Cincuenta y seis. Embarazo

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Las náuseas me acompañaron hasta casi el quinto mes de embarazo. Y lo peor de todo, es que me pasaba casi todo el tiempo sola.
Después de año nuevo, Tom tuvo que marcharse de nuevo a Australia para seguir grabando su nueva película.
Contaba con el apoyo de mis padres, de mis suegros, de mis amigos, mi hermano y mi cuñada, pero no era lo mismo.
Había días que necesitaba un abrazo o una caricia de Tom y no estaba.
Hablaba con él todos los días, pero lo necesitaba más que nunca ahora. No quería sonar egoísta, pero lo necesitaba. Él se fue algo triste, pues tampoco quería dejarme sola en estos momentos, aunque ambos sabíamos de sobras que este era su trabajo y tenía que hacerlo. Yo también seguía trabajando, aunque mis amigas no me dejaban hacer mucho.
Decían que no querían verme trabajar embarazada, pero lo hacía, necesitaba distraerme. Se me caía, en sentido figurado, el techo de casa encima si estaba mucho tiempo allí.
Acepté trabajar a un ritmo más lento, eso sí, pero iba todos los días a trabajar, solo faltaba cuando tenía que ir a alguna revisión.

De momento, el embarazo iba bien. Mi bebé estaba creciendo dentro de mí bastante bien y no había nada que hiciera pensar que hubiera algún problema.
Mi ginecólogo me dijo que a principios de febrero, podía saber el sexo del bebé. Me alegré por ello, pero quería esperar a que Tom volviera de hacer la película para ir los dos y que nos lo dijeran. Era un momento especial y quería que lo compartiéramos los dos.
Por lo que Tom me había dicho, quedaba poco que grabar, pues llevaban las grabaciones muy adelantadas. Quizás a finales de este mes de enero terminarían. Y así lo esperaba, pues no me apetecia estar tanto tiempo sola sin mi marido.

Aquel día, no me dio un infarto de milagro. Era el último día de enero y me acababa de duchar. Me estaba poniendome la ropa interior, cuando escuché ladrar a Willow en la planta de abajo. Cogí la bata que tenía en lo alto de la cama, me puse las zapatillas de andar por casa. Salí de la habitación abrochandome la bata y bajé las escaleras.
Encontré a Willow sentada en el salón ladrando hacia la cocina.
-¿Qué pasa Willow?- pregunté acariciándole la cabeza.
Escuché un ruido en la cocina y me acerqué, asustada, con cuidado. Cogí una figurita que teníamos en un mueble para defenderme en el caso de a ver alguien.
¿Habría un ladrón dentro de casa? Pero, tenemos uno de los mejores sistemas de seguridad instalados, ¿cómo ha podido entrar?
Entré en la cocina y eché un vistazo, no había nadie, hasta que una voz dijo:
- ¡Sorpresa!
Me giré rápidamente hacia donde provenía la voz, dejando la figura sobre la encimera de la isla. Me llevé la mano al corazón del mismo susto.
- ¡Tom!- grité.
-¿Te asusté, cariño?- preguntó viendo cómo me agarré a la encimera de la isla de la cocina y aún tenía la mano sobre el pecho.
Se acercó a mí y me abrazó.
- Perdóname, debí de haberte avisado antes. Quería darte una sorpresa, aunque no debí de hacerlo y más en tu estado- se excusó y puso una mano sobre mi abultado vientre mientras se separaba de mí un poco.
- No pasa nada- fue lo único que pude decir.
Levanté la mirada hacia mi marido, quien mi miraba atentamente. No pude resistirme y lo besé con urgencia. Llevaba muchos días sin besarlo y necesitaba de él, quien no se resistió a mi beso.
Noté como, con una mano, desabrochaba el lazo de mi bata, que quedó abierta en un segundo. Pasó aquella misma mano por mis pechos y siguió hacia abajo. Noté como aquella calor agradable se instalaba entre mis piernas.
- Tom...- susurré.
Necesitaba de él urgentemente, entre el embarazo y su trabajo apenas habíamos tenido tiempo para los dos.
Se separó de mí y me cogió de la mano, tirando de esta. Sonrió y salimos de la cocina para subir hacia arriba. Llegamos a nuestra habitación y cerró la puerta. Volvió a besarme mientras nos desnudabamos.
Era como si estuviéramos desesperados por estar el uno con el otro.
Me tumbó con cuidado en la cama, abriéndose camino entre mis piernas, que las colocó con cuidado al lado de sus caderas. Me moví algo inquieta sobre la cama.
- Iré con cuidado, cariño, no te preocupes por el bebé- dijo mientras se introducía en mí.
Empezó a moverse lentamente, mientras masajeaba mis pechos, los cuales cada día estaban más grandes debido al embarazo.
Apreté las piernas alrededor de sus caderas, provocando que Tom se moviera algo más rápido, haciéndome sentir aún mejor. Sentí esa oleada de placer dentro de mí mientras me agarraba con las manos a las sábanas. Arqueé mi espalda cuando sentí que llegaba al clímax, mientras sentía que Tom también llegaba.
Salió de mí y se tumbó a mi lado, abrazándome. Me giré hacia él, besándole en la barbillas.
- Bienvenido a casa, cariño- dije sonriendo.
- Estaba deseándolo, mi vida- respondió él besándome en la cabeza y colocando una de sus manos sobre mi barriga.
Apoyé mi cabeza sobre su pecho y cerré los ojos, quedándome dormida sobre él.

Dulce Amor (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora