2. Naturaleza

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Dia invernal / Theo y Luna

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Tenía relativamente pocos meses desde que Theo había regresado a su ciudad natal. Nunca había sido tan apegado a su familia, pero en los años que estuvo fuera estudiando se dio cuenta de que tal vez debería dejar de ser tan cerrado a mostrar afecto con las personas que le importan, así que aprovecharía ese año lo más que pudiera hasta que tuviera que regresar a Francia para terminar sus estudios.

Justo regresaba del pueblo, pensó que sería buena idea ir él mismo por las compras, su madre lo regañaba diciéndole que le servidumbre podría hacerse cargo, pero vivir solo generaba costumbres, bajo del carruaje con unas cuantas bolsas, y vio a uno de los chicos de la cocina salir corriendo por la puerta trasera para ayudarlo.

Volteó su vista al camino que estaba a un lado de la finca, a lo lejos, una joven con un hermoso vestido azul caminaba con una canasta en mano, recogiendo algunas flores. Theo pudo haberse interesado en su belleza natural, en lo suave que se veía su piel con los ligeros rayos de sol del verano, o en el movimiento de su cabello apenas mal amarrado por un listón con la brisa, o su forma de caminar, más como si estuviera en un tipo de baile donde la melodía estaba únicamente en su cabeza.

Pero lo que más llamó la atención del castaño es que la chica iba descalza.

Por una fracción de segundo pensó en acercarse, pero pronto se dijo que no sabría que decirle; no quería ser grosero o verse entrometido, la chica se veía tan irreal, paseando y tomando las flores, algunas desde la raíz.

Involuntariamente al siguiente día volvió a salir a los alrededores de la casa, buscando una cabellera rubia, la encontró.

Esta vez la chica no se había molestado en hacer algo con su cabello, pero en conjunto con un vestido salmón se había colocado un extravagante collar de conchas, él pensó que le sentaba bastante bien.

Los dias empezaron a avanzar, y Theo siempre salía a los jardines para ver a la misteriosa joven recogiendo flores pasar. La curiosidad siempre había sido su debilidad, y en su temor por acercarse a la chica, terminar espantándola y que jamás volvía a pasar por ese camino, prefiero preguntarle a su primo al respecto.

—Oh, es la hija de los Lovegood — Comentó Stefan, ambos estaban en la oficina del segundo piso, viendo desde la ventana —. Sangre pura, buena familia... aunque son un tanto extraños, en especial Luna.

Nott nunca había estado metido en la importancia de la sangre, pero en cambio había conseguido algo más interesante. Su nombre, Luna.

Estaba seguro de que era el nombre perfecto para ella, solo con ese hermoso astro podría compararla, ambas irradiando una luz etérea que, atascaba tu respiración e hipnotizaba tus sentidos y al mismo tiempo te hacía sentir una calidez que invadía tu cuerpo, generando confort en la oscuridad.

Vio las estaciones pasar a través de ella más rápido de lo que se hubiera esperado, los cálidos tonos del otoño le sentaban de maravilla, incluso la vio algunas veces jugando con las hojas que caían sin prisa en los árboles, la vio hacer coronas con las flores que conseguía, y siempre, siempre descalza.

Cuando noviembre llego, los árboles ya no tenían hojas, el aire era más espeso y las mañanas eran más frías. Tal vez fue ese el momento en que se dio cuenta que ya no podía solo seguir viéndola de lejos, tal vez solo necesitaba una tonta excusa para acercarse a ella.

Por eso en una tarde especialmente fría, Theo tomo su propia bufanda que traía ese día, y antes de pensarlo demasiado se encontraba frente a ella. Ahora podía verlos bien, sus ojos eran inmensamente azules, como el cielo en primavera.

La chica pareció un poco sorprendida de verlo ahí, pero su mirada soñadora no cambio, le tendió su bufanda, y para su desgracia, con las manos un poco temblorosas.

—Pensé que tendrías frio — Menciono bajito, no quería perturbar ese ambiente tranquilo.

Luna le dio la sonrisa más brillante que había visto en mucho tiempo.

—Un poco, gracias.

Y para su sorpresa, siguió caminando.

No pudo ni intento moverse, solo vio como la chica se alejaba por el camino hasta el pueblo.

Al otro día estaba realmente nervioso, tenía miedo de que Luna no quisiera volver a pasar por ahí, o lo hubiera creído un completo tonto.

Pero estaba totalmente equivocado, su corazón dio un vuelco cuando la vio pasar, esta vez como si estuviera buscando algo además de flores, y con su bufanda en el cuello. Se acerco a paso tranquilo, Luna sonrió al verlo, cuando la tuvo de frente su mente se vacío y las manos le empezaron a sudar, pero la chica saco un pequeño ramo de agrimonias y se las tendió.

Jamás le habían regalado flores.

De hecho, jamás había conocido a una chica que regalara flores.

—Son hermosas, gracias — Sintió el calor subir hasta sus mejillas, y la chica pareció notarlo porque soltó una ligera risita, él por cortesía se ofreció a acompañarla a casa.

Pronto se volvió en una pequeña rutina, Theo la acompañaba por su camino al pueblo, recogiendo algunas flores que veía en el camino y las ponía en su canasta, y ella algunos dias le regalaba un bonito ramo, una vez incluso le regalo un collar.

Conoció a su padre tambíen, un tipo bastante inusual, pero demasiado gentil y agradable, Theo podía entender porque Luna era una chica tan maravillosa. Los dias no parecían pasar a su lado.

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Ese día se encontraban en los jardines de su casa, había armado un pequeño picnic para Luna con sus postres favoritos y unas cobijas extras para el frio.

Sus platicas siempre eran fuera de lo común, pero él se encontraba envuelto rápidamente en las locas teorías o los cuentos místicos sobre criaturas extrañas.

Estaban uno al lado del otro acostados sobre la manta algodonosa con unos pequeños copos de nieve cayendo gentiles sobre ellos, la chica descansaba sobre su brazo, y Theo sentía su corazón saltarse varios latidos. Volvió un poco su cabeza para verla más de cerca, ella ya lo estaba haciendo.

Se fue envolviendo en su caminar bailado, en su cabello largo con detalles de oro, en su cálida sonrisa, y se perdió en el cielo de sus ojos, y no fue hasta ese momento que se dio cuenta de que era simplemente que se había enamorado de ella.

Se inclino solo un poco, sus labios apenas y rozaron, pero se sentían suaves, y era la mejor sensación que había sentido en mucho tiempo, para su sorpresa, Luna se acercó más a él, moviendo apenas sus labios. Aun sabia un poco al pay que habían estado comiendo.

—Cuando regrese a Francia, quiero que vengas conmigo.

Las palabras salieron sin esfuerzo, fue un poco más como un ruego, pero él no podría darse el lujo de perderla. Luna lo miro durante unos segundos, pero pronto se encontró sonriendo y asintiendo apresuradamente con la cabeza.

Desde ese momento, Theo se había encargado de hacerla inmensamente feliz, Luna comenzó a regalarle ramos de Ambrosias. Y aun en Francia, salían todos los dias a dar un paseo por los prados, recogiendo flores.

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¡Esta pareja simplemente me encanta! La primera idea había sido en Hogwarts, pero hoy creí que podría ser algo más de la época antigua, amor a primera vista(? No lo sé, vere como me va mañana.

Tengan un lindo sábado xx

FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora