Dulce Amor (Completa)

Treinta y cinco. Siempre contigo es mejor.

Buenas!!! Antes de leer este capítulo, me gustaría saber qué os va pareciendo la historia. Os leo en comentarios. Un beso y gracias por seguirme!!!

♥️♥️

TOM.

Me desperté aún con la cabeza sobre el vientre de Sofía. Mi mano derecha se había colado por la abertura del albornoz que aún llevaba y estaba sobre su cintura. Moví un poco la mano y ella se movió, soltando un suspiro. Me moví para apoyar mi cabeza sobre la almohada y dejar a Sofía algo más cómoda.
Había estado pendiente de mí hasta que me dormí. Había pasado conmigo el mal trago de antes y se lo agradecería siempre. No me había equivocado en elegirla.
Ella seguía dormida, respirando suavemente. Subí mi mano por su cuerpo, provocando que se moviera ligeramente, dejándola justo debajo de su pecho. Sofía se despertó:
-¿Necesitas algo, Tom?- preguntó aún con los ojos entrecerrados.
Con la poca luz que entraba por la ventana, podía verle la cara ligeramente.
- A ti...
Rió y, acariciando mi mejilla, dijo:
- A mí me tienes siempre.
La besé y ella me devolvió el beso de buena manera.
Desabroché su albornoz, dejando su cuerpo desnudo. Mi mano volvió a recorrer su cuerpo y su respiración se agitó. Noté como una de sus manos desabrochaba mi albornoz y sonreí mientras la besaba. Su mano derecha acariciaba mi pecho y subió hasta mi hombro para bajar el albornoz, que me terminé de quitar, lanzándolo a algún lugar de la habitación, haciendo lo propio con el de Sofía. Me coloqué encima de ella y comencé a besarla por el cuello hacia abajo. Notaba como se inquietaba a cada beso o caricia mía.
- Tom... Por favor...
No la hice esperar más. Me coloqué bien y me introduje en ella, quien soltó un suspiro. Enredó sus piernas en mis caderas y colocó sus manos en mi cuello, tirando de mi para besarme.
Apretó las piernas, sabiendo que aquello me volvía loco. Nuestras respiraciones estaban ya demasiado agitadas, llenando la habitación.
-¡Oh, Dios, Tom!- exclamó Sofía.
Sabía que estaba cerca.
- Hazlo, mi vida- dije antes de volver a besarla.
Su espalda se arqueó y ella soltó un gemido, indicando que había llegado. Tras unos segundos, yo hice lo mismo. Me tumbé a su lado, mientras recobrabamos la respiración.
-¿Cómo estás?- preguntó acercándose a mí.
- Contigo siempre es mejor todo. Eres mi antídoto para todo mal. Perdona por hacerte pasar un mal rato. Pero no sé lo que me pasó, me agobié demasiado- dije disculpándome.
- Estamos para estas cosas, Tom. No te preocupes. Tú siempre has estado ahí para mí y ahora me ha tocado a mí. Es lo más normal en una relación.- dijo ella y apoyó su cabeza sobre mi pecho.
- Me siento el hombre más afortunado del mundo por tenerte aquí conmigo.- dije y tiré de las sábanas para taparnos.
- Afortunada yo por tenerte. Anda durmamos un poco más, que aún faltan un par de horas para que suene el despertador.
- Si, durmamos algo más- dije y cerré los ojos.

SOFÍA.

El despertador sonó. ¿Por qué tienen un ruido tan molesto? Me moví un poco y Tom aún seguía dormido. Me levanté y cogí el albornoz que estaba en el suelo, a los pies de la cama. Me lo puse, mientras miraba a Tom.
Era un dios griego, por lo menos para mí. Aún seguía sin entender en qué momento sucedió esto, pero me alegro que nos hayamos cruzado en la vida.
Me acerqué, dándole unos toquecitos en el brazo para despertarlo.
- Tom, vamos, despierta, cariño.
- Mmm... No tengo ganas- dijo volviéndose hacia donde yo estaba hace unos minutos.
- Vas a llegar tarde.
- ¿Y si digo que estoy malo?- dijo tapándose la cabeza con las sábanas.
Me reí.
- Tienes treinta y cuatro años, no cinco. Eso ya no funciona. Estás perfectamente.- dije mirándolo.
Siguió en la misma postura. Sin moverse.
- Tom...
Nada, no se movía.
-¡Thomas Andrew Felton, levántate ya!- exclamé en tono enfadado.
Funcionó. Se giró, se quedó mirandome levantando una ceja. Se levantó de la cama, totalmente desnudo (tuve que hacer un esfuerzo por seguir mirándolo a los ojos y no caer en la tentación de recorrer su cuerpo con la mirada) y se acercó a mí.
"¡Oh, mierda!, No caigas en la tentación, Sofía", oí decir en mi cabeza.
- ¿No sería mejor quedarme aquí contigo toda la mañana?- preguntó con su cara muy cerca de la mía.
- Tienes que ir a trabajar, Tom. Anda duchate, que ya mismo llega John.- dije dando un paso hacia tras.
Sonrió de medio lado y se encaminó hacia el baño. Oí cerrar la puerta y al momento, la ducha. Me senté en la cama y me tapé la cara con las dos manos.

Tom salió a los pocos minutos, con una toalla alrededor de las caderas. Vi como cogió su ropa interior, se quitó la toalla y se la puso.
- ¿Te gustan las vistas?- preguntó riendo.
Me había quedado embobado mirándolo. Noté como me sonrojaba. Tragué saliva y me levanté de la cama.
Me dirigí al baño diciendo:
- Me ducho rápido y nos vamos.
Recibí risas de su parte. Sabía muy bien por lo que se reía.
Cerré la puerta del baño, me quité el albornoz, abrí la ducha y me metí debajo.
- No puedo estar todo el día pensando en sexo con Tom- susurré para mí.
Pero era verdad. Tom era la persona más buena y con mejor corazón que conocía. Pero su cuerpo no ayudaba a que no pensara en otra cosa en muchas ocasiones.
Me terminé de duchar, me puse la ropa interior que había dejado allí la noche anterior cuando pasó lo que pasó con Tom, la cual no me había puesto y salí del baño. Cogí un vestido, me puse unas deportivas, volví al baño para peinarme y volví a salir. Todo bajo la mirada de Tom.
- Tenemos que desayunar- dijo- Anoche no cenamos ninguno de los dos. Y todo por mi culpa.
Me quedé mirándolo. Me acerqué a él.
- No te vuelvas a echar la culpa. Ya te dije que son cosas que pasan. Si yo fuera actriz, creo que no podría con este ritmo de vida. Así que no te preocupes de nada más. Ahora desayunamos y nos olvidamos de lo de anoche.
Me cogió por la cintura y me abrazó.
- Tienes un corazón que vale oro.
- Tengo la suerte de tener de novio a la mejor persona del mundo- dije.
Sonrió, me besó, me cogió de la mano y salimos de la habitación, rumbo a otro día más de su trabajo.
Solo esperaba que hoy fuera mejor que ayer.