Dulce Amor (Completa)

Veintitrés. Eres el amor de mi vida.

TOM.
Abrí los ojos de golpe e intenté levantarme, pero una mano impidió que lo hiciera. Miré hacia mi izquierda y me encontré con Paul.
-¿Qué ha pasado?, ¿dónde estoy? Sofía...
- Ella está bien. Tranquilo, Tom. Te desmayaste cuando dejaste a Sofy en la camilla. Los médicos han dicho que ha sido por agotamiento.
Me pasé una mano por la cara. Intenté levantarme otra vez y de nuevo, me lo impidió.
- Tienes goteros puestos, no seas bruto, Tom. Espera que venga la enfermera y te los quite.
- Sofía...
Lo único que me preocupaba era ella.
- Está bien. Está sedada. La han drogado tanto que los médicos dicen que aún tardará unas horas más en despertar. Por lo demás, está bien. Bueno...
- ¿Bueno qué?- sabía que había algo más.
- Los médicos le han hecho pruebas, radiografías y eso. Han descubierto que tenía dos costillas rotas. Ese asqueroso le ha dado una buena paliza. Tiene moratones por las piernas y su torso está morado casi por completo. Le ha dado un buen golpe en la cabeza, pero por suerte no tiene nada, solo una pequeña brecha. La han curado y dado varios puntos. Han dicho que ha tenido mucha suerte. Le han puesto sueros para que elimine las drogas que recorren su cuerpo. La suerte que la encontrarás tan pronto ha ayudado mucho
Sentí que la furia recorría mi cuerpo. Apreté los puños. Si en ese momento, lo tuviera delante...
Entró una enfermera, se veía agradable, pero yo no estaba para nada en esos momentos. Traía una silla de ruedas.
- Buenas tardes, señor Felton. Me ha dicho el médico que le retire las vías.
- Necesito ver a mi novia...
- Para eso vengo también. - dijo mientras me quitaba la vía que tenía en el brazo derecho.- ¿Me ayuda a levantarlo?- preguntó la chica mirando a Paul.
- Puedo solo- dije intentando levantarme de la cama.
Sólo conseguí marearme y que Paul riera un poco. Entre él y la enfermera me ayudaron a levantarme y a sentarme en la silla de ruedas.
La enfermera me sacó de la habitación y caminó conmigo solo un par de pasos, hasta entrar en la habitación contigua a la mía.
Sobre la cama, dormida y llenas de cables, estaba Sofía. Los arañazos se veían ahora más nítidos que antes, sus brazos( en el derecho tenía una vía con varios cables que iban hacia los goteros), reposaban sobre su vientre. Se veía serena, como en un dulce sueño.
A su lado izquierdo, su madre, que levantó la mirada cuando oyó abrirse la puerta.
- ¡Ains, Tom, hijo! Me tenías preocupada. No he parado está noche de una habitación a otra. ¿Cómo estás?
- Mejor, solo me preocupa Sofía.- respondí sin apartar la vista de mi novia.
- Tranquilo, está bien después de todo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Tapé mi cara con las manos y comencé a llorar. Sentí que alguien me abrazaba.
- No llores, hijo. Sofía es fuerte. Ella saldrá de esta.- dijo Kate, despegando mis manos de mi cara.
- Ahora si que ese tipo no sale de prisión, ya me encargo yo- dijo Paul apretando mi hombro.
- Quédate con ella un rato. Le hará bien escucharte- dijo Kate amablemente con una sonrisa.
Paul acercó la silla de ruedas hasta la cama. Volvió a apretarme el hombro y salió de la habitación junto a la madre de la chica.
- Sofía...- mi voz tembló.
Agarré su mano y la envolví entre las mías. Tenía unas manos tan pequeñas...
- No sabes cómo me duele verte así. Cuando te encontré, sentí que volvía a la vida. No sabes lo mal que lo hemos pasado todos. Despierta pronto, mi niña.
Besé su mano y seguí un rato con ella entre las mías. Simplemente la miraba, no podía creer lo que había pasado.

Creo que me dormí. Me desperté y miré a Sofía, la cual me miraba con una sonrisa.
- Hola, guapo- dijo en un susurro.
-¡Sofía!- exclamé.
- Tranquilo- oí la voz de su madre.
Levanté la vista un poco más y la vi al otro lado de la cama de su hija.
- Estabas tan profundamente dormido, que me dió pena despertarte. Sofía lleva tres horas despierta.- dijo la mujer mirándome con una sonrisa.
-¿Tanto he dormido?- pregunté confuso.
- Eres una marmota- dijo Sofía aún con la voz pastosa.
- ¿Cómo estás?- pregunté levantándome de la silla de ruedas para sentarme en la cama con ella.
- Creo que me ha pasado un camión por lo alto. No me acuerdo de nada. Sólo me acuerdo que estaba saliendo de la tienda y vi que alguien me perseguía. Lo siguiente, es despertarme aquí.
- Mejor que no te hayas enterado de lo que ese hijo de puta te ha hecho- dije intentando no sonar enfadado.
- Solo sé que me duele todo el cuerpo. Mamá, ¿Qué ha pasado?
Su madre suspiró.
- Mike te secuestró, te drogó y te ha pegado una paliza. Menos mal que Tom hizo todo lo posible para encontrarte. Él te ha salvado la vida, cariño.
Su mirada se llenó de lágrimas y dirigió sus ojos hacia mí.
-¿De... De verdad... Has hecho eso?- preguntó entrecortadamente.
- Si, lo que hiciera falta para encontrarte, mi vida.- respondí besándole la mano.
El móvil de su madre empezó a sonar, se disculpó y salió de la habitación.
- ¿Cómo te agradezco todo esto?- preguntó ella mientras las lágrimas recorrían su cara.
- No tienes que agradecer nada, Sofía. Lo haría mil y una vez si fuera necesario.
- Te quiero tanto, Tom...
- Tú eres el amor de mi vida, Sofía- dije y me incliné para darle un pequeño beso en los labios.

SOFÍA.
Abrí los ojos y, me costó un poco de tiempo, saber dónde estaba. Vi mi brazo derecho con una vía y varios goteros. Mi mano izquierda la notaba como atrapada en algo. Miré hacia mi izquierda y vi una cabeza rubia apoyada en ella. Reconocí al momento quien era.
Tom.
Suspiré y noté como me dolía todo el cuerpo. No sabía que me había pasado, solo que estaba en el hospital. La puerta de la habitación se abrió y entró mi madre. Se llevó las manos a la boca en señar de sorpresa.
-¡Mamá!- susurré.
-¡Ains, hija! Por fin despertaste...
No terminó de hablar cuando un hombre entró. Era el médico.
-¿Cómo estás, Sofía?- preguntó.
-Me siento muy cansada y me duele todo.- dije.
- Normal. Con los sueros y medicinas que te hemos puesto, empezarás a mejorar muy pronto.- miró a mi madre y luego a Tom, quien seguía dormido sobre mi mano.- Debería de despertar al señor Felton.
- Déjelo así, doctor. No me molesta.
El doctor sonrió y asintió.
- Ante cualquier duda, llámenme- dijo y se marchó.
-¿De verdad que no quieres despertarlo?- preguntó mi madre.
- No, mamá. Déjalo así... Lo habrá pasado fatal estos días.
- No te lo imaginas.- dijo mi madre.
Me quedé mirándolo. Haber despertado y encontrarlo allí, a mi lado, era todo lo que necesitaba...