Sueños y recuerdos

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Capítulo 16. Sueños y recuerdos.

Un peliplata de intensos ojos dorados observaba a su ama dormir. Él había ido a la habitación con una única intención, despertarla.

Acerco su mano, tocando el hombro de ella, y la zarandeó un poco en un vano intento de interrumpir sus sueños.

—Estoy ocupada, vuelva mañana. —murmuro dormida.

Inuyasha bufo fastidiado, tenía hambre y ella dormía como un oso en plena hibernación.

Molesto, decidió tomarse el atrevimiento de acostarse al lado de ella.

Mientras la observaba no pudo evitar pensar en la conversación de la noche anterior, la conversación después del "baño de Momo". Él había vuelto a confiar en una mujer y habló de su pasado con su ama, tal y como lo hizo con Kikyo tiempo atrás.

Le contó acerca de su padre, quien ya estaba casado con Irasue y tenían a Sesshomaru cuando conoció a Izayoi, su madre. No sabía y jamás se había atrevido a preguntar sobre qué sucedió entre ambos. ¿Acaso su padre jamás le dijo a su madre que era un hombre casado cuando la conoció? ¿O acaso su madre estaba enterada de que él tenía esposa e hijo y pese a esto decidió interferir?

No lo sabía, y temía saber la respuesta.

Todo lo que sabía y recordaba, era que vivía en una gran y acogedora casa con su madre y que su padre lo visitaba regularmente. Myoga siempre los acompañaba a cualquier lado. Tiempo después, cuando tuvo más edad, se enteró de que el trabajo de Myoga era ser guardaespaldas de Izayoi y de él.

Cuando Inuyasha llego a la edad de siete años, su madre enfermó gravemente, aun así, su padre estuvo a su lado, incluso aquel trágico día en que Izayoi falleció. Después de eso, Inuyasha permaneció unos días en esa casa, acompañado únicamente de Myoga, hasta que este mismo lo llevo (por órdenes de Inu no Taisho) a una casa mucho más grande, "la mansión de los Taisho", donde conoció a Irasue, Sesshomaru y a la abuela paterna Tsubaki, así le dijo su padre que debía llamarla... "Abuela", pero la anciana mujer era reacia aceptarlo, solo Sesshomaru podía llamarla de esa manera.

Al principio, el "pequeño intruso" era odiado por la servidumbre, por Tsubaki y Sesshomaru. Irasue no era grosera, pero también parecía distante. Con el paso de los días, la anciana Tsubaki se aseguró de ocultar el origen de Inuyasha, estaba prohibido hablar de ello en la casa, así la familia no sería objeto de escándalos. Es por eso, que cuando fueron amenazados con aquel escandaloso artículo del periódico (en el que entrevistaban a Kikyo) todo se puso de cabeza. Pero tras resolverse de forma misteriosa aquel inconveniente, Inuyasha terminó por cortar lazos con su familia paterna.

También le contó a su ama que cuando cumplió la mayoría de edad se marchó de aquella mansión para vivir por su cuenta, y tras una breve época de éxito llego el trágico accidente a su coprotagonista femenina, su amorío con Kikyo y el final provocado por Onigumo.

De vuelta en el presente, Inuyasha decidió dejar todos esos pensamientos y se acercó a Kagome, buscando la calidez de su ama. La adormilada chica llevo su mano y acaricio inconscientemente el cabello platinado de él. Aquel gesto reconforto tanto a Inuyasha que sin percatarse sucumbió nuevamente al sueño.

-o-

El lugar era hermoso, había adornos de flores a su alrededor y una gran alfombra roja en el suelo, pero, parecía estar vacío. Fue entonces cuando logró distinguir la silueta de una persona a la distancia.

Embelesada, camino lentamente y contempló que se dirigía hacia el altar de una boda.

Había alguien parado allí, estaba de espaldas... ¿Quién era?

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