Capítulo 20

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Pasada la medianoche, las chicas se encontraban en un círculo a un lado, mientras los chicos, en especial Leo y Xavi, se ponían al día luego de tantos años y le contaban a Alex sus aventuras de infancia

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Pasada la medianoche, las chicas se encontraban en un círculo a un lado, mientras los chicos, en especial Leo y Xavi, se ponían al día luego de tantos años y le contaban a Alex sus aventuras de infancia.

—Sabrina —dijo Tefi con un tono de voz que denotaba que lo que diría sería importante.

—Ay, no —murmuró Esme.

—Necesito preguntarte algo y no quiero que me lo tomes a mal —dijo y se mordió los labios nerviosa.

Por su tono de voz todas sabían que estaba un poco pasada de copas.

—Dime...

—¿Qué tienes en la piel? —inquirió—. Lo siento, siento si te ofendo, pero juro que es pura curiosidad...

Sabrina sonrió.

—No me ofendo, se llama vitíligo, es una enfermedad... mi piel va perdiendo pigmentación.

—¿Es doloroso? —quiso saber la muchacha.

—¡Tefi! —llamó Esme.

—No, no duele... —respondió Sabrina y luego miró a Esme—. No me molesta que pregunte, de hecho, para mí es mucho mejor cuando lo hacen que cuando se quedan mirándome como bicho raro.

Esme sonrió.

—Yo pienso que te ves hermosa —dijo la muchacha.

—También yo —respondió Vicky.

—No tuvo que haber sido fácil, ¿eres así de nacimiento? —inquirió Belén.

—No, me empezó a salir como a los diez años... y no, no fue fácil... No es fácil sentirse distinta, no es fácil luchar con las miradas y con los comentarios, y mucho menos con las bromas de la gente que no lo comprende...

—Te entiendo —suspiró Esme—, yo sufrí todo eso por mi sobrepeso durante toda mi juventud... —admitió.

—Mucho tiempo intenté ocultarlo, creo que por eso es por lo que no soy tan sociable, durante la adolescencia prefería quedarme en casa a que me vieran así... y luego, una se acostumbra, ¿no?

Esmeralda asintió.

—Pero luego aprendes a aceptarte y entonces te das cuenta de que el problema es de los demás, no tuyo, ¿cierto? —inquirió Esme con una sonrisa.

—Así mismo —rio Sabrina—, yo simplemente me cansé, un día me miré al espejo y decidí que ya era suficiente de privarme de usar ropas que me gustaban o llenarme de maquillaje solo para que no me vieran... no me sentía yo.

—Te entiendo tanto —dijo Esme y la tomó de la mano.

—Pero siempre hay daños colaterales... supongo que me acostumbre a ser solitaria... No debería decirles esto, pero he tomado cerveza y creo que estoy un poco desinhibida —admitió—, Xavier es el único amigo que tengo, como trabajo por mi cuenta no socializo, nunca tuve amigas...

Todos los tonos de tu alma ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora