.

Levantó la mirada y vio a Eric, se veía preocupado y nervioso, pero con una sonrisa que no abandonaba su rostro, esa sonrisa que hacía que el corazón de Cordelia se estremeciera.

-Hola bonita, ¿Que tal estuvieron tus clases?
-Hola, bien, en realidad algo cansadas, ¿qué tal tu? ¿Como te sientes?

Caminaron hasta el auto, Eric le abrió la puerta a Cordelia para que pudiera subir y después la cerró, el imitó su acción y encendió el coche.

-En realidad después de que te vi ya no entre a nada, no tenía muchas ganas de tomar clase después de... bueno ya sabes... -Eric hizo una mueca que reflejaba lo mal que se sentía.

-Oye... -dijo ella tomando su mano sobre la palanca- todo estará bien ¿Vale? Tranquilo -dijo ella tratando de tranquilizarlo.
-Esta bien -dijo el sacando su mano y dejándola arriba de la de ella.

Así fueron todo el camino, no hablaron mucho, pero el silencio lo decía todo, incluso lo que sus corazones trataban de callar siempre que estaban juntos.

Llegaron al hospital y bajaron del coche, caminaron hasta la puerta y Justo antes de entrar Eric freno en seco.

Decir que estaba nervioso era decir poco, a comparación de cómo estaba Eric en ese momento.

-Oye, mírame -habló Cordelia levantando la barbilla de Eric con cuidado, haciendo que la mirara. - Todo saldrá bien - dijo ella para sonreír.

Eric tomó la mano que había puesto en su rostro y le dio una suave caricia - Lo se... - dijo el tratando de sonreír de la manera más convincente que pudo.

Cordelia estaba dispuesta a abrír la puerta para entrar, pero antes de eso Eric tomó su mano, miró a Cordelia y le dirigió esta típica sonrisa ladina tan típica de él.

-¿Estás seguro? Tu madre estará adentro... -preguntó ella, estaba nerviosa pero feliz al mismo tiempo, ¿acaso esto volvía formales las cosas?
-Lo se, y nunca habría estado más orgulloso de que me viera con una chica - dijo él provocando que ella se sonrojara.

Entraron, caminaron hasta la sala de espera donde la madre de Eric esperaba.

-¡Eric! -Gritó levantándose de su silla - pensé que vendrías más tarde -antes de continuar la señora miro la mano de su hijo tomada de la chica que tenía a su lado.

-Oh, lo lamento, mucho gusto soy Hellen la madre de Eric -dijo amablemente la señora estirando su mano a Cordelia.
-Mucho gusto señora, soy Cordelia Salavert, soy... -Cordelia no supo que decir, ¿como debía presentarse? Antes de que aclarara ser su amiga Eric interrumpió
-Estoy saliendo con ella mamá, aún no somos novios pero me gustaría que se volviera algo formal pronto -dijo el con toda la seguridad que tenía.

Su madre sonrío, estaba sorprendida, su hijo nunca le había presentado a ninguna chica, siempre que ella le preguntaba por alguna novia su respuesta era "no es nada en serio", pero esta vez, la mirada que tenía su hijo era distinta, sabía que esta chica era especial para él.

-Pues me da mucho gusto conocerte, lamento tanto que haya sido en estas circunstancias... -la señora hablo con un hilo de voz, se veía triste por su marido, preocupada, de todo un poco.
-Yo también lo lamento señora, pero tranquila, todo saldrá bien, si todos los Dagger son igual de luchadores que su hijo, seguro que este mal rato no será nada para su esposo -dijo Cordelia amable.

A la señora se le asomo una ligera sonrisa, se le hacía linda la amabilidad de Cordelia hacia ella, no llevaban nada de conocerse pero veía algo bueno en ella.

-Tienes razón, más bien deberíamos irnos preparando para el regaño que le vamos a dar cuando despierte -dijo la señora riendo.

Eric miraba la escena asombrado, le encantaba que su madre y Cordelia se llevaran bien, pensaba en lo importante que era para él ese momento, y no se había dado cuenta hasta ahora que las veía reír.

-Eric - la voz de su madre interrumpió su pensamiento -¿porque no te quedas aquí con Cordelia?, voy a buscar café para los tres.
-Claro mamá - dijo el asintiendo y dando una pequeña sonrisa.

Su madre se alejó dejándolos solos en la sala de espera.

-Tu madre es muy linda... -comentó Cordelia sonriendo mientras veía su mano tomada con la de Eric.
-Tu eres linda -respondió él mirándola.
-Ja basta Eric, habló en serio -dijo ella riendo y mirándolo a los ojos.
-Yo también....

Parecía que Eric diría algo cuando el doctor llegó a la par de su madre.

-Eric, parece que tu padre por fin despertó -avisó su madre entregándoles los cafés.
-Iré a verlo -El miró a Cordelia quien le mandó una sonrisa.

-Corre, ve, aquí te espero, prometo no irme de aquí -le dijo sonriendo casi en un susurro.

La madre de Eric se adelantó a ver a su esposo.

-Tengo miedo -confesó el tragando saliva.
-¿De que? -preguntó ella algo confundida.
-De verlo, quiero pedirle perdón pero... tengo miedo de que este enojado... -Eric se veía triste al confesarle esto a Cordelia.
-Tranquilo, estoy segura de que en este momento está de todo menos enojado -dijo ella giñandole un ojo.

Eric sonrió -Tienes razón, vuelvo en seguida - le dio un suave beso en la mejilla y se dirigió a la habitación en la que se encontraba su padre.

Y así Cordelia se quedó, esperando de todo menos lo que estaba a punto de ocurrir...

QuiméricoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora