Una cita y un resfriado

77 7 2
                                    

Los personajes de Rumiko Takahashi no me pertenecen y esta historia está basada en el manga de Yayoi Ogawa y sus versiones. Aun así, cabe aclarar que esta es mi versión (mezclando los personajes, la historia y lo que surja de esto).

Recuerden, esta historia se desarrolla en un Universo alterno.

Capítulo 8. Una cita y un resfriado.

Un desconocido, que usaba una chaqueta de cuero de color rojo muy oscuro, caminaba por el pasillo del edificio, llevaba una gran mochila y un estuche de guitarra consigo.

El lugar estaba apenas iluminado, y muy pronto saldría el sol de la mañana. Un silencio sepulcral reinaba en aquel edificio y solo se oían los pasos acompasados de aquel intruso que llego hasta la puerta de un departamento e ingreso sigilosamente.

Sus ojos dorados contemplaron el lugar y sus labios mostraron una sonrisa debajo de la gorra oscura con visera roja que solía usar a menudo, camino hacia la única habitación que había allí y abrió la puerta produciendo un ligero chirrido.

—¿Kagome? —pregunto en voz baja, pero la habitación estaba vacía.

Siguió recorriendo el lugar, dejando la mochila, su chaqueta y gorra a un lado. Con su mano revolvió su cabello platinado y continúo buscando cualquier indicio de la joven.

Finalmente llego a aquel cuarto del rincón en el que había un futón en el piso. Allí, una chica de cabellos azabaches dormía profundamente.

El muchacho sonrió, avanzó hacia ella y se acostó a su lado, observándola. Sus largas pestañas, labios entreabiertos, mejillas sonrosadas y respiración calmada, la hacían ver tan atrayente que decidió acercase mucho más, llegando casi a rozar sus narices.

De pronto, la chica abrió ligeramente los ojos.

—¿Eres un sueño? —pregunto adormilada y confundiendo a Inuyasha. —No importa. —concluyó susurrando, e inmediatamente poso su mano en la cabeza de él y lo atrajo en un abrazo, colocando el rostro del chico en su pecho.

Inuyasha abrió enormemente los ojos y sus mejillas se tiñeron levemente al sentir el busto de su ama. Por otra parte, la mano de Kagome recorría su cabellera platinada en una caricia delicada y lenta.

—Te extraño. —la escucho murmurar con tristeza. ¿Ella en verdad estaba dormida?

Inuyasha levanto el rosto, beso suavemente la mejilla de su ama e intentó separarse de los brazos de Kagome. Iría a dormir a la sala.

—Inuyasha... —ella suspiró, y él sintió que su corazón latía frenéticamente. ¿Desde cuándo ella lo llamaba de esa forma?

Volvió a acercarse y miro tentadoramente aquellos labios entreabiertos que lo habían llamado. Sin percatarse, fue cerrando los ojos y acercándose cada vez más, llegando a rozar suavemente sus labios.

Le sobrevino el deseo de devorarlos.

Él sabía que no debía hacerlo, debía separarse antes de que la chica despertara. Se suponía que sabía controlar esos impulsos, ella era su ama, no debía enamorarse.

—Mierda, creo que no podre parar... —murmuro antes de finalmente besarla.

Por un instante le pareció que Kagome respondía al beso, la sensación era muy placentera, pero, esto no duro mucho...

Ella abrió los ojos y lo empujó.

—¡¿Inuyas..?! —no termino de llamarlo.

El peliplata se limitó a observarla, ella parecía confundida y avergonzada.

Eres mi mascotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora