Treinta y nueve. Mi cumpleaños.

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Septiembre llegó. Y con él mi cumpleaños y el de Tom. Veinticinco y treinta y cinco años, respectivamente.

Seguía en mi trabajo, como de costumbre. Tom hacia algún que otro comercial, pero de momento no decían nada de la fecha de estreno de la película que había hecho. Me había dicho que tenía que hacer las fotos promocionales de la película en unos días, pero nada más.

El día antes de mi cumpleaños, lo noté raro. Sabía que algo pasaba y no me lo quería decir. Miraba mucho su móvil, algo extraño en él. No quise darle importancia, quizás sería algo de trabajo.
Pero Chris también estaba rara, que fue lo que más me extrañaba, aunque se le hechaba la culpa al embarazo, que podía ser perfectamente. En fin, quizás me estaba volviendo loca y ya está.

Abrí los ojos y el reloj marcaban las siete de la mañana, hora de levantarse. Al menos ya era viernes. Me levanté de la cama y seguí mi rutina de cada mañana antes de ir a trabajar. Ducha, vestirme, desayunar algo, ponerle la comida a Blanquito e irme a trabajar. Aunque fuera mi cumpleaños, eso no cambiaba nada.
De camino al trabajo, miré mi móvil. Había mensajes de WhatsApp de muchos amigos, incluyendo a Christine, Paul y Alice. Por supuesto, de Tom, quien, a parte de un mensaje de WhatsApp, había subido una foto nuestra con Willow a su Instagram, en la que ponía:

"Feliz vuelta al Sol, gracias por iluminar mi vida, te queremos muchísimo Willow y yo".

Sonreí, le di a me gusta y comenté:

"Sois mi suerte más bonita. Gracias a ti por todo".

Y en ese momento, agradecí tener mi cuenta privada, si no, me seguirían cuentas de todas clases. Y que conste, que no tenía nada en contra de nadie, pero mi privacidad era importante para mí.

Llegué al trabajo y la tienda ya estaba abierta. Entré y me encontré a Chris y a Alice esperándome dentro. Se acercaron a mí y me abrazaron y besaron como si llevarán sin verme años.
-¡Ains, mi cumpleañera! Se me hace mayor- dijo Chris dando palmadas.
- No me digas eso. Que tú eres dos meses mayor que yo, aunque no te guste decirlo.- añadí yo.
Ella simplemente se rió.
- Muchas felicidades, amiga. Que tengas un bonito día- dijo Alice con una amplia sonrisa.
- Muchas gracias, Ali. Bueno, comencemos a trabajar, hay mucho que hacer- dije acercándome al almacén para coger harina.
Vi como Alice lanzó una mirada rápida a Christine y ambas sonrieron. Sabía que tramaban algo, aunque yo seguí a lo mío.

La mañana pasó entre hacer algunos encargos que teníamos, vendiendo y recogiendo más pedidos. Me extrañó que Tom no llegara casi hasta la hora de comer.
-¿Al final que tienes pensado hacer para hoy?- me preguntó Chris.
- Pues fíjate, no he pensado nada. Ya sabes que me da igual celebrar o no mi cumpleaños. Quizás cene por ahí con Tom o haga algo en casa y os avise. No sé...- respondí.
Y era verdad, no había pensado nada. Quizás podría pasarme por el supermercado y comprar algunas cosas para preparar algo de cena. Podría preparar un pastel sencillo, quizás un bizcocho de chocolate relleno de crema pastelera o algo así...
- Bueno, a lo mejor Tom tiene algo preparado- añadió Chris.
Noté como Alice le dio en el brazo, pero hice como la que no veía nada. Llevaban toda la mañana lanzándose miraditas y haciéndose gestos la una a la otra. Sabía que me ocultaban algo.
- No creo. No me ha dicho nada- respondí.
A veces, sentía que era buena actriz. Me tenían que dar el Óscar a la mejor actriz por disimular tan bien.
Christine abrió la boca para hablar, pero a eso llegó Tom. Se acercó a mí y me dió un beso.
- Muchísimas felicidades, mi vida.- dijo y yo sonreí como tonta.
- Gracias, amor.- dije.
-¡Qué bonito!- exclamó Christine llevándose la mano al corazón.
Alice, Tom y yo nos reímos. Yo merecía un Óscar, pero ella también.
Salimos de la tienda y cerramos, ya hasta el lunes. Me despedí de mis amigas, diciéndoles que después las llamaría aunque fuera para tomar algo al día siguiente. Ellas dijeron que sin ningún tipo de problema y me marché con Tom hacia mi casa.
Llegamos y me tiré, literalmente, en el sofá. Blanquito saltó a mi regazo maullando. Estaba cansada de toda la semana y por fin había terminado. Tom se sentó a mi lado.
- ¿Te preparo algo de almorzar, Sofía?- me preguntó Tom.
- Una ensalada estará bien. No tengo más ganas de nada.- respondí.
- De acuerdo- dijo y se levantó del sofá.
Regresó a los diez minutos con un bol con ensalada, la colocó en la mesa del salón, volvió a la cocina para regresar con un par de platos, pan y los cubiertos. Me levanté y me dirigí a la cocina para coger algo de beber y los vasos. Tom me los quitó de la mano y los puso en la mesa. Me senté y él sirvió la ensalada en ambos platos.
- Gracias, Tom- le dije.
- Nada, me gusta cuidar de ti.
Sonreí. Tom era demasiado bueno.
Comenzamos a comer y casi cuando terminamos, Tom volvió a hablar.
- Sofía, ¿Podría pedirte un favor?
- Claro, lo que quieras.
- Verás, se me olvidó traerte el regalo y lo tengo en casa. Había pensado en que fuéramos por él y después fuéramos a cenar algo. Si quieres, después de la cena, podríamos ir a tomar algo con Chris y Paul, por ejemplo.- explicó y se pasó la mano por el pelo.
Se veía nervioso.
- Me parece perfecto.- asentí.- Ahora cuando terminemos de almorzar y de recoger la cocina, me ducharé.
- Vale, yo te ayudo a recoger lo que haga falta. - respondió Tom sonriendo.
Terminamos de almorzar y llevamos los platos a la cocina. Fregué mientras Tom guardaba lo que había usado y había sobrado del almuerzo.
Después me fui a duchar. Tardé poco y salí envuelta en mi albornoz rosa hacia mi habitación, donde abrí mi armario para elegir la ropa que ponerme. Elegí un pantalón pitillo verde oscuro, una blusa blanca de manga francesa y unas sandalias con tacón pequeño. Me terminé de vestir, me peiné y me maquillé ligeramente. Cogí un bolso y me dirigí al salón, donde me esperaba Tom.
- Estás preciosa- dijo levantándose del sillón.
- Anda ya- dije tímidamente.
Se acercó y me dio un beso en la cabeza.
- ¿Nos vamos? He dejado comida a Blanquito y le he echado agua.
- No deberías de haberte molestado- dije.
- No te preocupes, cariño. No hay problema alguno. Blanquito es muy bueno.
- Muchas gracias, de verdad- dije sonriendo.
- Anda, vamos. Yo creo que te va a gustar mi regalo.
- Me tienes intigrada- respondí mientras salíamos de casa.
Cerramos y salimos de mi bloque de pisos. Nos dirigimos a donde tenía el coche aparcado. Nos montamos y nos dirigimos hacia su casa.
Llegamos, nos bajamos del coche y él abrió la puerta. Willow salió disparada hacia nosotros. La saludé encantada, al igual que hizo Tom. Cerramos la puerta y entramos en la casa.
- Tu regalo está en el patio.- dijo Tom lo que me hizo mirarlo extrañada.
- ¿En el patio? ¿Tan grande es?- pregunté riendo un poco.
- Ya lo verás, pero antes, te tengo que tapar los ojos- dijo y cogió un pañuelo grande que había en el sofá.
- Tom...- comencé a decir, pero él me calló:
- ¿Te fias de mí?- preguntó.
- Eso es obvio, pero...
- Nada de peros, solo fíate de mí.
- Está bien- suspiré y él se colocó detrás de mí para ponerme el pañuelo en los ojos.
Lo hizo y me cogió de la mano. Tiró de mí, guiándome por la casa hasta llegar al patio. Oí como habría la puerta, me ayudó a salir y noté como se colocó detrás de mí, poniendo su mano izquierda alrededor de mis caderas. Con la otra mano, me quitó el pañuelo de los ojos.
-¡SORPRESA!- oí a gritar.
Allí estaban Christine, James, Paul, su novia Ava, Alice, y, para mi sorpresa mi hermano, acompañado de una chica que no conocía.
Me llevé las manos a la boca, en señal de sorpresa y noté como los ojos se me llenaban de lágrimas, que empezaron a recorrer mis mejillas.
Christine se acercó a mí y me abrazó, llorando como yo.
-¿Creías que te ibas a quedar sin fiesta de cumpleaños?- preguntó.
Negué con la cabeza y noté como alguien más me abrazaba. Levanté la mirada y vi que era Paul, quien me besó en la cabeza. Incliné la cabeza hacia su pecho y así estuvimos un rato.
- Por favor, déjenme abrazar a la cumpleañera- oí decir a mi hermano.
Mis amigos me soltaron y mi hermano ocupó su lugar.
- ¡Feliz cumpleaños, hermanita!- dijo abrazandome fuertemente- Por cierto, tengo que presentarte a alguien.
Se separó de mí e hizo un gesto con la mano y la chica con quien lo vi antes, se acercó. Era realmente guapa, tenía un bonito pelo rubio, por los hombros, ojos verdes y era algo más alta que yo, con complexión delgada.
- Hermana, ella es Hannah, mi novia. No te he querido decir nada hasta ahora por lo que pasaste. Pero me pareció buena idea hacerlo hoy.
Le di la mano a la chica, que me sonrió agradablemente. Me pareció buena chica.
- Es un placer, Hannah.
- Muchas gracias, Sofía. Puedo decir lo mismo. Y por cierto, felicidades.
- Muchas gracias.
- Bueno, nosotros vamos a tomar algo. Sofy, disfruta de este día- dijo Andrew guiñándome un ojo.
Christine se acercó a mí de nuevo. Me pasó un brazo por los hombros y me giró hacia donde estaba Tom hablando con Paul.
- No te puedes quejar del novio que tienes, amiga. Él solito ha organizado todo esto. Bueno, le hemos ayudado un poco, pero Tom ha sido quien ha puesto todo esto así- dijo señalando el patio.
Había una mesa con aperitivos y otra con las bebidas. Todo decorado en rosa, blanco y plata. Había un gran cartel con un "FELIZ CUMPLEAÑOS SOFÍA", bajo un arco de globos y, debajo de este, había algunos regalos sobre una pequeña mesa.
- De verdad, estoy por decirle que me organice la fiesta del bebé. Ahora se lleva mucho eso de hacer lo del globo para revelar el sexo del bebé... Dejando eso a un lado, tía, no te puedes quejar. Se nota lo enamorado que tienes a Tom. Fíjate tú, la que no se sabía el nombre de los actores de la saga, la que sólo tenía ojitos para Harry, terminas con el guaperas de Draco Malfoy. Esto te lo cuentan hace justo un año, y no te lo crees. Pero, amiga, que suerte tienes.
- Si, él es mi suerte- dije aún sin creerme que Tom había organizado todo esto.
Ahora entendía porqué estaba tan nervioso estos días y no paraba de llamar por teléfono o enviar mensajes. Estaba organizando todo esto. Y, sinceramente, le había quedado espectacular.
Vi como Tom se giró hacia donde estaba con Chris y me sonrió. Le respondí de la misma manera. Me acerqué a él, dejando a mi amiga allí. No dije nada, solo le abracé. Y él me correspondió de la misma forma. Levanté mi cabeza y me besó.
- Gracias por todo esto, Tom.
- Te mereces esto y mucho más. No podía permitir que no celebraras tu cumpleaños. Es un día especial y tú, más que nadie, lo necesitas celebrar. Tienes mucha gente que te quiere y que mejor que celebrarlos con ellos.
Sus palabras provocaron que las lágrimas volvieran a mis ojos. Me secó las lágrimas con sus dedos y dijo:
- Venga, a disfrutar de este día, preciosa.
Asentí y eso hice, disfrutar con mis amigos.

La noche cayó y Tom agarró su guitarra.
-¿Va a cantar?- oí decir a Alice.
- Va a cantar- respondí yo.
-¡Va a cantar!- gritaron Chris y Alice, lo que provocó las risas de los demás.
- Con permiso de todos, me gustaría que Sofía eligiera una canción. Hoy ella es la protagonista y que menos que cantar a su elección.
Me quedé muda de la sorpresa. Repasé mentalmente las canciones de Tom.
- If you could be anywhere- decidí.
- Como desees, princesa.- dijo Tom con una sonrisa y comenzó a cantar.
Verlo cantar aquella canción, que lo hacía dedicándomela, hacia que me sintiera especial por un momento.
Cuando acabó de cantar, corrí a abrazarlo, mientras los demás aplaudían. Me recibió entre sus brazos, apartando su guitarra para no golpearme con ella.
- Gracias, de verdad.- dije emocionada.
- No hay que darlas. Anda, vamos a soplar las velas. Tienes que pedir un deseo y abrir todos esos regalos que tienes.
- ¿También hay tarta?- pregunté sorprendida.
- ¿Qué sería de un cumpleaños sin tarta? Alice y Christine se han encargado de hacerla sin que te dieras cuenta. Tienes unas amigas muy ingeniosas.
Las miré y sonrieron.
- Ahora entiendo muchas cosas, entre ellas que yo entregara todos los encargos de ayer y de esta mañana.- dije y mis amigas se encogieron de hombros mientras se reían.
Me acerqué a una de las mesas, seguida de los demás, donde había una caja de cartón como las que usamos para transportar las tartas. Alice y Christine se pusieron a ambos lados de la caja y la levantaron, quedando al descubierto una tarta totalmente rosa, con una perfecta decoración de flores y mariposas blancas y plateadas. Quedé totalmente sorprendida ante la maravilla que habían hecho mis amigas.
- Es... Es preciosa- dije de nuevo emocionada.
- Su trabajo a tenido. Más contigo revoloteando por la tienda, pero ha valido la pena. No íbamos a consentir que tu tarta de cumpleaños la hiciera otro que no fueramos nosotras- dijo Chris poniendo los brazos en jarras.
- Nos alegramos que te guste, Sofía. Ha sido nuestro trabajo más especial.- añadió Alice.
Las abracé y Paul se encargó de encender las velas. Me cantaron el cumpleaños feliz y soplé las velas. Me aplaudieron y besaron todos. Luego, me dispuse a abrir regalos, dejando la tarta para comerla después.
Alice me regaló un bonito collar de plata con estrellas pequeñas. Andrew y Hannah, una colección de libros sobre repostería. Chris y James un álbum de fotos de nosotras dos y un precioso jersey en tonos verdes. Y Tom, una preciosa pulsera de plata, de la cual colgaba un corazón con la inscripción "eres mi vida" y unas camisetas de su propia colección.
Agradecí todos los regalos y fui a repartir la tarta.
Me sentía afortunada por tener a mis amigos cerca de mí. Los miraba y me sentía feliz. No podía pedir más en ese momento, con Tom y mis amigos en este día tan especial.

Cerca de media noche, se fueron todos. Quedándome a solas con Tom.
- ¿Te quedarás está noche? Willow me ha dicho que le encantaría que te quedaras.
-¿Willow te ha dicho eso?- pregunté y él asintió, provocando que me riera- Bueno, si ella lo pide, me quedo.
- O sea, si ella te lo pide, si. Si lo hago yo, que soy tu novio, no, ¿cierto?- dijo Tom haciendo un gesto como si estuviera enfadado.
Me acerqué a él y me senté en sus piernas. Estábamos en el salón de su casa y él se había sentado.
- Bueno, yo prefiero que me lo pidas tú...- dije desabrochandole un botón de la camisa que llevaba aquel día.- Pero la que lo ha pedido ha sido ella y no me puedo negar.- volví a desabrocharle otro botón.
Tom coló sus manos por debajo de mi blusa, acariciando mi espalda.
- Ya sabes que no te tengo que decir que te quedes en casa, mi vida.
Acercó su boca a la mía para besarme. Rozó sus labios con los míos.
-¿Tom?
- ¿Sí?
- Gracias por todo lo que has organizado hoy por mí.
- No tienes que darlas, cariño. - dijo juntando sus labios con los míos.
Y su camisa y mi blusa cayeron al suelo...

Dulce Amor (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora