Capítulo 2

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Cuando Xavier despertó eran cerca de las ocho de la mañana, iba a llegar tarde al trabajo otra vez y eso no era bueno, se vistió a toda velocidad y se preparó un café que puso en un vaso de plástico que encontró tirado en la cocina, con la intenci...

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Cuando Xavier despertó eran cerca de las ocho de la mañana, iba a llegar tarde al trabajo otra vez y eso no era bueno, se vistió a toda velocidad y se preparó un café que puso en un vaso de plástico que encontró tirado en la cocina, con la intención de tomarlo por el camino.

Cerró la puerta de su loft con prisas y se dio media vuelta para dirigirse al ascensor, y entonces chocó con alguien y todo el contenido de su café fue a parar sobre la ropa de la mujer que cada noche venía a golpear su puerta con la esperanza de que ese día la dejara dormir.

—¡Maldición! —exclamó la muchacha.

Xavier la miró con pena. La verdad era que su ropa estaba estropeada.

—Lo siento... —se disculpó con torpeza.

—¡No te soporto! —se quejó la muchacha con rabia y dio media vuelta para volver a su casa, probablemente a cambiarse.

Xavier suspiró. La verdad era que desde que se había mudado a ese edificio, hacía dos semanas, se había portado bastante mal con esa chica.

Durante ese tiempo, casi todos los días, salvo un par de excepciones, se había puesto a tocar la batería en medio de la madrugada. Y es que eso era lo único que le ayudaba a sacar toda la rabia que tenía encima, era lo único que le permitía despertar al día siguiente y continuar con su vida aburrida e insípida, aunque solo hubiese dormido un par de horas.

Y es que él siempre estaba enojado, no sabía bien por qué, pero era frustrante.

Y esa pobre muchacha venía cada noche con su cara de dormida y le pedía correctamente que la dejara descansar pues debía trabajar.

Xavier se preguntó cómo alguien podía aguantar tanto, si hubiese sido él ya habría hecho algo. La chica dijo que iría a quejarse con el administrador, pero por lo visto no lo había hecho porque nadie le había llamado la atención ni le había dicho nada.

Miró su celular y observó la hora, iba tarde, así que pensaría luego en alguna manera de disculparse con la vecina, lo del café no había sido adrede y no deseaba llevarse mal con ella, aunque no hiciera mucho esfuerzo por llevarse bien tampoco.

La chica era bonita, tenía el cabello castaño claro muy rebelde y los ojos grandes de color miel. Sus labios carnosos le daban un tono entre sexy e inocente. Su piel con manchas de dos tonalidades la hacían interesante a los ojos de Xavier, sabía que se trataba de algo, pero no sabía de qué... Ya averiguaría.

Además, tenía muy bonita voz, era dulce y melodiosa como de comercial de televisión, aunque se le cortaba a menudo por el tartamudeo que le causaban los nervios ante su actitud hostil cuando le decía que no dejaría de tocar la batería.

Xavier sonrió.

Era una chica que le llamaba la atención, pero se notaba a leguas que no era el estilo de chicas al cual estaba acostumbrado, además, sería imposible llevarla a la cama para luego no llamarla siendo que era su vecina de al lado.

Todos los tonos de tu alma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora