"Novio amable" o "Mascota traviesa"

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Capítulo 5. "Novio amable" o "Mascota traviesa".

—Si la mascota siente que ya no le importa a su dueño se pondrá muy inquieto y dejara de obedecer, su instinto animal lo hace comportarse más agresivo. —explico Rin, la practicante y la única chica, además de Sango, con la que Kagome se llevaba bien.

Kagome escuchaba atenta los consejos, Rin tenía que ser su salvación, porque de solo recordar las atrocidades que estaba haciendo Momo últimamente le comenzaba a dar dolor de cabeza.

Esa mañana había amanecido con muchos mechones de su cabello amarrados y sujetos al respaldo de la cama con muchas cintas coloridas, se había causado un gran dolor cuando por inercia intento levantarse y volvió a caer al colchón, también había descubierto en el espejo de su habitación una foto instantánea, en la que se veía a Momo haciendo dicha travesura y con labial rojo él había escrito en el cristal: "¡Los perros mandan!".

Kagome suspiro, Momo había estado comportándose así por varios días, desde aquella noche en que fingió ladridos para asustar a Koga.

Hace dos días ella se levantó de madrugada y fue al baño, estaba muy adormilada y al intentar sentarse en el inodoro su trasero cayó dentro, mojándose con el agua. Aun lado, encima del papel higiénico, estaba otra foto de Momo sacando la lengua y dejando levantadas ambas tapas del excusado.

Otro día, se encontró con la desdichada sorpresa de que al abrir la nevera... el helado y las cervezas habían desaparecido. Dentro del recipiente vacío de helado halló otra foto de Momo disfrutando comer y beber a gusto.

Por último, Momo había usado sus zapatos de tacón favoritos como macetas para flores y también había dañado las grabaciones en CD de lucha libre que Kagome guardaba celosamente.

Ella había decidido castigarlo, encerrándolo en el balcón del departamento. Pero, ya no podía soportar verlo hacer muecas, ladrar y pegar la cara contra el ventanal de la puerta.

Rin continúo hablando, trayendo a la azabache a la realidad nuevamente.

—Yo tengo una Spitz japonés llamada Kuroro, y pase por lo mismo, se orinaba en mi ropa y mordía los muebles. —recordó. —Si te enfadas y lo castigas será contraproducente, es mejor ser amables con ellos. Son de mente simple, y después de un tiempo te siguen a todas partes.

—Oh, así que ellos son así. Gracias, Rin. —dijo un poco más aliviada. —Necesito que Momo vuelva a comportarse bien.

-o-

Kagome llego esa noche a casa con un montón de bolsas con comida que dejo en la mesa, debido a que ya no tenían nada en la nevera. Inuyasha observo los alimentos con tentación, acerco su mano a la comida, pero Kagome le dio un manotón en la mano para luego voltearse y ponerse el mandil, dispuesta a cocinar.

Inuyasha empezó a emitir quejidos y pucheros, mientras caminaba y abrazaba la cintura de la chica por la espalda.

—Tengo tanta hambre que me siento débil. —murmuro el chico acercando su rostro al cuello de ella. —Prepara algo... rápido, rápido... —pidió como un niño.

—No te pongas tan cerca de mí. —ordeno molesta.

El chico volvió a quejarse infantilmente y Kagome comprendió que la falta de comida lo volvía dócil.

—¡Momo! —dijo volteándose y poniendo sus manos en los hombros de él.

—¿Mmm...? —murmuro el chico en respuesta.

—Te estas portando demasiado dócil hoy.

El chico volvió a emitir sonidos de lamento por la falta de comida.

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