Enredos en la cocina

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Anteriormente...

—¡Jaken! —grito una voz femenina muy estridente y áspera.

El hombrecillo sintió un escalofrió recorrer su espalda al reconocer esa envejecida voz, y accidentalmente dejo caer los papeles por todo el piso.

—Se-Señora Taisho. —dijo un poco nervioso.

—Me he enterado de que tendrás varios días libres.

—Así es. —contestó, teniendo un mal presentimiento. —Dígame... ¿a qué se debe su agradable llamada? —preguntó, intentando no sonar nervioso.

—Es Irasue. —respondió la mujer fastidiada. —Se le ha metido en la cabeza de que debe tomarse unas vacaciones. —bufó. —Necesito que regreses a la mansión, cuanto antes. —ordenó.

Jaken se desajusto la corbata de su traje de forma brusca, empezaba a sentirse asfixiado.

—¡Oh! Jeje —rió de forma nerviosa. —Justo en mis vacaciones...

—¿Hay algún problema?

—¡Ninguno! —se apresuró a contestar.

—Perfecto. —dijo la anciana colgando.

Capítulo 28. Enredos en la cocina.

Tarareaba dulcemente mientras organizaba la mesa y colocaba la comida. Había despertado de muy buen humor y completamente curada de aquel horrible resfriado.

—¿Has hecho el desayuno? —la calmada voz de Sesshomaru hizo que ella diese un pequeño respingo.

—B-buenos días, señor Sesshomaru. —saludó, tratando de actuar con normalidad mientras desataba su bonito delantal de cocina y se acercaba a la mesa.

—Rin, ya te dije que no era necesario. —pues, a decir verdad, él no tenía la costumbre de desayunar más que una taza de café.

—Lo sé. —contestó con voz animada. —Pero, cocinar para alguien que quiero me hace feliz. —enmudeció abruptamente y sus mejillas enrojecieron. —¡Q-quiero decir! —farfulló. —¡No solamente para usted! —explicó nerviosa. —Para todos, como el señor Jaken o la señorita Kagome.

Sesshomaru la miró atentamente en silencio. Rin se sintió aún más nerviosa, no podía evitar pensar que quedaría totalmente expuesta si él la observaba con sus dorados ojos en ese momento, por lo que desvió la mirada y se concentró en su comida.

—Kohaku... —murmuró Sesshomaru de repente.

—¿Eh?

—¿Cocinarías para él?

—Oh... —murmuró confundida. —Si. —respondió aun sin entender.

Sesshomaru frunció levemente el ceño. —Es tarde. —soltó calmadamente, terminando su taza de café y se retirándose, dejando una sensación de confusión y abatimiento en la chica.

¿Había hecho algo mal?

-o-

—¡Buenos días, Kagome! —canturreó una muchacha de largos cabellos castaños, sujetados en una coleta, mientras entraba alegremente a la oficina con dos vasos de café. —¡Brr! Hace un frío del demonio últimamente. —se quejó del clima. —Es fácil notar que estamos por llegar al invierno.

—Buenos días, Sango. —saludó Kagome, sujetando la bufanda celeste que estaba enrollada en su cuello.

Su amiga sonrió y depositó uno de los cafés en el escritorio de la azabache.

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