El viaje fue un poco difícil, porque su cabeza no paraba de darle vueltas a mil situaciones sin descanso. Primero, recordaba el viaje anterior con Xavi, cada momento a su lado, sus palabras, su sonrisa, las bromas que hizo, la vez que imaginaron lo de escribir una historia. Segundo tenía miedo, las chicas la hacían sentir bien, pero todavía le costaba confiar y solo correr a sus brazos y contarles sus cosas, después de todo ellas eran más amigas de él que de ella y no la conocían de hacía tanto tiempo. Y como si todo eso fuera poco, también estaba Vicky, ¿cómo iba a contar todo lo que pasó delante de ella? Iba a ser extraño.
Pero se fue, una escapada le haría bien y al menos no estaría sola para pensar y repensar las cosas. Quizá Tefi tenía razón y hablarlo con las demás podía brindarle un poco de luz. ¿Qué tenía para perder?
Estefanía esperó a Sabrina con ansias y la recibió en su pequeño departamento para que se quedara allí por el fin de semana. Las chicas no tardaron ni una hora en llegar al lugar, trajeron cosas para comer y tomar y muchos abrazos. Sabrina se sintió contenida incluso antes de que comenzara a hablar.
La primera en llegar fue Belén, que la abrazó con fuerza y le dijo que estaba contenta de verla, Esme llegó después y le abrazó también, como si fueran hermanas separadas al nacer, y luego llegó Vicky, que le dijo que le alegraba verla tan pronto y también la abrazó.
Y entonces, todas se sentaron en la sala. Apretujadas en el pequeño sofá para dos estaban Vicky con Belén, la primera recostaba su cabeza por el hombro de la segunda como las buenas amigas que eran desde que compartieron habitación en el centro de rehabilitación. En el suelo Tefi, al lado de Esme, sobre unos almohadones y a ella le habían dejado en un sofá individual. Todas la miraban con atención.
—Bueno, aquí estamos —dijo Tefi con parsimonia—, te escuchamos...
—Ay, chicas, antes de que les cuente quiero que sepan que esto es difícil para mí, nunca hablé con nadie así y no soy de contar mis cosas, además... —Sabrina miró a Vicky—, todo es muy íntimo... y no sé... solo, por favor no me juzguen.
—¿Juzgar? ¿Y eso que es? —inquirió Esme con una sonrisa dulce.
Sabrina suspiró y tomó coraje.
—No sé bien cuando ni cómo empezó todo, pero lo cierto es que veníamos tirándonos indirectas desde hace un buen rato. Indirectas bien directas —añadió—, era como... sabíamos que jugábamos con fuego...
—Eso es súper divertido —dijo Tefi frotándose las manos con emoción, Esme le dio un golpe.
—Pues... yo no pensaba avanzar, pero luego de regresar del viaje, las cosas se hicieron más intensas... No sé cómo voy a explicar esto, pero cuando estoy con él es como si no tuviera miedo ni vergüenza —comentó—. Y yo no soy así...
—¿Así como? —quiso saber Belén.
—No sé, solo tuve un novio cuando era adolescente... ¿comprenden? —inquirió con ganas de que de verdad lo supieran sin tener que explicarlo demasiado—. Me da vergüenza admitirlo, pero es así... No me es fácil relacionarme con ustedes, mucho menos con un chico... —añadió—. No tengo demasiada experiencia....
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Todos los tonos de tu alma ©
RomanceSabrina tiene un nuevo vecino, un chico muy guapo y ruidoso. O a lo mejor es que las paredes del edificio son de cartón y ella puede oír todo, tanto cuando enloquece con la batería a las dos de la madrugada o cuando lleva chicas a su casa. Al princi...