Diecisiete. Eres mi todo

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La cena estuvo bien. Cenamos en un reconocido restaurante, donde varias personas se le acercaron a Tom en cuanto lo reconocieron.
- ¿Qué te apetece hacer ahora?- me preguntó mientras salíamos del restaurante.
- Podríamos ver una película- surgirí.
- Me parece una buena idea- dijo y me agarró de la mano mientras nos dirigíamos al coche.
Había aparcado en una calle cercana al restaurante.
Íbamos, andando tranquilamente, casi llegando al coche, cuando comenzó a llover, y no poco.
Tom se quitó la chaqueta para cubrirnos un poco a los dos. Aunque fue en vano. Cuando llegamos al coche, íbamos empapados.
- Menuda trompa de agua- dijo al entrar al coche.
- Desde luego- dije quitándome los zapatos.
- ¿Vamos a mi casa y te secas? Estamos más cerca de la mía que de la tuya. No quiero que te pongas mala.
- Vale, me parece bien. Tengo el vestido empapado. Y tú estás cómo una sopa.
- No te preocupes por mí.- dijo arrancando el coche.
- Como no lo voy hacer, Tom. Qué cosas tienes- dije poniendo los ojos en blanco.
Nos dirigimos a su casa y en poco menos de diez minutos, llegamos. Corrimos hacia la puerta, lo más rápido posible, pues aún llovía bastante, pero ya no tan fuerte como antes.
Subimos a su habitación y sacó de su armario un par de pijamas para ambos.
- Coge lo que necesites. Aquí tienes la ropa. Si necesitas algo más, ya sabes dónde está todo. Te dejo que te duches- dijo.
Me besó rápido en los labios y se fue, dejándome sola en su habitación. Me metí en el baño, cogiendo antes el pijama y tuve que cogerle ropa interior suya, pues la mía estaba empapada.
"Si Tom te viera con su ropa interior", oí en mi mente.
Sacudí la cabeza y me metí en el baño. Me di una ducha caliente para entrar en calor. Me puse la ropa de Tom, la cual olía a su perfume. Me cepillé el pelo y salí. Bajé al salón y lo vi sentando en el sofá. Vi que él ya se había duchado y estaba también en pijama. Me senté junto a Tom en el sofá, quien me recibió entre sus brazos.
-¿Mejor?- preguntó.
- Si, ahora estoy más calentita. Gracias por prestarme un pijama.
- No tienes que agradecer nada, mi amor- dijo y me besó.
Le seguí el beso, pero paró al momento. Se levantó del sofá y lo noté algo inquieto.
- ¿Quieres un chocolate caliente?
- Mmm... Vale.
- Vuelvo en nada. No me eches de menos- dijo con una sonrisa nerviosa.
Reí y me senté más cómoda.
Eché la cabeza hacia atrás y cerré los ojos. Suspiré.
-¿Amor?- lo oí decir.
- Dime- abrí los ojos y lo vi delante mía con dos tazas.
- Toma, tu chocolate- y me extendió una taza.
Noté como se me calentaban las manos mientras Tom se sentaba a mi lado.
Empecé a tomar el chocolate a sorbos pequeños, pues quemaba un poco. A mi lado, Tom hacia lo mismo.
Cuando terminé, dejé la taza en la mesita que tenia delante del sofá, y él me imitó.
Me giré hacia Tom para hablar, cuando vi que tenía la nariz manchada de chocolate. Empecé a reírme.
Él me miró extrañado.
- Tienes chocolate justo aquí- dije quitándole el chocolate de la nariz.
- ¿Y eso te hace gracia?- dijo él divertido.
Asentí y me levanté para limpiarme la mano. Tom me agarró de la otra mano.
- ¿Dónde vas?
- A limpiarme el chocolate.
Cogió la mano, y cuando vio el dedo manchado de chocolate, sacó un pañuelo de papel del bolsillo de su pijama y lo limpió.
- Hombre precavido, vale por dos.- dijo una sonrisa de medio lado y arqueando una ceja.
Me tuve que reír ante su ocurrencia.
- Amo cuando ríes- dijo Tom.
- Y yo te amo a ti- respondí y me senté sobre él a horcajadas.
- Eres mi todo, Sofía- dijo mientras sus manos sujetaban mi cintura.
Coloqué mis manos sobre su cuello y lo miré a esos ojos azules que eran mi perdición.
- Tú también, Tom. Jamás pensé que me enamoraría de ti.
- Claro, te gustaba más el moreno de las gafas- bromeó.
-¡Tonto!- reí.
- Un tonto que está loco por ti.
- Como yo por ti.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro unos minutos hasta que me decidí a besarlo. Sentí como el deseo, volvía a mí. Me siguió el beso, hasta que volvió a separarse de mí.
- Tom...- le supliqué.
- Sofía, no puedo...-dijo en un susurro y desvió la cabeza hacia un lado.
Cogí su cabeza entre mis manos y lo hice mirarme.
- Ahora soy yo la que te pide que dejes tus miedos. Te quiero y tú me quieres. No me vas a hacer daño. Te necesito y tú me necesitas. Ya está. No le des más vueltas.
- Sofía...- suspiró.
Acerqué mi boca a él y volví a besarlo. Sentí como sus manos me apretaban contra él. Mi corazón latía rápido. Mis manos bajaron por su cuello y las suyas, por mis piernas.
- Vamos a la habitación. No quiero que nuestra primera vez sea en el sofá- dijo dándome un ultimo beso antes de levantarnos del sofá.
Me cogió de la mano y subimos a la habitación de Tom. Cerré la puerta nada más entramos.
- Solo te pido una cosa, mi vida- dijo.
- Dime.
- Si quieres parar, me lo dices, ¿vale?
- Vale. Ahora soy yo la que te pide algo- vio como asintió- Bésame.
Sonrió y se acercó a mí. Me sujetó por la cintura, me pegó contra su cuerpo y con su mano derecha levantó mi cara hacia él.
- Como ordenes, mi vida.- dijo y me empezó a besar.
Nuestras respiraciones empezaron a alterarse. Mis manos temblaban mientras intentaba quitarle la parte superior de su pijama, que tuvo que quitarse él finalmente. Me ayudó a desnudarme, y se quitó lo que le quedaba de ropa. Volvimos a besarnos y nos dirigimos a la cama.
Tom se puso encima mía y comenzó a besarme por todo el cuerpo. Se detuvo un poco en mis pechos y después siguió hacia abajo. Yo temblaba de deseo. Hacía tanto tiempo que no sentía está sensación...
Volvió a besarme en los labios y mis manos recorrían su fuerte espalda. Lo oí suspirar cuando rodeé con mis piernas sus caderas.
Hundió su cabeza entre el hueco de mi cuello mientras entraba en mí. Empezó a moverse despacio y levantó la cabeza del hueco de mi cuello. Entrelazó sus manos con las mías, mientras se movía encima de mí. Pronto empecé a notar esa sensación de placer en mi cuerpo.
Apreté más las piernas alrededor de sus caderas, exigiéndole que fuera más rápido.
Empecé a gemir de placer y Tom, empezó a moverse más rápido, apretando más nuestras manos entrelazadas.
Lo oí gruñir de placer, yo estaba a punto y sabía que él también. Arqueé la espalda cuando sentí que llegaba. Él llegó al mismo tiempo que yo.
Cuando acabó, se tumbó a mi lado, dándome un beso en los labios.
- ¡Madre mía!- exclamó tapándose la cara.
Me incliné hacia él, quitándole las manos de la cara. Le besé en los labios.
-¿Ves? Estoy entera. Gracias, mi amor.
- No sé lo que haces conmigo, pero haces que todo sea fácil. Yo estaba preocupado por este momento y ha pasado mejor de lo que esperaba.
- Yo no hago nada, Tom. Sólo quererte.
- Con eso me basta, mi vida.
Le sonreí, aunque no sé si me vería con la habitación a oscuras, pero lo hice.
- Anda, ven aquí- dijo y me tapó con las sábanas de su cama.
Me abrazó por la cintura, me dio un beso en el hombro y me apretó contra su cuerpo.
- Buenas noches, cielo- dije.
- Buenas noches, mi vida.
Cerré los ojos y me dormí abrazada a la persona que había hecho que creyera en el amor de nuevo.

Dulce Amor (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora