11. Picnic

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Preparando comida juntos / Hermione y Harry

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Harry esperaba a dios, Merlín y todos los dioses que no hubiera olvidado algún ingrediente, porque no tenía ganas de ir al super de nuevo.

Después de la guerra y regresar para cursar su último año de Hogwarts había decidido empezar a vivir en la casa heredada por su padrino, renovarla y hacerla ver como lo que ambos hubieran querido, un hogar. Pero la realidad es que era un lugar demasiado grande para solo una persona, así que había hablado con Ron y Hermione para preguntarles si querían vivir un tiempo con él, la castaña había aceptado en seguida con una sonrisa, con la condición de que pasaría los fines de semana con sus padres, él no pudo estar más de acuerdo.

Ron por su parte lo pensó demasiado, y no era que no quisiera pasar tiempo con sus dos mejores amigos, pero simplemente después de todo lo ocurrido él creyó que lo mejor sería mantenerse cerca de su familia, prometiendo visitarlos seguido.

La castaña no tardó en entrar al ministerio, justo en el departamento de regulación y control de criaturas mágicas, lo cual trajo un cálido recuerdo de una chica con el cabello alborotado con botones en sus manos y grandes aspiraciones, Harry conocía a su mejor amiga, sabía que era la mejor bruja de su edad y aunque jamás se lo hubiera dicho y la hubiera tachado de intensa en el colegio porque, claro, ¿a esa edad a quien le interesan ese tipo de cosas? -aunque obvio, Hermione era diferente, ella siempre lo había sido- sabía que lograría llegar a un puesto importante y que no terminaría de luchar nunca hasta alcanzar sus metas y demostrar la razón de sus ideales. Harry no podía evitar sentir una gran admiración por ella.

Y era también por esa razón que la chica se paraba temprano, apenas tomando un poco del café recién preparado que Harry hacia al despertar, despidiéndose de el con un beso en la mejilla antes de salir corriendo por la puerta principal hacia las oficinas del ministerio, llegando tarde horas después y completamente cansada, porque, aunque ella no se lo dijera, el azabache sabía que ella hacia horas extras.

Así que aquí estaba, con todos los ingredientes en su cocina listo para preparar una tarta de moras, la favorita de la castaña.

Y es que en realidad no era solo eso, sus ganas por hacer algo por la chica había surgido desde hace varias semanas, el último año había sido complicado, tener que retomar la antigua rutina después de meses de desastre, muertes, torturas, peleas y poca esperanza dejaban secuelas, Harry aún tenía pesadillas, y Hermione a veces lo despertaba a consecuencia de los gritos, el tenía que correr hasta su habitación y despertarla, prepararle un té e intentar calmarla, diciéndole que estaban bien, que no estaban en Malfoy Manor y que todo había pasado ya, eventualmente ambos terminaban durmiendo juntos en el sillón y aunque Ron no estuviera ahí con ellos, sabía que era una situación familiar.

Herms había pasado muchas cosas por él, siempre manteniéndose a su lado incluso cuando él no quería, peleando en la batalla como si fuera propia, siempre preocupándose por su bienestar. Solo podía pensar en que merecía el mejor trato y las mejores atenciones, y bueno, no es que una tarta fuera la séptima maravilla del mundo, pero era un buen inicio.

—¡Harry! —El grito desde la sala casi lo hace saltar del susto, maldición — ¿Adivina quién llegó tempra-? oh—Giró su vista al marco de la puerta, donde la castaña se asomaba con un portafolio en mano.

Suspiró, aun después de tanto tiempo la mala suerte no parecia irse.

—Conque cocinando, ¿qué vas a hacer? — Preguntó acercándose.

—Tarta — Dijo con un puchero que no había podido evitar.

Hermione se quitó el saco de su traje, quedando solo en su camiseta blanca.

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